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Narra George

Entradas ya las 8 y cuarto estaba terminando de ducharme para vestirme lo más casual con lo poco que me quedaba de ropa limpia, y es que en los casilleros no había demasiado espacio para guardar ropa y por falta de tiempo e ingresos claramente, no había tenido la oportunidad de ir en búsqueda de un departamento o por lo menos un cuarto de mala muerte en la espera de que en la noche un grupo de ratas me deboren y terminen con mi agonía.

¿Pueden juzgarme?  Perdí a mi novio, mis amigas, mi habitación, lo perdí todo. Si no fuera porque ninguno es dueño del hospital yo estaría ahora mismo pidiendo un poco de comida en alguna calle al rededor del centro y posiblemente muy posiblemente sin tomarme una ducha como la que unos minutos atrás había disfrutado. Por lo menos algo bueno tenía aún, creo. Eso me gusta creer y esperar.

Pero mi suerte parecía estar volviendo y es que, aunque sin querer, acepte una ¿Cita? Podríamos llamarla así, con un doctor, bueno un interno también pero es doctor!! Y uno muy apuesto, a decir verdad.

¿El nombre? Jackson

¿El apellido? Pendiente.

Bueno al menos tengo una forma para llamarlo y no solamente "Doctor de los ojos bonitos"  realmente son muy bonitos, aunque siendo honestos todo en él lo es. Pero no lo sé, no me siento totalmente listo como para empezar a buscar algún tipo de relación, quizás el siquiera sea gay y yo me estoy armando un revoloteo de la nada y sin razón.



(...)



Pasados unos minutos el doctor apuesto paso por mi, me monto en su auto y empezó a conducir mientras hablaba un poco sobre algunos temas triviales como Fútbol o Cerveza. Sinceramente no presté mucha atención a sus palabras y solamente me concentre en mirar el cambiante paisaje en el exterior del auto. El cual pasaba de estar lleno de luces de automóviles a uno un poco menos transitado, el bajo la velocidad lo suficiente como para no exceder el límite pero sin ir lento.

No se en qué momento es que llegamos a un enorme edificio el cual parecía ser bastante lujoso. Pensé que solamente estábamos de paso y que no era el destino final pero equivocado estaba al ver cómo Jackson bajaba del auto para abrir mi puerta y permitirme bajar.

Me ofreció su mano, la cuál tome con vergüenza. No esperaba este tipo de atenciones, Alex nunca fue tan atento con esas cosas, las cuales sinceramente mi yo de 15 años estaba más que muerto de felicidad sin poder creer que por fin nos estuviera pasando algo lindo como en las series y telenovelas que mi madre siempre miraba.

Después de dejar todo en debido orden me guío a lo que parecía ser un penthouse, no sabía que hacíamos ahí, pero por el tipo de auto que conducía podía intuir que era quizás su hogar. Saludo al portero el cual nos abrió la puerta con una sonrisa y haciéndole algunos gestos cómplices al más alto. Solo pedía a dios porque este no fuera mi último día en la tierra.



(...)



Después de una cena bastante amena, la cuál el cocino mientras hablaba conmigo de cualquier cosa, desde medicina hasta anécdotas chistosas de la infancia. No me había divertido tanto en años, mi estómago dolía demasiado por todas las risas que me había sacado en las últimas horas.

Observé mi teléfono y mire que eran cerca de las 11 de la noche. Le pedí perdón y me retire. El existió tanto en que me quedara o al menos que le dejara llevarme a mi casa, lo cual no le permito. Honestamente no creo que vaya a surgir algo entre nosotros pero aún así no puedo dejar que sepa que vivo en el hospital, de hecho agradezco de que al ser nuevo en el mismo no sepa de los chismes que corren entre los pasillos a diario. Solo deseaba que se mantenga así todo el tiempo.

Cómo pude conseguí un taxi que me llevará de regreso al hospital, después de haber negociado por el exceso de la tarifa decidió darle una consulta gratis al hombre que aseguraba que si por el fuera ya me tendría sobre él, en el asiento de atrás. Por suerte no estoy tan necesitado para llegar a ese punto.

Al llegar pude observar como un grupo de enfermeras me barrian con la mirada mientras susurraban algo para si mismas. Impotente por no poder hacer nada huí a dónde creía que nadie me molestaría. Me escondí en la morgue. Al lograr encerrarme en una de las habitaciones rompí en llanto. Estaba arto de la situación, odiaba que la gente se sintiera con el derecho de poder decir tanto como quisiese sobre mi.

— ¿Puedes irte a llorar a otro lado? — Me sobresalto por la repentina petición, la sala estaba totalmente a oscuras, que no podía ver a quien me había hecho tal petición, pero podía reconocer la voz. Por supuesto que lo pude. Y mi suerte no podía estar peor.

— Lo siento, me iré ahora doctor Karev. — Me doy la vuelta para salir y en eso siento como su mano se posiciona sobre mi muñeca.

Giro esperando lo peor, quizás solo quiera burlarse de mí o ver mi rostro lleno de lágrimas para contárselo a las chicas.

— No te vayas, yo... Quiero hablar contigo, ¿Podemos? — Desde que todo termino está es la primera vez que se dirige a mi sin ese tono de odio que le había caracterizado, en cambio era realmente calmado y casi suplicante.

— Si eso hace que no vayas a decirles a todos que lloro como un bebé, si.

— Jamás haría algo así, jamás te haría daño, Bam- George. — No podía creer lo que oía, después de todo lo que había oído el maldito tenía el descaro de decir que jamás me dañaría.

— La gente habla Alex, y todos hablan de todo lo que dices de mi. ¿Crees que te creeré?

— Deberías, enserio. Yo jamás te dañaría. Apesar de sentir que estoy roto por dentro.

Lo mire sin poder entender del todo sus palabras, los rumores hablaban de tanta mierda sobre mi dicha por él. Respiré profundo y tome una decisión.

— Tienes cinco minutos.

Bittersweet Love [Galex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora