4

254 30 2
                                    

Narra Alex

El haberle visto entrar me dio una bocanada de aire fresco, realmente me sentía bastante ansioso por el tenerle alejado aunque fingía por las chicas que estaba bastante bien. Realmente me dolía el pasar de largo al verle y no poder besarlo. Pese al dolor y hueco en mi corazón, aún le amo. Y dudo que esté sentimiento desaparezca pronto. El oírlo llorar hizo que entrara en alerta, quería abrazarlo y decirle que todo estaría bien. Pero debía protegerme primero a mi mismo, aunque de inmediato cambie de opinión tras hacerlo irse.

— Solo cinco minutos. Ni uno más, ni uno menos. — Trataría de que siete meses de dolor y abandono cupieran en cinco minutos pero solamente me tendría rogando de rodillas mientras sería yo quien llorara.

— Yo... realmente lo siento. No debí arruinarlo. No sabía que no querías casarte conmigo. De haberlo sabido jamás te lo hubiera propuesto. Realmente te amaba y aunque me odie a mi mismo por esto, aún te amo. He tratado de odiarte estos meses pero no puedo, solo puedo imaginar todo tipo de escenarios donde vuelves y somos felices. Pero se que es imposible porque has seguido con tu vida, se que tuviste una cita está noche con el doctor Avery, Y estoy bien! Juro que lo estoy, porque yo... Quiero verte feliz aunque sea con alguien más. — Sin darme cuenta una lágrima empezó a correr por mi rostro, y con esta vinieron demasiadas. Me sentía tan patético. Pero realmente necesitaba esto.

— Yo no lo entiendo. Te hice daño! Y aún así, ¿Pides por mi bien? ¿Esperas por mi regreso? Alex, no podía estar contigo, no puedo. Es algo que no tiene que ver contigo, y te aseguro que no hay nada más que una rara amistad entre Jackson y yo. Porque, aunque no pueda hacer nada, aún te amo. Pero mi miedo es mayor, y por eso tengo que alejarme. Fue lindo platicar y poder sacar eso de nuestros pechos. Pero dudo que entiendas mis razones. Por eso mejor alejemonos de nuevo. No te preocupes por mi, sigue con tu vida al lado de las chicas. Quizás puedas vivir mejor con Izzie que conmigo.

El oír el nombre de quién fue su mejor amiga por bastante tiempo me hizo darme cuenta de algo, una pieza en este mar de problemas y confusión que no había analizado porque no quería hacerlo. George se sentía amenazado, en varios ocasiones recuerdo haberle escuchado que temía que alguna chica hiciera que cambiará de opinión y le dejara. Que prefiria que le dijera si había alguien más de inmediato para no tener problemas. Ahora lo comprendo.

George no se fue porque ya no me amara, se fue porque sentía que no tenía lugar en mi corazón y que cualquier mujer bonita como Izzie podría reemplazarlo.

— Entre Izzie y yo no hay nada, no lo hubo antes de ti, no lo hubo contigo y no lo hay ahora, y prefiero que jamás lo allá si eso hace que te alejes de mí.

— Wow, realmente no lo entiendes... Alex, no quiero seguir con esta conversación. Tengo que dormir y tu trabajo que hacer.

— George... — Le hablé por última vez antes de que cruzará por la puerta y me dejara ahí solo. — Lo siento... — susurré mientras limpiaba las últimas lágrimas en mi rostro.



(...)



Desperté luego de unas horas de estar durmiendo en el área de incubadoras, el estar cerca de bebés siempre lograba tranquilizarme. Limpie la saliva seca en mi boca e inspeccione a todos los pequeños que pudiera necesitar de mi ayuda, para mi suerte no tuve más trabajo que cambiar unos cuantos pañales.

Estaba dispuesto a ir en busca de alguna máquina expendedora que pudiera tener algo nada sano que me diera la suficiente energía para aguantar el resto del turno. Por desgracia no encontraba nada que fuera de mi agrado. Deambulando por los pasillos encontré una bodega que nunca había visto, quizás estaba suficientemente ocupado para notarla, con curiosidad la abrí.

En el interior había una colchoneta y unas cajas con un poco de ropa sucia sobre ellas, algunos artículos de higiene personal y unos cuantos libros amontonados. Me acerque solo por curiosidad y reconocí de inmediato el tipo de libro. Comics. Pensé para mí mientras tomaba unos cuantos, entre los que se encontraban algunos que recordaba haber visto antes, pero no sabía dónde.
Dispuesto a dejarlos de regreso me tope con uno envuelto en una hermosa bolsa de celofán color roja, era un cómic de Superman, uno clásico. Lo sabía porque yo lo había comprado, fue el primer obsequio que le di a George cuando empezamos a salir.

Extrañado por el descubrimiento observé las cosas y eran las cosas de George, su ropa, su cepillo de dientes e incluso el tonto espejo en forma de gato que tenía en su recámara meses atrás. ¿Que hacían sus cosas aquí? ¿Estaría guardando las aquí sin más? ¿Porque lo haría? ¿No tenía donde dejarlas? Cuando intentaba encontrar una respuesta lógica para la situación la puerta de la habitación se abrió.

— No puede ser, ¿Tú otra vez? ¿Me estás siguiendo?

Un George con una pijama de color lila de encontraba frente a mi. Justo en el marco de la puerta, mirando con una mezcla de miedo, confusión y vergüenza.

— Tus cosas, ¿que hacen aquí? — Me acerco a él con delicadeza, sabía que si hacía algún movimiento brusco se pondría a la defensiva y su mejor respuesta sería huir.

— ¿Que te parece genio? VIVO AQUÍ! AHORA LARGO! — Con el alzar la voz logro que todo mi raciocinio se alterará.

— No hasta que me des una explicación.

— ¿Quieres una explicación? Tendrás tu maldita explicación. — El oírle insultar era algo poco usual, empezaba a desconocer está faceta de él. — Ustedes me echaron de mi habitación, me dejaron sin un lugar al que regresar, me dejaron sin amigos, me dejaron solo!

Podía escuchar como su voz empezaba a quebrarse, pese a que parecía más molesto que nada podía sentir su tristeza.

— Tu... Me echaste. Me dejaste sin nada más que mis pocas cosas. Mientras te quedabas con mi corazón y lo hacías trizas. Así que si, estoy viviendo aquí, ahora largo.

Me hecho como pudo y cerro la puerta desde el interior. Solo podía oír sus sollozos mientras me alejaba con lentitud.

Bittersweet Love [Galex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora