TERCER ACTO: Gemelos

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Atsumu y Osamu eran gemelos, pero sólo eran iguales en apariencia. Sus gustos, actitudes y personalidades eran polos opuestos, desde pequeños habían sido así.

Atsumu era alguien sociable que hablaba fácilmente con otros y a pesar de tener una actitud sarcástica lograba hacer amigos con facilidad.
Por su parte, Osamu era lo contrario. Él era más callado, reservado y no trataba con personas desconocidas al menos que fuera totalmente necesario.

Nunca compartían gustos, pero por malas jugadas de la vida ambos gustaban de la misma persona.

Osamu nunca se lo confesó a su hermano, no se atrevía a hacerlo por miedo a que discutieran. A pesar de ser el menor, era el más maduro.

Ellos habían sido criados por su abuela y la consideraban como su única familia. Para Osamu lo más importante era proteger a su abuela y Atsumu, siempre procuraba la felicidad de ambos antes que la suya.

Él creía fielmente que todo era solo un sentimiento pasajero y que con el pasar del tiempo se desvaneceria la emoción. Pero esa idea duró muy poco.

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Había transcurrido un mes desde el partido contra Karasuno y desde esa ocasión no había vuelto a ver a Hinata.

Ese día se suponía que saliendo de clases iría con su hermano a una nueva cafetería para probar el menú, pero Atsumu era un irresponsable que había preferido saltarse la última clase para ir a jugar un partido amistoso de volleyball.

“Samu, me invitaron a jugar un amistoso contra un equipo universitario. Espérame en la cafetería, me daré prisa y llegare en tan solo 20 minutos”

Ese había sido el mensaje que su estúpido gemelo le había enviado hace tan solo una hora atrás.

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Osamu ya se había rendido en esperarlo y decidió ordenar una malteada y un chescake, en tan sólo unos minutos una amable chica le había llamado al mostrador para que fuera a recoger su orden.

Al ser un establecimiento nuevo había llamado la atención de mucha gente y en ese preciso momento estaba casi lleno el lugar, para su bruna suerte encontró una mesa libre y se dirigió ahí para disfrutar sus alimentos.

Se encontraba tranquilamente tomando su malteada mientras leía un libro de cocina. Estaba muy concentrado en su propio mundo, pero por un instante despegó la vista de aquellas páginas y logró visualizar una cabellera naranja muy familiar.

–¡Miya-san! -Escuchó que alguien le llamó, esa voz era inconfundible.

–B-buenas tardes.-Su cerebro nunca estaba de su lado cuando de hablar con Hinata se trataba.

–¿Te molesta si me siento a tu lado?-Preguntaba el menor mientras aún cargaba su bandeja con comida.

Osamu estaba tan nervioso que no contestó y sólo se limitaba a observarlo fijamente, su mente estaba divagando y Shoyo no tenía ni la menor idea de que él era culpable.

–Perdona la molestia, creo que mejor busco otro lugar.- El joven sentía que no era del agrado del otro y que por eso no había contestado nada, así que prefería irse y dejarlo en paz.

–¡Espera!-Osamu lo tomó por la muñeca para lograr detenerlo.-No es ninguna molestia puedes sentarte conmigo.

–¡Muchísimas gracias!-Le contestó Hinata con una brillante sonrisa.

Décimo actoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora