19 ⚝ Listo para caer

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Daveth


¿Cómo se suponía que debía sentirme después de lo que había pasado con Ignis? Debería haberme dado igual sus palabras. Debería haber aceptado el fin de lo que quisiera que tuviéramos y haber mirado hacia otro lado. Pero no podía hacer eso, no cuando no podía sacarme de la cabeza qué era Ignis para mí.

Me lo llevaba preguntando durante todo el trayecto. No sabía qué había pasado con mi abuelo para que de repente ella saliera corriendo. No podía dejar de visualizar sus ojos naranjas, cuyo fuego había sido apagado por las lágrimas. Ignis se había roto en mil pedazos delante de mí. Y no era la primera vez.

Divisé su cabellera roja a lo lejos. No podía dejar de mirarla mientras me preguntaba qué había sido lo que la había llevado a decirme todo eso, o por qué demonios me sentía tan apagado. ¿De ahora en adelante no iba a hacer más que evitarme?

¿A qué habíamos estado jugando entonces? Lo que había empezado entre nosotros se alejaba mucho del sentimiento de dolor que Ignis reflejó en sus ojos. Lo nuestro empezó como un juego de tira y afloja. Un juego de ver quién odiaba más a quién. De saber quién podría caer rendido antes frente al otro. Porque si algo había sido imposible de disimular entre nosotros había sido la tensión sexual.

—Daveth, ¿adónde vas?

Miré a Jasir sobre mi hombro. No me había dado cuenta de que habíamos parado para descansar unos minutos. Frunció el ceño, con sus ojos todavía sobre los míos cuando desmontó.

—¿En qué llevas pensando todo el camino?

—En nada —me limité a decir.

Lo escuché suspirar. Jasir sabía que cuando me cerraba en banda era difícil tratar conmigo. Nos ocupamos de dar algo de beber y comer a los animales. Jasir no se despegó de mí.

—¿Puedes dejar de mirarme de reojo todo el rato como si temieras que me diera un arranque de locura o algo por el estilo? —Chasqueé la lengua, molesto.

Tensó sus hombros y miró al frente al instante.

—Yo no he hecho eso.

—Por supuesto que lo haces. —Suspiré. Acaricié distraídamente el lomo de Níger mientras observaba a mi mejor amigo—. Eres demasiado molesto cuando estás preocupado por algo.

—Fingiré no haber escuchado que soy molesto —comentó cual niño enfadado.

Rodé los ojos. Jasir tomó una profunda bocanada cuando, con voz segura, dijo:

—Lo solucionaremos. Darel es un hombre fuerte.

Si Jasir supiera que lo que me había tenido tan distraído durante el viaje no había sido mi abuelo, sino una mujer jodidamente irritante, entonces no me habría mirado de la misma forma.

Busqué a mi abuelo con la mirada, que se hallaba tumbado en el suelo, molestando a mi padre. En realidad su estado no había empeorado mucho más desde ayer. Aunque su fiebre había cesado, su tos no había desaparecido. Tampoco había vuelto a lograr ponerse en pie.

—Sigue siendo el mismo, ¿eh? —Jasir había aparecido a mi lado. Me dio un golpecito con su codo.

Sonreí de medio lado. Pese a lo que Ignis nos había contado sobre una de las suyas y lo que mi abuelo había dicho sobre sus pocos días de vida, la esperanza que albergaba en mi interior silenciaba los comentarios de ambos. Sabía que mi fe me terminaría destruyendo.

—¿Vamos con las chicas?

Su pregunta hizo que mirara directamente al grupo de Yelisa. Con ellas se encontraban Ignis y Arlet. No pasé por alto la expresión seria y distante de Ignis. Por mucho que pareciera querer participar en la conversación o sonreír, nada de eso era real. ¿Sentiría el mismo vacío que yo en el pecho?

La hija del Diablo  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora