Capitulo II. El nacimiento

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El nacimiento

En el momento del alumbramiento,

La creatura inteligente

Nació tranquilamente

A mediados de septiembre.

El dolor insoportable

Al que fue expuesta su madre,

Fue rápidamente consolable

Por el ardor proporcionable

De aquella infanta caliente

- Niña has de ser, mujer como yo, y como tu madre odiaras fervientemente al hombre con toda tu razón.

Esa era una frase grabada, muy pero muy dentro en lo profundo,

Del corazón de la cría. Su primordial objetivo en el mundo.

Cuando la joven madre vio la belleza

De su niña recién nacida;

Entendió entonces la grandeza

Que encerraba la antigua leyenda temida.

Una masa uniforme, compacta y maciza,

Blanca como la nieve, mirada glacial como la misma,

Con sus cabellos ensortijado negros abundantes en su tierna cabecita,

Sus ojos blandos y dulces de un color caramelo, competían con afrodita.

Desbordaba belleza, desbordaba inocencia,

Una faz angelical Cubría la habitación entera.

Sus facciones finas y simétricas, dábanle un aire de diosa,

Su mirada acaramelada era gélida pero hermosa.

Entraba en ese momento un hombre en la negra hora,

Primera víctima desgraciada de la viviente leyenda ahora;

Entraba atraído al sentir la presencia de algo prohibido,

La presencia de algo cálido,

Hasta encontrarse con una profunda mirada,

Angelical y despiadada

De un celeste ser álgido.

Ella lo miró inteligente y conocedora de su fortuna,

Le ignoró en un acto de piedad,

Pero ya muy tarde era,

Pues aquél hombre desgraciado había perdido la cordura.

Había perdido la felicidad.

- En algo le puedo ayudar – Preguntó le recelosa la progenitora de la joven – Acaban de dar a luz. La madre necesita descansar

- Lo lamento mucho señora – Dijo en tono sombrío – Pero de aquí no me muevo, pues me siento un hombre nuevo, un nuevo hombre desde ahora

Acercabase lentamente

A la recién nacida graciosa,

Ignorando la advertencia de la joven insistente

Y la señora recelosa.

Al intentar tocar la infanta, ésta enfadada entonces le dirigió su mirada fría,

Su mirada angelical y prohibida que detuvo en seco al sujeto

Con un fuerte dolor en el pecho que le vino sin razón,

Y sintiéndose sacudido por una dolorosa sensación,

La trágica leyenda de AdelfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora