Y Adelfa, exquisita y venenosa fue creciendo poco a poco
Ignorando de su abuela las saetas
Que la llenaban de una pasividad agresiva de ahogo
Que sin logro alguno no podía esconder las grietas
De la vasija que esconde la hiel cuyo desemboco
Da origen a la temible leyenda del planeta
-¡Oh Adelfa! ¡Oh Adelfa! – Rosa tocando su rostro- Cuan hermosa
Exquisito aroma que emana de tus caderas
Tu cuerpo, tus ademanes, tu lenguaje, toda tu eres esplendorosa
Quien diría que con tu ser al hombre mortalmente tu hieras
Rosa mira admirada su maravillosa creación
Mira a Adelfa, que va hacia ella desnuda
No sabe cuándo creció pero reconoce en ella toda perfección
Ante ella bien dice la leyenda: toda lengua quedara muda
Y Adelfa abrió sus carnosos labios
- A mi destino no puedo ni voy a desafiar
En mi mente, madre, no hay atisbo de confusión
Es mi tiempo, es mi espacio, y ya no me puedes atajar
Ya no puedo estar atada, tengo una visión
- Las vendas que cubren mi cuerpo caen al suelo
La costura de mis vestidos se rompió
Podrás ver pronto, madre, como el mundo por mi causa cae en duelo
Dejare al descubierto a partir de ahora mi corrupción
- ¡Oh Adelfa! – Replica Rosa- Mi sueño se arruina
Mi pasado es gris, y es cruel mi porvenir
Adelfa... siento miedo de observar como dejas todo en ruinas
- Debes mirar – Dice Adelfa – Observa atenta madre querida
Porque ha llegado el momento de mostrar mi desnudez
Veras como el hombre no se puede controlar y perece enseguida
Porque su anhelo de poder lo lleva hasta una mortal embriaguez
- Deja que me entreguen en bandeja de plata sus corazones
Veras a mis pies las naciones del mundo arder
Porque no hay hombre que no se resista a mis aguijones
El hombre corrupto por natura, ante mi corrupción va a caer
- Sin embargo, madre, tengo curiosidad
Porque a pesar de todo busco luz en un mundo de oscura desolación
Alguien que me desafíe, alguien que pueda cambiar el curso
Pero no lo hay... Abro mis ojos al horror de una visión color carmín
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La trágica leyenda de Adelfa
General FictionHe aquí contaré una historia de una mujer única, de una mujer hermosa, en cuya vida la tragedia fue su pan de cada día, y su única compañía y consuelo en sus últimos momentos no era más que la alegría de no dañar a nadie más. Ya llegado sus noventa...