Me gustaría decir que
el dolor pasó, me gustaría
decir que los recuerdos se
fueron, me gustaría decir
que ella volvió...
Me gustaría decir que
no me dolió.
Los años han pasado, pero
ella sigue dentro de sus corazones...
Viviendo sin miedo a...
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—Hay momentos en la vida, donde dudamos de nosotros mismos. Cuando todo parece confuso... Y tratás de buscar una razón para vivir. —
El no podía entender, el significado de su vida... La verdadera razón de su existencia en aquella lastimada familia.
—Mucho antes de que llegaras a este hogar... Existía un ángel, una pequeña y bella soñadora que quería volar para encontrar su libertad. — pronuncio lentamente su padre acariciando su lacio cabello. — Su nombre era... Ashlye Moon, ella era tu hermana.
No la conocía, aunque desde pequeño sus historias le contarán... No podía decir que había una unión entre ellos.
Sabía que sus ojos brillaban llenos de inocencia, que sus sueños siempre estaban ocultos dentro de su corazón y que antes de morir logró hacerlos realidad.
Queria conocerla, poder escuchar su voz... Poder verla sonreír y vivir.
—¿La extrañas? —preguntó observando la foto sobre la mesa.
Marcos permaneció en silencio durante un corto período, como si todos los recuerdos volvieran a él.
—Si, la sigo extrañando.
[...]
Conocía un parque, donde ella siempre iba a jugar junto a un gran amigo... Que desafortunadamente no pudo conocer.
Su nombre era Tanaka o bueno así lo llamaban, el era un anciano que siempre jugaba ajedrez con su hermana, además de ser su primer amigo.
El murió un año antes de que fuera adoptado por sus padres, así que no tuvo la oportunidad de poder hablar con él.
Su padre dice que antes de morir, dijo que estaba feliz ya que por fin podría reunirse con las únicas personas que había querido durante toda su vida: Su querida Hanako y Ashlye la mocosa que siempre lo acompañó.
En su tiempo libre solia ir ahí y tomar asiento en una de las bancas, quería entenderla, poder ver el mundo como ella lo veía.
El viento estaba un poco frío, así que había salido con su chamarra y una bufanda que tapaba parte de su rostro.
Había pocos niños jugando, algunos estaban acompañados de sus padres y otros tenían la suficiente edad para estar solos.
Su mirada viajó en cada uno de ellos, hasta que llegó a una pequeña niña que estába sentada sola en la banca frente suyo, en sus mano tenía una pequeña rosa hecha de papel y una libreta.
