—Camilo, me olvidé de... —Es uno de los visitantes, vuelve a buscar algo que se olvidó, no termina de hablar cuando ve aquella escena rara, a Camilo siendo sometido. Robin no mira atrás, no le importa que ese otro lo vea, sigue tocándolo y le descorre la camisa de debajo del pantalón, toca la piel y desliza los dedos por ese cuerpo bronceado— Las llaves —Termina de decir el intruso.
Camilo lo mira y asiente, después de encontrar las llaves sale sin decir nada más, cierra la puerta al salir. Robin escucha el chasquido del pestillo y mira la puerta cerrada, se va a asegurar de que nadie más vaya a entrar. Se aparta de Camilo y tranca la puerta con llave. Lo mira desde ahí.
Camilo se para, entonces Robin suelta la sábana que lo envuelve y deja que caiga al suelo, su pene rebota en tanto da los pasos hasta Camilo. Sabe que tiene que hacer algo distinto al resto, no quiere ser uno más, quiere poder marcar la diferencia en ese hombre que se acaba de conseguir, ser el único para él. Camilo lo mira un segundo, pero enseguida empieza a cerrarse y abotonarse la camisa.
Robin se le encima y le sostiene las manos, le vuelve a abrir la camisa saltando los tres botones que había cerrado.
—¿Qué hacés?
—Shhh...
—¿Qué? No me hagas callar, nene.
—Sentí celos... —dice Robin sosteniendo la tela y empujándola por los brazos de Camilo para sacársela—. Dejate...
—¿Dejarme qué?
—Que te lo haga, que seas el pasivo para mí.
—Nunca... ¿Qué creés que soy?
—Dejame —insiste Robin y le sostiene una pierna. Se las separa y mete la mano, le toca los muslos y la sigue moviendo hacia arriba, le frota la entrepierna sobre la tela.
—No. ¿Por qué?
Camilo se niega en palabras, pero no cierra las piernas, deja que Robin lo toque, él va deslizando la boca por el pecho y alrededor de los pezones de Camilo, le abre ambas piernas y se coloca entre ellas. Camilo pasa las manos tras la nuca de Robin y se deja tocar más abajo. La lengua de Robin lame los pezones erectos, lo toca con la punta de la lengua y con sus dientes le muerde uno, Camilo se queja y Robin se lo chupa después, hace lo mismo con el otro. Su lengua no para de moverse. Le chupa la piel y lo muerde a veces. Lo está trabajando para que ceda. Robin se mira, su pene está parado, pero no tanto como quisiera, sostiene la mano de Camilo y hace que lo toque.
—¿Podemos intercambiar? Dejame, papi.
Camilo entrecierra los ojos y aprieta la mano en torno al pene que ahora está duro. Con su palma rodeando lo que debería estar dentro de él, traga saliva, el tamaño no es para desestimar. Es más que aceptable. No esperaba una propuesta así, no responde, pero deja que Robin se cierna sobre él.
Robin se apoya en Camilo para llegar a lo que está en el escritorio y tirarlo todo al suelo. Un pisapapeles, un portalapiceras deja todo su contenido desparramado en el piso, un par de carpetas caen abriéndose, todo lo tira, lejos y cerca. Con la superficie vaciada le sostiene las piernas, lo empuja y se reclina sobre él. Bufa y gruñe y sin esperar le desabrocha el pantalón y se lo saca junto a la ropa interior. Los zapatos y las medias también.
Robin sonríe y lo mira desde arriba, esto no se lo esperaba, tal sumisión. Tiene que preguntar.
—¿No vas a decir nada?
—Ya dije que no...
—Pero tu cuerpo dice otra cosa, ¿no ves que somos iguales?
—¿Por qué querés hacer esto? Ya te di lo que querías...
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Pimienta y Canela [BL] (COMPLETA)
Короткий рассказRobin tiene 23 años, su carácter es detestable, viste mal y siempre dice lo que piensa. Va casi obligado a una discoteca y cuando se escabulle para volver a su tranquilo apartamento a dormir, derrama su bebida sobre la camisa del hombre más peligros...