Robin y Camilo van de la mano mientras recorren sin apuro el paseo para turistas del vigesimoquinto paraje que visitaron. Al momento, llevan trece meses rotando de ciudad y país. El plan de Camilo es seguir así hasta que pasen un par de meses, luego ya podrá calmarse y establecerse por más tiempo, no cree que lo sigan buscando pasado ese lapso.
A lo largo de su vida como ladrón se aseguró de tomar algunas precauciones, por medio de un apoderado en diferentes países invirtió en negocios: compró acciones, propiedades, arte y joyas. Además, los bares que Robin abrió son rentables en los sitios turísticos en los que los colocó. El nene no es nada tonto, Camilo lo sabe muy bien y por eso lo consciente, a su manera, todo lo que puede.
Robin mira al hombre a su lado y le sonríe. Recibe una mirada impaciente.
—¿Qué tengo? Robin, por favor —Camilo intenta parecer irritado, pero Robin lo conoce bien y ya lo entiende.
—Ahora usando esa camisa floreada estás más joven, yo sabía que los colores oscuros no eran lo tuyo, además tu piel me hace acordar a la canela.
Camilo mira al otro lado y le responde.
—Eso es tan aburrido... Estoy obligado a ponerme estas camisas —Ahora mira a Robin para ser preciso y que sus palabras se escuchen nítidamente—: ¡O-bli-ga-do! ¿Entendiste?
—Camilo, quería darte un piropo... No sabés recibir nada bueno...
—Me das un piropo relacionado con la comida, muy lindo, sí.
Robin siente el desprecio a su intento de halago y separa la mano de la de Camilo para explicar lo que va a decirle.
—Pero no sabés porqué lo digo... Tu piel es como la canela, rica —dice y lo pellizca en el brazo—. ¡Ja, ja! Lo vi en un documental... fue largo, pero interesante... ¿sabías que la canela se produce en ciertas condiciones de clima? Es la corteza de un árbol. Se la separa, seca y después se hacen los rollitos, la canela en rama... Lleva como dos semanas para que quede lista... Eso es lo que me acuerdo...
Camilo escucha atentamente a Robin, pero mientras mira de un lado al otro manteniéndose vigilante a posibles amenazas, a cualquiera que los mire fijo por un tiempo prolongado.
Ante el silencio a su lado responde: —No sabía.
—Sí, la hacen a mano.
—¿Y?
—Es cara... Por eso es a lo que me hacés acordar...
—Creo que me estás diciendo que soy complicado y difícil. ¿Sabés qué?
—¿Qué, papi?
—Seguís siendo tan seco como la pimienta, nene. Sos picante... Irritante. No sé qué hago contigo la verdad.
—No sé yo tampoco —Robin no presta real atención a lo último y pregunta: —¿Soy picante?
—Sos. ¿Desde cuándo sabés tanto de las cosas?
—No sé nada, solamente es que pasé mucho tiempo viendo documentales...
—Sos irritante, te prefería antes, cuando eras más rebelde...
—Sigo siéndolo, viejo...
—¿Sí? —Camilo hace una mueca de descreimiento.
—¿Te creés que por vos me voy a convertir en un sumiso? —Camilo piensa: «Creo que es tarde para eso, sumiso ya sos, querido.» No le responde, entonces Robin sigue hablando: —Te equivocás, hoy te lo voy a demostrar. Te voy a hacer mío por segunda vez...
Camilo se queda silencioso mientras procesa lo que oye, los inventos de Robin lo siguen sorprendiendo. Libera una carcajada nada silenciosa porque esa no es la primera frase loca que oye de Robin. La risa de Camilo es un hecho que a Robin no le molesta en lo más mínimo, al contrario, se siente contento por haber hecho reír a su papi. Y es por eso, que ahora ríe también.
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Pimienta y Canela [BL] (COMPLETA)
Krótkie OpowiadaniaRobin tiene 23 años, su carácter es detestable, viste mal y siempre dice lo que piensa. Va casi obligado a una discoteca y cuando se escabulle para volver a su tranquilo apartamento a dormir, derrama su bebida sobre la camisa del hombre más peligros...