4. Insolente

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Camilo permanece tras Robin, se apoya en él con toda la intención de que lo sienta, no niega que el toque de color le queda bien, de ese modo es como le cumple el capricho del naranja horroroso, un color que le recuerda a la pobreza, a basura.

—¿Hasta cuándo querés seguir con este juego?

—Hasta que me aburras, nene.

—No entiendo para qué va a venir el abogado, ¿vos... con un abogado?

—¿Yo qué? ¿Porque soy un ladrón? ¿Por eso lo decís?

—Mmmhh, no solo ladrón...

—Ahh, entonces sos de esos, ¿de los que se creen todo lo que sale en el informativo?

—No, pero hay videos... tuyos... secuestrando... las cámaras lo registraron.

—¡Nene! —Camilo le huele la nuca y le gruñe ahí, aparentando enojo.

—Papi, solo preguntaba, calmate —Robin no entiende, pero ya no siente una pizca de miedo con ese hombre.

—Y bueno, si soy ladrón y todo eso que pensás que soy claro que voy a necesitar un abogado para cuando me atrapen, pero... ¿pensás que no uso un apoderado para mis propiedades?

—No lo había pensado.

—Claro que no pensás... si aceptaste mi propuesta tan fácil. Te podría haber matado si fuera el asesino que todos dicen que soy. ¿Por qué aceptaste?

Eso mismo se sigue preguntando Robin. «¿Qué fue, aburrimiento, decepción, odio hacia el mundo y la vida? ¿Búsqueda de algo nuevo y emocionante? ¿Intriga?»

—Por la casa —responde.

Camilo escucha su respuesta y le sostiene el tirador derecho, se lo empieza a deslizar por el hombro. Robin exhala y espera, siente la presión tiesa que Camilo le hace contra su trasero, todavía siente algo deslizándose entre sus piernas, a pesar de que se bañó y se metió los dedos para sacarse el semen de la noche pasada, no pudo sacarlo todo. Y piensa: «Ya me estoy aflojando, solo por ese movimiento sensual que hace mientras descorre el tirador, solo porque me está desvistiendo. ¿Cuándo me volví en esto tan lascivo? Le respondí que acepté por la casa, ¡un carajo que fue por la casa! Tengo mi apartamento, ¡no necesito nada de él!»

—¿Cuándo me las vas a transferir?

—Cuando llegue el abogado.

Robin no cree que sea cierto. Camilo le descorre el otro tirador. Desliza las manos desde los lados de Robin y baja hasta la cintura del pantalón, las pasa por adelante y sobre los tiradores, que se prenden ahí.

—Pará, me vestís y desvestís a cada rato...

—¿Y? —Camilo apoya la cabeza en el hombro de Robin y desengancha un tirador, Robin le sostiene la mano, pero Camilo usa la otra para desenganchar el segundo, y rápidamente la desliza a la espalda para cinchar del enganche ahí, se los saca y los tira al suelo. Lo sostiene del estómago con las dos manos y camina hacia atrás, llevándoselo con él.

—¿Y el abog... —Robin no puede terminar de hablar porque Camilo le tapa la boca con la mano y ambos terminan en el sillón, este es más amplio que el de la discoteca, y más limpio. Robin queda sentado sobre Camilo y sigue dándole la espalda.

—¿Lo sentís? ¿Ves cómo me ponés?

Ahora puede sentir mejor el bulto agrandándose dentro del pantalón de Camilo. Robin niega y se desliza hacia adelante simulando querer huir, solloza y se mueve fingiendo sentirse incómodo por esa situación. Camilo lo aprieta más impidiéndole moverse. Lo atrapa anclando un brazo en su cintura y sentándolo más sobre él. Robin lo siente mejor y el sollozo fingido se transforma en un gemido auténtico, uno que enseguida disimula con un quejido, pero Camilo no le cree, él deja de taparle la boca y le pasa la mano por la pierna con lentitud, evitando tocar más adentro, es para hacerlo desear ese toque, para dejarlo con las ganas.

Pimienta y Canela [BL]  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora