One

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Carlo Gambino, un chico que junto a su hermano decidieron crear una mafia para la venta de pirulas en la ciudad de Marbella, les iba bastante bien, pero no todo tiene que ser trabajo, pues una forma de matar el tiempo para él era apostar en el casino y perderlo prácticamente todo día a día ¿Cómo conseguía más dinero? Vendiendo más droga y asaltando badulaques, todos menos el suyo "K-rule" ese era intocable, que el que se ocurriese atracarlo acaba muerto.

Pero eso no era suficiente, principalmente porque su hermano Toni le estaba poniendo un alto a su lodopatia, así que ¿De que otra forma se puede distraer? Drogarse era ya algo bastante común, Toni está vez no dijo nada, pues no intervenía con el trabajo, el único disgustado era su abogado Raúl salinas, pero a nadie le importaba la opinión de ese lechoso.

Algo de las drogas es que te hacen ver alucinaciones con poco o nada de sentido, es como una experiencia a lo Alice in Wonderland, incluso "mejor" que eso.

Una vez más Carlo inundaba su mente con la ayaguasca, viendo al coyote que tanta compañía le hacía y le dejaba en claro que no estaba loco, sin embargo, algo más hizo acto de presencia.

Estaba de lo más tranquilo en las carabanas de los hippies, pero algo llamo su atención, un chico rubio brillante con suéter rojo y pantalón estilo militar, lo raro es que no se veía como una persona normal, tenía un aura de rareza inhumana.

—Coyote, eso... ¿Puedes verle? -señalo el Gambino-.

—Claro que lo veo, está perdido, no sabe a dónde ir, está triste y abandonado.

—¿Lo conoces? -intenta levantarse del suelo-.

—Lo he visto mucho, no me hace preguntas pero escucho sus penas, necesitaba ser escuchado y cumplí su deseo.

—¿Y porque no estás con él ahora?

—Porque muchas veces quiere estar solo para poder encontrarse a si mismo, pero es muy difícil para alguien como él.

—Tengo que hablarle -intenta caminar hacia él-.

—No lo asustes Carlo.

—Tranquilo, yo controlo.

Lo siguió con su dificultad al caminar, pero trato de centrarse, no quería perder la oportunidad de hablar con aquel chico, pues le llamaba la atención a niveles estratosfericos, sin embargo, el chico al verlo huyó a prisa perdiendolo en menos de un segundo, se deprimió un poco por eso, el coyote llegó a su lado negando con la cabeza.

—Lo asustaste Carlo.

—No hice nada malo, solo quería saludarlo.

—Él tiene miedo.

—¿Pero a qué?

—A todos, le han hecho mucho daño y ya no quiere sufrir más, tampoco quiere lastimar a nadie.

—No lo veo haciendo daño, se ve pacífico.

—No es exactamente él quien hace daño, si no, algo viviendo en su interior.

—¿Sabes dónde puedo encontrarlo?

—Claro que si.

—Bueno, dímelo.

—No lo haré, no traicionare su confianza -se aleja-.

—¡P~pero coyote! No es justo.

—Lo injusto sería darte información que él no me a dejado dar, ya hice suficiente con decirte que tiene miedo.

Suspira —Lo entiendo, voy a buscarlo por mi cuenta.

Después de un rato los efectos de las drogas en su sistema se habían bajado, así que fue a casa junto a su hermano, quien parecía haber tenido un día difícil pues se había quedado dormido en el sillón, lo cargo con delicadeza y lo llevo hasta su habitación cubriéndolo con una sábana. Cerró la habitación siendo lo más silencioso posible y se fue a la suya, normalmente los dos duermen justos, pero hay días que se van a distintos cuartos por simple comodidad.

Al estar en su cuarto saco una libreta y lápiz de entre sus cosas, se recostó en la cama y comenzó a bocetear un poco lo que recordaba del chico que vio, no era la gran cosa, pues drogado no tenía la mente al 100%, por lo cual no tenía mucho, solo pocos detalles que recordaba de su espalda, pero eso era mejor que nada, así que no perdió tiempo haciendo trazos sobre el papel.

—Ni siquiera se cuál es tu nombre, no tuve tampoco la oportunidad de ver tú rostro pero ya has llamado mi atención.

En uno de sus trazos dejo ir el lápiz al escuchar un trueno, miro por la ventana mirando como comenzaba a llover, suspiro cerrando la ventana, peor se puso todo cuando un sonido muy fuerte de explosión sonó después de otro trueno, pues la luz se había ido, nego con la cabeza arto y fue a la habitación de su hermano revisándolo acompañado de la luz de su celular, algo que volvía a Toni sumamente pequeño eran los truenos, más bien los ruidos fuertes, quizás ser un mafioso no era la mejor de las opciones para alguien con fonofobía.

Al entrar al cuarto vio a una sábana temblando sobre la cama en un ovillo, se acostó a su lado y lo abrazo, Toni tembló un poco menos y salió un poco de la sábana dejando ver solo su cabeza y sus ojitos llenos de lágrimas.

—Tranquilo, estoy aquí -busca con la mirada en la mesa de noche y toma unos tapones para oídos- toma -se les acerca-.

Toni trata de tomar los tapones pero suena otro trueno asustandolo y aferrando sus manos al pecho de su hermano menor, Carlo de forma rápida le pone los tapones y lo abraza con fuerza.

—Te prometo que nos iremos de esta ciudad en menos de un año, nos iremos a un lugar más tranquilo junto a la mamma.

—Quiero volver a casa...

—Lo se, yo también, pero recuerda que hacemos esto por ella.

—No te escucho -sorbe la nariz-.

Se le escapa un risita —Ya lo se.

—Tengo frío.

Mira la ventana abierta —Aguarda un momento.

Se levantó para cerrar la ventana, pero se sorprendió al ver que del otro lado de la calle estaba aquel chico de suéter rojo mirándolo, volteo un momento para ver a su hermano y después volvió a mirar hacia afuera pero ya no estaba aquel chico, frunció el seño sacando un poco la cabeza para mirar a los lados, nada, extrañado solo cerró la ventana para volver a la cama con Toni.

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Toni chiquito 💗

Te veo [Carlabo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora