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Gustabo tenía entre sus manos una libreta apreciando como en una de sus hojas había un dibujo de él casi perfecto hecho completamente a lápiz, una sonrisa escapó de su labios y se dejó caer sobre la cama abrazando la libreta.

Que curioso, llegó a sentirse mal por dejar a los suyos atrás, pero estando con los hermanos Gambino se sentía bastante tranquilo y en paz, Pogo parecía ya no ser un problema, aún así no bajaría la guardia, no quería lastimarlos.

De pronto escucho la puerta principal abrirse, salió de la habitación para recibir a los dueños de la casa quienes fueron a la cocina así que fue tras ellos.

—Buenas cuñis -salida Toni mandándole un beso con una mano- trajimos comida.

—Toni por favor -la cara de Carlo se puso roja-.

Sonríe —Gustabo -mira al mencionado- ¿Ya lo has pensado? No es obligatorio pero... sería bueno tener una respuesta por la salud mental de mi hermano.

—¿Creés que estoy desesperado por saber su respuesta? -se cruza de brazos-.

—Eres mi hermano, te conozco y estás muy ansioso por saberlo -lo señala con un tenedor y vuelve a ver a Gus-.

—Lo siento, pero no puedo aceptar -dijo Gustabo por fin- estar en situaciones de riesgo que tengan que ver con armas y drogas hacen que Pogo quiera salir, es mejor estar lejos de ello.

—¿No crees que Pogo es así por algo? Normalmente cuando se habla de TID no es muy común que las personalidades sean agresivas, solo en las películas.

—Necesito.ir.al.baño -se aleja llendo al baño encerrandose-.

—Algo oculta...

—Esta claro -dice Carlo desanimado- pero no podemos presionarlo para que nos cuente toda su vida y sobre Pogo, incluso fue difícil para él hablarnos de eso, no me imagino cuánto sufre.

—Por eso estamos aquí -le da un sape- tienes que estar con él -suspira- lo mejor será que estés un poco apartado de la organización para cuidarle ¿No lo creés?

—Si ¿Estás seguro de que podrás con eso?

—Claro, tengo a José.

Toni se cubrió los oídos al escuchar un ruido no muy fuerte, pero para sus oídos era horrible, Carlo se preocupo por su hermano, pero más por su pareja, fue al baño y tocó la puerta, no hubo respuesta, solo escucho gimoteos, tomo el pomo y le dió vuelta, no tenía seguro, abrió la puerta viendo el espejo roto y sangre en el lavabo, miro a Gustabo: su mano sangraba y goteaba, un par de lágrimas escapaban de sus ojos. Iba a gritar por ayuda del mayor, pero no quería causarle otro sobresalto por el sonido, así que en una voz no muy fuerte le llamo.

—Tranquilo, estoy aquí -lo abraza- todo estará bien.

Toni apareció y se sorprendió por aquello, así que tomo el botiquín de primeros auxilios, Carlo con cuidado lo llevo hasta la sala y lo sentó, el otro Gambino se sentó a su lado sacando algodón con agua oxigenada henchandole en la herida.

—Gus ¿Que paso? -le pregunto Toni con una voz tranquila tratando de no sonar desesperado, porque lo estaba y mucho-.

—Lo ví en el espejo... lo siento, él... quiere sangre, explosiones...

—Y... ¿Y si lo dejas salir? -propuso Carlo-.

—No puedo, les va hacer daño, no quiero perderlos -lo mira con ojos de súplica-.

—Y será peor si lo sigues manteniendo oculto.

—Tengo miedo...tengo miedo... tengo... yo...

Su respiración se puso irregular, no quería dañar a nadie más, no podía, pero no podría contra alguien más fuerte que él.

Toni termino de curarle y vendarle la herida regalandole una pequeña sonrisa, se miro las vendas en la mano sin expresión alguna, solo l aobsrrvaba como si fuera lo más interesante del mundo.

—¿Gustabo? ¿Estás bien? -le pregunto el hermano mayor preocupado-.

—Todo bien... -baja la mano-.

—¿Que tal un poco de chocolate caliente? Eso anima a cualquiera -trato de romper el mal ambiente, se levanta y va a la cosina para preparar la bebida-.

—¿Seguro que estás bien? -le pregunto Carlo-.

—Estoy de puta madre, exagere un poco, eso es todo.

—Es normal tener miedo -le agarra la mano sana- somos humanos después de todos.

—Supongo... -mira las manos entrelazadas- me uniere a su mafia.

—¿Eh? -lo mira confundido- pero digiste...

—Si, pero me gusta el poder... y... tengo cosas pendientes con... -sonrie- solo quiero probar un poco de la ilegalidad una vez más.

—Supongo que no hay problema, mañana haremos una reunión para presentarte, pero... talvez debamos ocultar tú nombre a los demás para evitar problemas con tus familiares.

—Me alegra que hayas pensado en ello, deberías presentarme como Wilson.

—De acuerdo, así será -le da un beso largo en la mejilla-.

Su rostro se pinto de rojo y se puso muy nervioso por ese acto, Carlo noto eso y solto una risita divertido, eso le molestó un poco pero miro el collar de botella con la arena y se calmó un poco, sentía bastante paz a su lado y no entendía la razón.

—Eres empalagoso... -dijo casi en un susurro-.

—Un poco, pensé que te gustaba así, a menos que quieras que sea un poco más... dominante -lo toma de la barbilla-.

"¡¡¡GUSTABO!!!"

—Emm... necesito tomar aire.

Se levantó rápido y corrió al patio, respiro profundo y dió un par de saltitos tratando de concentrarse.

—¿Cómo es que puedes vivir con esto? -se cubre los labios con el puño- eres un maldito sentimental. Te daré el gusto y no los mataré, pero sabes muy bien cuál es mi objetivo, mataré a Conway y haré que esa mafia crezca, no más pobreza Gustabo.

Posa su mano sobre su pecho sintiendo que aún está muy aselerado, maldice y vuelve a tomar aire, mira si reflejo en la ventana notando que sus mejillas están coloradas, frunce el ceño y baja la mirada, no podía sentir ese tipo de cosas, se supone que no debe sentir absolutamente ninguno tipo de sentimentalismo por el bien y protección de Gustabo.

—Estupido italiano. Te estás equivocando Gustabo, el amor no vale para nada -sigue tomando bocanadas de aire-.

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Pogo es libre...

¿Que pasará?

Te veo [Carlabo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora