"Siempre me ha gustado jugar con ustedes"
Los Hargreeves, apuesto a que nos conocen. La fabulosa Academia Umbrella, con increíbles poderes, multimillonarios y una familia "unida", que mentira. Es decir uno de nosotros ha estado desaparecido por casi...
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2003
Una campana comenzó a sonar indicando que era la hora de la comida. Mi mirada se dirigió al pelinegro antes de salir hacia el comedor.
–Por favor no lo hagas– Le pedí.
Salí del cuarto y baje las escaleras junto a todos mis hermanos, Five detrás de mi. Llegamos al comedor y como siempre nos pusimos detrás de nuestras respectivas sillas, yo me sentaba en medio de Klaus y Ben. Papá llegó a su lugar y abrió su silla.
–Sientense– Nos dijo.
Nosotros obedecimos. Yo comencé a comer mientras Klaus armaba nuestros porros, inevitablemente mi mirada se dirigió a Five. Él me vio con una mirada que decía "me importa una mierda que no quieras que lo haga". Entonces clavo su cuchillo en la mesa asustandonos a todos.
–Number Five– Papá lo regaño.
–Tengo una pregunta– Habló el chico.
–Él conocimiento es un objeto admirable, pero conocen las reglas: No pueden hablar durante las comidas. Están interrumpiendo a Herr Carlson– Five aventó su plato de comida.
–Quiero viajar en el tiempo– Está vez fue mi turno para dejar de comer. ¿Por qué nunca me hace caso?
–No–
–Pero estoy listo. He practicado mis saltos espaciales, como dijiste– Five se transportó a un lado de papá. –¿Ves?–
–Un salto espacial es trivial comparado con lo desconocido del viaje en el tiempo: Uno es como deslizarse por el hielo, el otro como descender a las profundidades de aguas congeladas y reaparecer como una bellota– Asentí, comprendiendo lo que el viejo había dicho.
–No entiendo– Five le dijo y yo rodé los ojos, era fácil de comprender.
–Por eso mismo, no estas listo–
Five volteo a verme y yo negué en su dirección.
–No tengo miedo–
–Ese no es el problema. Los efectos que podría tener en tu cuerpo, incluso en tu mente, son impredecibles. Escucha, te prohíbo seguir hablando de esto–
Five hizo una mueca de enojo y comenzó a caminar hacia la salida.
–¡Number Five! ¡No puedes retirarte aún!–
–No...– Susurre antes de pararme e ir tras el chico.
–¡Number eight! ¡Regresen!–
–¡Five! ¡Mierda, detente!– Pase la pequeña reja y lo vi parado esperandome.
–Tengo que hacerlo– Me acerque a él y tomé su mejilla.
–No, no tienes que hacerlo, ¿si? No tienes nada que probarle a papá–
