🎡FINAL🎡

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"Estás son las cosas que sé que son verdad: Me llamo Chanyeol, mi esposo es BaekHyun; escritor, creo... uno que cree saber todos mis secretos, pero ahora ni yo los recuerdo todos. Tenemos un hijo, su nombre es...¡JaeYeol! Eso, si. Se todas estás cosas, pero hay cosas que ya no puedo recordar...¿o no he olvidado nada y estoy desvariando? Está es una de las capas de mi memoria y no puedo desenterrarlo, pero trato.

He rememorado la mañana en que mamá se fue sin decir porque, yo solo tenía...ah bueno, era pequeño, pero era muy listo, trato de tener un recuerdo para todo, y he aquí mi recuerdo de esa mañana"

BaekHyun se levantó tronando su espalda en la orilla de la cama, Chanyeol a su lado, seguía durmiendo, así que solo beso su frente antes de levantarse y caminar hasta la habitación de JaeYeol, al tiempo que caminaba y pegaba las notas en todo el pasillo sobre lo que había que hacer ese día Chanyeol, con cuidado de no confundirlas. JaeYeol hacía lo mismo, colocaba notas en algunas cosas que, aunque no eran importantes, a su padre tal vez le gustaría saberlas.

Chanyeol cuando despertaba con el grito de Baekhyun llamándolo a comer, iba tomando las notas y leyéndolas, todas escritas con la pequeña y linda letra de BaekHyun, con un corazón al final de cada oración.

"Date una ducha, lava tus dientes, cambia tu ropa, la combinación de colores es importante"

"¿Champiñones para cenar? Pegame esta nota en el refrigerador si quieres"

"No olvides tu material de clases, lo he organizado por ti"

"El cumpleaños de JaeYeol será pronto, el número cinco es importante 4 de Junio"

A Baek le sorprendían las cosas que era capaz de recordar. No podría esperar que Chanyeol recordase una cita o los pormenores de un hecho reciente, como quién estaba allí, o cuándo había sucedido. Pero a menudo se quedaba atónito ante la claridad conque hablaba de su juventud, de cosas de naturaleza semejante a las que había descrito en sus memorias.

Para Baek, eso era un indicio de que los caminos que conducían al pasado de su esposo seguían despejados, aunque marcados por rodadas en algunos puntos y llenos de confusos desvíos. A veces mezclaba el pasado con recuerdos de otros períodos de su vida. Pero aquella parte de su historia seguía siendo una reserva de la que podía sacar elementos y compartirlos con otros. Daba igual que desdibujase los pequeños detalles. El pasado, incluso modificado, seguía siendo coherente.

En las semanas anteriores, Chanyeol había contado varias veces cómo había recibido el anillo con piedras de jade rescatado por Baek del sillón de piel sintética.

-Esto lo compré para papá hace mucho- dijo Chanyeol hacía su pequeño hijo, que llevaba a su boca el huevo revuelto que BaekHyun le había preparado -Fue muy costoso, pero en ese entonces peleábamos mucho, por eso no lo deje que lo tuviera- BaekHyun lo golpeó con su cuchara mientras también le daba su desayuno. -No tiene nada de malo que él lo sepa, si lo olvido, me gustaría que él al menos supiera ciertas historias-

BaekHyun deja a JaeYeol en la escuela, sus padres besan sus mejillas y le desean lo mejor, Chanyeol siempre deja una nota en su almuerzo, recordandole lo mucho que lo ama a pesar de que a veces olvide su nombre.

BaekHyun deja a Chanyeol en la universidad, se despiden con un montón de cortos besos y después JongIn va por él hasta la entrada y lo ayuda con su horario. Regresa a casa y trabaja hasta que es hora de pasar de nuevo por esos dos, se encuentra con la nota de los champiñones en la cocina, donde Chanyeol dibujo una carita sonriente.

Cuando toda la familia va de regreso a casa, JaeYeol pide pasar un momento a la playa y sus padres se lo permiten. Mientras miran al niño correr con los pantalones doblados hasta las rodillas, evitando el agua, Chanyeol se la nada deja de sonreír y mira a su alrededor con el ceño fruncido, BaekHyun solo lo toma de la mano y Yeol parece tranquilizarse de inmediato.

Ahora, mientras miraba a su hijo y a su esposo dormir cuando estaban viendo una película, Baekhyun miro las fotografías alrededor, imagina a su esposo de niño, a su madre de joven. Esa mujer que le dejo lo más importante que tenía ahora, era la mujer que le dio forma a su vida indirectamente, las que están en sus huesos. Lo indujeron a preguntarse si el orden y el caos de su vida se debían al destino o al azar, a la autodeterminación o a las acciones de otros. Le enseñaron a preocuparse. Pero también ha aprendido que con sus advertencias no pretendían asustarlo, sino evitar que siguiese sus pasos, pues querían algo mejor para su hijo. Deseaban que escapase de la misma maldición.

En su pequeña casa y en sueños, Chanyeol regresa al pasado. El ordenador portátil se convierte en la bandeja de arena con la que jugaba de niño. Vuelve a tener seis años, es la misma niño, recuperado ya de la fractura en el brazo, sujetando en la mano contraria un palillo chino, preparada para comer.

—Piensa en tus intenciones —dice la voz de su madre—. En lo que está en tu corazón y deseas poner en el de otros.

Y codo con codo, Chanyeol y su madre empiezan a cenar en compañía de su padre. Las palabras fluyen. Se han fundido en una sola persona, su familia, la que tenía antes de formar la propia. Hablan sobre lo que sucedió y por qué sucedió y sobre cómo hacer que sucedan otras cosas. Escriben historias de hechos que ocurrieron pero no debieron ocurrir. Escriben sobre lo que pudo haber sido y lo que aún puede ser. Escriben acerca de un pasado susceptible de cambios. Al fin y al cabo, dice su madre, ¿qué es el pasado si no aquello que elegimos recordar? ¡Eligen no ocultarlo, aceptar lo que está roto, sentir el dolor y confiar en que pasará! Saben que la felicidad no está en una cueva ni en un país, sino en el amor y la libertad para dar y recibir lo que siempre ha estado allí.

Chanyeol recuerda estas cosas mientras escribe una historia. Es para su esposo, para su hijo, para si mismo, para nunca olvidarlo. 

En orbitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora