Capítulo 4 - El comienzo de una gran amistad

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Por fin conseguí llegar a la quinta isla. No me costó tanto como creía, pero la verdad es que cuando llegué a la última isla sentí que no podía seguir. Luchaba muy duro contra todo tipo de Octolings, pero ya no me quedaban fuerzas. El cansancio de los últimos meses, combinado con la situación en Cromópolis, me estaba afectando demasiado. Tina intentaba animarme a continuar, así que hice el esfuerzo final para terminar con todo esto y, al fin, rescatar al gran siluro.

-Jairo, estoy a punto de coger el último fragmento para el nivel final -hablé, casi sin aliento.

-Está bien. Para este último enemigo, te daré el arma más poderosa que he creado: el pez dorado -respondió Jairo, con un tono alentador.

-Va a ser complicado derrotarlo hoy. Apenas me quedan fuerzas.

-Mira, puedes regresar a casa después de recoger el último fragmento. ¿Te parece bien? -me preguntó, intentando darme ánimos.

-De acuerdo -accedí, resignada.

Terminé el nivel y, justo cuando iba a recoger el fragmento, una voz conocida resonó detrás de mí.

-¿Qué haces aquí? ¿Y por qué estás recogiendo todos los fragmentos?

Me giré y vi quién era. El Agente 3, otra vez.

-No es asunto tuyo -respondí, visiblemente irritada por el cansancio.

-Sí lo es.

-Oye, ¿por qué defiendes a los Octolings y quieres que ganen, pero luego me salvas? No entiendo nada.

Se hizo un silencio incómodo. Una brisa suave acarició su cabello azulado mientras me observaba con seriedad.

-No quiero hablar de eso ahora. Lárgate de aquí, por favor -dijo, y desapareció antes de que pudiera decir una palabra más.

-¿En serio cree que vamos a detenernos solo porque lo pide? Qué gracioso... Bueno, Coral, coge el fragmento y vámonos -me ordenó Tina, sin perder tiempo.

Recogí el último fragmento y regresamos a Cromópolis. Finalmente, en casa, me tiré en la cama para descansar lo suficiente. Sabía que al día siguiente me enfrentarían al último enemigo, así que necesitaba toda la energía posible.

A la mañana siguiente, me levanté renovada. Desayuné y me preparé para reunirme con Tina y Jairo. Al llegar, Jairo me entregó el pez dorado. Apenas podía creerlo: tenía en mis manos el arma más poderosa. Me puse en posición detrás del enemigo, esperando a que se diera la vuelta, pero algo no iba bien.

Cuando se giró, llevaba consigo a una Inkling controlada por unas gafas hipnotizadoras.

-¡Al ataque! -gritó la pobre chica, completamente controlada por las gafas.

-¡Cory, no te preocupes! Intentaré disparar a las gafas para liberarla -exclamó Tina, mientras se acercaba en un camión volador conducido por Jairo.

Me concentré en los puntos débiles del enemigo. Me costó, pero finalmente logré impactarlo. Pero la batalla no había terminado. Al enemigo le quedaba poca vida, así que seguí disparando hasta el final.

-¡Tinta va! -gritó Tina, lanzando un disparo de tinta verde que recorrió todo el escenario hasta golpear las gafas hipnotizadoras. Logró salvar a la Inkling, que quedó inconsciente tras ser liberada.

Con un último disparo, terminé la batalla. Justo cuando creía que todo había acabado, la Inkling que Tina acababa de salvar se levantó, tomó un arma cercana y disparó al enemigo al mismo tiempo que yo. Una explosión de tinta llenó el escenario, marcando el final de la lucha.

-¡Lo conseguimos! -grité emocionada.

-¡Sii! Gracias por ayudarme a salvar al gran siluro -respondió Tina.

-No hay de qué -dije, algo sonrojada. Luego me acerqué a la chica que acabábamos de rescatar-. Oye, ¿estás bien? Muchas gracias por ayudarme en ese último disparo.

-Sí, estoy mucho mejor. Esas gafas me estaban friendo el cerebro. Os agradezco mucho que me hayáis salvado. Por cierto, me llamo Alba.

-Yo soy Coral, encantada.

Desde ese momento, Alba y yo nos volvimos muy buenas amigas. Decidió unirse a mí en esta aventura para derrotar a los Octolings de una vez por todas.

NO TODAS LAS TINTAS SON COMPATIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora