Capítulo 12 - El regreso de los Octolings

9 4 0
                                    

-¡William, despierta! -grité, tratando de que abriera los ojos.

Abrió los ojos como pudo, aún aturdido.

-¿Qué pasa?

-¡LOS OCTOLINGS HAN VUELTO!

-¿¡Qué?!

-Sí, tú quédate aquí. Voy a llamar a Alba para que se reúna conmigo y cojamos nuestras armas.

-Pero, yo también puedo ayudar.

-Es muy peligroso, pueden capturarte en cualquier momento. Aquí estarás a salvo.

-Está bien. Me quedaré aquí.

Salí corriendo a llamar a Alba, preguntándole dónde estaba. Luego, me lancé por la puerta.

Entre explosiones y disparos, vi a Alba que ya estaba disparando con sus duales desde la entrada del vestíbulo. Mientras me acercaba, intentaba esconderme tras las paredes. Comencé a correr, pero tropecé con un trozo de escombro. Un Octoling me vio y empezó a dispararme. Justo antes de que el disparo me alcanzara, conseguí esquivarlo, disparándole con el marcador y eliminándolo. Después de eso, corrí rápidamente hasta donde estaba Alba.

-Por fin, estaba asustada -le dije, respirando con dificultad.

-Me había tropezado y un Octoling me vio. Pero no te preocupes, lo he eliminado.

De repente, se escuchó un ruido muy potente y el viento se volvió cada vez más fuerte. Una luz enorme nos apuntaba a Alba y a mí. Nos miramos a la vez y tratamos de protegernos con los brazos en la cara, como si eso pudiera hacer algo. Un disparo gigantesco empezó a acercarse a nosotras.

En ese momento, vi a William dirigiéndose hacia nosotras a la velocidad de la luz. Se puso delante de nosotras y, de la nada, hizo un escudo gigante que parecía surgir de un holograma, pero era muy sólido.

-¡William, no!

Nos dispararon y el vestíbulo empezó a derrumbarse sobre nosotras.

🦑

Pasaron unas horas y me desperté en medio del vestíbulo casi destruido. Había aguantado bastante bien; solo se habían caído algunos trozos. Pero Cromópolis estaba devastada. Cuando me di cuenta, empecé a mirar a mi alrededor buscando a Alba y a William. Vi a Alba despertarse, pero William seguía ahí tirado. Fui rápidamente hacia él para despertarlo y comprobar que estaba bien.

-¡William! ¡William! ¡Despierta!

Abrió los ojos y me lancé a abrazarlo mientras seguía en el suelo.

-Cómo me alegra que estés despierto. ¿Estás bien?

-S-sí, solo me duele un poco los brazos. Tengo unos rasguños. ¿Y tú, estás bien?

-Sí. Muchas gracias por salvarnos. Una vez más. Pero te dije que te quedaras en casa. Creía que te iban a llevar con ellos. Menos mal que estás aquí. Seguramente Perla y Marina pudieron hacer algo para derrotarlos. Si no fuera por ellas, no estarías aquí.

-Perdón, no pude quedarme. Estaba preocupado por si os pasaba algo. Oye, ¿y Alba?

-Voy a ver si está bien.

-Coral, ¡vaya roca me ha caído encima! -dijo Alba, tocándose la cabeza.

-Alba, era una piedra pequeña.

-¡Lo mismo es!

-No es lo mismo, Alba.

-Que sí es lo mismo.

-No discutáis por eso -dijo William, riendo.

-Veo que estás bien.

-Sí, por suerte sí.

-Vamos a hablar con Perla y Marina para ayudar en la reconstrucción de todo esto. Pero primero me voy a llevar a William a casa a curarle las heridas que tiene en los brazos. Espéranos con Perla y Marina.

Llegamos a casa y empecé a curarle las heridas cuidadosamente a William. Se quejaba un poquito del dolor, pero no le importaba.

-Gracias por curarme.

-No, gracias a ti por salvarnos. Ya lo has hecho dos veces. Muchísimas gracias, de verdad.

Nuestras miradas se encontraron, y nuestros labios estaban tan cerca, casi a milímetros. Volvía a sentir su tranquila respiración.

De repente, recibí una llamada de Perla.

Me aparté y cogí el teléfono.

-¿Sí? -contesté.

-Cory, tenemos buenas noticias. Ven rápido -me dijo Perla con entusiasmo.

-Vale, llego enseguida -colgué rápidamente.

-¿Nos vamos?

-Sí. Me han dicho que tienen buenas noticias.

-No hay tiempo que perder. Vamos.


NO TODAS LAS TINTAS SON COMPATIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora