Te extraño en mi habitación

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El resto del concierto marchó con normalidad. Terminó y las cantantes fueron a sus respectivos camerinos a cambiarse y tomar sus pertenencias para regresar al hotel. Dulce iba saliendo de su camerino para buscar a María Conchita en el suyo, cuando Hugo la detuvo.

—Dulce, ¿Me puedes explicar por qué no saliste a cantar "Hielo"? —preguntó serio y bastante molesto levantando la voz -dejaste al público esperando, dejaste también a tus compañeras esperando, ninguna sabía qué hacer, ¿cómo fue posible que no salieras? Qué poco profesional de tu parte, qué vergüenza, bueno, no sé qué te pasa, qué tienes últimamente en la cabeza, porque fuera de escena te me atrasas en muchas cosas, es muy absurdo y muy estúpido que una artista de tu talla se esté comportando de esa manera.

—No, oye, Hugo, ¡a Dulce no le hablas así! —contestó María Conchita al salir de su camerino, pues había estado escuchando todo.

—Le hablo como yo quiero, aquí mando yo. No te estés metiendo en asuntos que no te importan.

—No, tampoco le hables así a ella.

—Pues creo que sí me importan porque Dulce me importa.

—María, por favor, tranquila, no hagas ésto más grande, ¿sí? Adelántate, ahorita te alcanzo.

—¿Segura?

—Sí, por favor, déjame hablar con Hugo.

—Está bien —suspiró y se retiró.

—Ahora sí. Tú a mí no me hablas en ese tono. Estúpido es estarme reclamando sin antes escucharme, y estúpido es que te pongas en ese plan de que aquí mandas tú, y de que por ser quien soy no puedo cometer errores, ¿qué te pasa a ti? Pareciera que no tienes un lado humano y comprensivo.

—Dulce, sabes que por errores así yo te puedo sacar de GranDiosas en el momento que yo quiera, ¿verdad?

—Pues hazlo, GranDiosas no es todo lo que tengo en la vida, ¿eh? Prefiero estar fuera que soportar faltas de respeto hacia mi persona y enfrente de más gente —estaba por darse la media vuelta cuando Hugo la agarró de la muñeca.

—Respóndeme a lo que te pregunté, ¿por qué no saliste a cantar?

—Eso no te incumbe, tú tampoco te metas en asuntos que no te importan, fue un contratiempo personal, ¿lo entiendes? Personal —hizo énfasis en esa palabra —no tienes que estar sabiendo todo de mi vida. Ahora si me permites —safó su mano de la de Hugo y caminó hacia la salida —ah, una última cosa -volteó de nuevo con Hugo —me presento en las fechas que ya tengo firmadas, y no me vuelves a ver aquí —sentenció con firmeza y se fue.

Todas las cantantes fueron llevadas inmediatamente al hotel. Al llegar, todas fueron a sus respectivas habitaciones, sólo que, minutos después, Dulce fue a la de María Conchita.

—Rápido, entra —dijo María Conchita luego de abrirle la puerta —¿No te vio nadie?

—No, no había nadie allá afuera.

María Conchita la tomó de la cintura —¿Entonces ya podemos continuar lo que dejamos pendiente en aquel camerino?

—Claro que sí, podemos seguir con eso y más —se besaron y se dirigieron a la cama. Se sentaron y se miraban detenidamente. Por fin se tenían una a la otra, por fin juntas y completamente solas, y sobre todo, listas para entregarse, para aquél momento que tanto anhelaban pero que no se habían atrevido a intentar.
María Conchita se acercó lentamente a Dulce, quitó el cabello de su rostro, lo hizo hacia atrás y comenzó a besar su cuello lentamente —. María —Dulce se apartó.

—Mande.

—¿Después de ésto me vas a seguir queriendo?

María rió con ternura —¡pero qué pregunta es esa! Claro que sí, mi Dulce. Yo no soy hombre como para fingir amor sólo para tener sexo, y si eso hubiera querido, en primera: yo sé que tú no te prestarías sólo para eso; en segunda: de haber sido así, te habría dicho desde un principio. No dudes de mi amor por ti, de todo lo que ha pasado en este tiempo entre nosotras, y si estás dudosa o tienes miedo de que eso pase, podemos parar ahorita, está bien si aún no estás lista.

Desde Esa NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora