—¿Cómo que cambio de look?— Pregunté con miedo en mis ojos.
—Lo que has oído. Te llevaré al centro comercial y renovaremos tu armario, vas a dar un cambio que ni tus padres te van a reconocer. Tienes que pasar ya de página ¿vale? No me gusta verte así. Ya tienes que superar a ese gilipollas y empezar a conocer chicos y con esa pinta, no lo conseguiremos así que, esta noche te vestiré yo. Te pondré guapísima. Y por una vez te vas a olvidar absolutamente de todo y te vas a divertir. No recibiré un no por respuesta, lo haremos y punto.
Nata tenía razón, debía pasar página y esta noche, me divertiría.
—Está bien.
—¡Bien!— Me sobresalté por su grito de victoria.
Arrancó el coche y en 10 minutos ya estábamos en la puerta giratoria del centro comercial.
—Primero buscaremos un vestido para esta noche y después empezaremos con el armario— Anunció con una sonrisa en su cara, me cogió del brazo y me arrastró hasta la tienda más cercana.
Parecía una loca recorriendo toda la tienda, empezó a coger varios vestidos mientras yo estaba quieta con los brazos cruzados sobre mi pecho.
—Toma, todos estos te los probarás, sin rechistar.
Me empujó a los probadores. Entré en uno, corrí la cortina del todo, cogí las perchas y las dejé colgadas. Empecé a deshacerme de mis prendas y cogí un vestido de color negro con escote de forma de corazón que era ajustado en la cintura y caía en forma de cancán hasta mis pies. Me miré al espejo, no me quedaba mal...
—A veeeer, princesa.
Abrí la cortina. Mi mejor amiga me miró de arriba a abajo y me dijo que me probara el siguiente.
Dejé el vestido negro en otra percha apartada de las demás. El siguiente era de color plateado. Me lo puse por la cabeza me venía por dos dedos encima de la rodilla. Abrí la cortina.
—Te hace las piernas muy cortas. Quítatelo. Pruébate el rojo.
Me quité el plateado y lo dejé junto al negro. Me puse el rojo que me había mencionado Nata. Me lo puse, llevaba tirantes, era muy apretado, me llegaba más arriba de la mitad de mi muslo. El vestido brillaba. Me sentía rara, muy rara.
—Parezco una puta, Nata.
—Abre— La obedecí y abrí para que me viera.
Cuando me vio le brillaron los ojos. Me hizo una seña para que diera una vuelta.
—Estás hermosa, a los chicos se le caerá la baba al verte. Te hace un escote súper bonito y te hace un culo... Quítatelo, nos llevamos ese sí o sí. Yo pago. Ahora te buscaré unos tacones y algunos accesorios que queden bien con ese pedazo vestido. 38 ¿verdad?— Asentí cabizbaja.
Volví a mirarme al espejo, la verdad es que me quedaba bien, me hacía las piernas largas y aun más si me ponía unos tacones. Me deshice del vestido y salí del probador.
Vi a Nata en la caja con unos zapatos de color negro, altísimos y con plataforma, unas pulseras de color plateado y unos aros del mismo color. Me hizo una seña para que le diera el vestido. Se lo di y pagó con la tarjeta de crédito de su padre.
Recorrimos todo el centro comercial, ya eran las 8:30 pm y Nata me había comprado todo tipo de ropa: shorts vaqueros, camisetas demasiado escotadas, blusas, zapatillas, zapatos... Y por último fuimos a la peluquería para que me hicieran un peinado, claramente propuesto por Nata. Me había quedado el pelo con unas ondas preciosas y tenían un brillo, me lo habían dejado muy bien.
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Cuidado, un gilipollas.
Teen FictionElla, una joven adolescente y él, el típico arrogante popular que cree que tiene a todas las chicas a sus pies. En su último año, sus vidas darán un vuelco completamente diferente. Ellos acabarán odiándose mutuamente pero, ¿podrán escapar de las g...