✧˖*°࿐⠀𝒃𝒓𝒊𝒅𝒈𝒆𝒓𝒕𝒐𝒏
Ingeniosa, atrevida y con una secreta habilidad para la pintura, Frances Granville llega a Londres con dos convicciones: La primera, que no le interesan los hombres, especialmente los señores que desfilan impecablemente c...
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— Buenos días señorita, espero encontrarla despierta. Este nuevo vestido acaba de llegar de la... Oh. — Annabeth se interrumpió cuando sus ojos se posaron en el cuadro en el que Franny estaba trabajando, totalmente absorta en el proceso, con su pelo rubio sobresaliendo en todas direcciones del moño suelto en la parte superior de su cabeza.
— ¿Qué te parece, Annabeth? Puede que sea una de mis mejores obras. — Preguntó Franny con un brillo travieso en los ojos, con la mano manchada de pintura.
— No sé, señorita... ¿es la Reina, con lo que podría parecer un Rey Pino en la cabeza de Su Majestad? — Annabeth adivinó incómoda.
— Precisamente. Muy apropiado, creo. También podría predecir su próxima aparición. También podría servir de ilustración a esa hoja de escándalo de Lady Whistledown.
— No creo que eso sea prudente, señorita — Franny no respondió, sino que admiró su obra maestra, con las manos en las caderas, el cepillo en la boca y la cabeza ladeada.
— Le prepararé un baño, señorita, y luego podrá probarse su nuevo vestido. También le trenzaré el pelo.
— Bueno, buena suerte con eso — Murmuró Franny mientras Annabeth salía de la habitación para comenzar a correr el agua, dejando a Franny sola, bastante imprudente. Su atención se desvió hacia el vestido, sorprendiéndose al ver que era de su agrado. Lila, con tonos azules, y con una delicada capa de encaje entretejida con pequeñas flores blancas, el vestido estaba colocado cuidadosamente sobre la cama. Pero justo antes de que sus manos pudieran alcanzarlo, recordó que el encaje y la pintura rara vez se mezclan bien, y se detuvo para no arruinar el vestido. Después de todo, tal vez se le estaban pegando algunos modales. Que Dios me salve de convertirme en una verdadera dama, pensó.
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Con las manos limpias de pintura, el pelo bien trenzado y el vestido ajustado a la perfección, Franny se dirigía al salón con ganas de contarle a su tío su nueva acuarela.
— Tío, ¡tienes que enseñarme a pintar retratos! Ya he tenido bastante con los paisajes y las flores. Quiero pintar algo que haga que la frente conservadora de la alta sociedad se arrugue. Tienes que comentar mi nueva acuarela de la reina Charlotte con un pino del rey... Oh. — Franny se interrumpió cuando al entrar en el salón se encontró con dos hombres de pie, uno frente al otro: Su tío, con una expresión sombría y gélida en el rostro, y su completo opuesto, Lord Wetherby saludándola con una cálida y acogedora sonrisa.
