A Gojo, pocas cosas que le causan estrés de forma real, de forma tóxica y desesperante.
Una de esas pocas cosas es esto, estar con los viejos de los altos mandos. Los jodidos peces gordos que parece que tuvieran un palo de béisbol enterrado en el culo todo el tiempo y detestaran la existencia de Gojo como si fuera la escoria. Gojo puede, y se siente orgulloso, decir que el sentimiento es mutuo.
La notificación fue bastante indiscreta, le dijeron que hablarían sobre el compromiso al que debe de atenerse si quiere ser un digno heredero del clan Gojo.
¿Quiénes mierda se creen que son?
Están hablando con el hechicero más fuerte de todos, él lleva el equilibrio en el mundo de jujutsu, maldita sea, como si se mereciera tan desconsideración. Deberían dejarlo en paz. No hubo un descendiente de los seis ojos en tanto tiempo y ahora le dicen que él, el milagro después de años, tiene que atenerse a las reglas.
Reglas estúpidas y arcaicas.
¿Acaso no ven en lo que terminó la boda entre la princesa Diana y el príncipe Carlos? Los matrimonios donde se escoge al omega por conveniencia ya no funcionan. El mundo a su alrededor cambia, se adapta.
Pero claro, los tipos estos qué van a entender, ellos tienen la misma ideología que sus antepasados hace mil años.
Gojo llega, se sienta tranquilamente e incluso se da el lujo de silbar, echándose hacia atrás en el sillón mullido y abriendo las piernas de par en par. No se ha puesto ningún parche de olor ni inhibidor, para perfumar todo el ambiente con su aroma de alfa. Lo apesta todo. Sonríe sabiendo que esto les hará escurrir bilis.
Y, cuando llegan y lo sienten, Gojo no puede hacer más que sonreír y sonreír.
—Hola~
—Mocoso insolente. —Le dice uno de ellos, abriendo los ojos, algo sorprendido por la forma en la que huele el lugar. Todo huele al fuerte y dominante aroma de Satoru.
—Aw, qué cariñoso saludo. Yo también los extrañé mucho. —La hipocresía en su tono de voz y su expresión es tan sincera que incluso uno de los viejos gruñe.
Alfas viejos y arcaicos que ya deberían estar descansando en sus casas, jugando cartas o qué sabe él.
—¿No te levantarás para inclinarte por respeto?
—Lo haría si realmente sintiera algo de respeto. —Responde el alfa más joven. No le impresiona el gruñido que se gana.
—Niño malcriado, ni siquiera nacías cuando nosotros velábamos por la seguridad de esta sociedad, de tu familia.
—Ajá, supongo que mis padres ya le agradecieron por todo eso.
El alfa viejo le gruñe y los demás le siguen el ejemplo. Qué gracioso. Lo más gracioso es que justamente solo pueden hacer eso: gruñir. Ya que Gojo es el más fuerte de todos, no podrían ganarle. Por eso lo toleran.
Ellos saben que Gojo quiere hacer un cambio, y no pueden hacer más por evitarlo. Satoru se ríe en sus caras.
Pronto podrá convencer a Yaga de que lo hagan maestro de Jujutsu Tech en Tokio. Lo demostrará cuando vean lo buen hechicero que será Megumi, el chiquillo tiene mucho potencial.
Los ancianos respiran profundamente, mirándolo con malestar. Gakuganji lo mira con una expresión vacía e irritante. Sabe que lo odia, que lo ve como una amenaza, y eso a Gojo le gusta.
—Entonces... ¿De qué querían hablar? —menciona, rascándose algo inexistente en su oreja, solo para molestarlos.
Verlos fruncir el ceño tan profundamente es, en términos generales, una de las cosas que más le divierte.
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Lustful Alpha / Fic # 4
RomanceSatoru busca, en diferentes cuerpos, el consuelo que necesita para poder olvidar a Kento. Pero, incluso acostándose con omegas, no lo consigue. Afortunadamente, un regalo del destino le lleva a Kento de regreso a sus manos. Va a demostrarle a Nanami...