Castigo

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CAMILA POV

No obtuve noticias de Lauren por más de dos años. Finalmente mis padres habían elegido un pretendiente que consideraban aceptable para mí. Se trataba de un perfecto caballero canadiense, de buena familia; aunque de escasa fortuna; se ganaba la vida como empleado público de nivel medio, aunque su mayor anhelo era convertirse en escritor.

Cuando Lauren se enteró de mi compromiso matrimonial, me envió una carta llena de expresiones poéticamente escandalosas y en ella declaraba que se marcharía de Estados Unidos para siempre, pero me dejaba en claro que siempre le iba a pertenecer, en cuerpo y alma, aún cuando no volviéramos a vernos. Para hacer honor a su cinismo, en la carta me pedía también que le devolviera la cruz de oro que me había regalado, pues ella consideraba impropio que yo la portara y para ella, sería un recuerdo invaluable de lo que llamaba “los tiempos más bellos de toda su juventud”...

Yo no dejaba de imaginar su rostro, y sobre todo la expresión de sarcasmo en sus labios, mientras leía sin emoción aquella epístola que más que sentimental me parecía melodramática; así que yo no le devolví una respuesta y mucho menos, la cruz.

El hombre con el que me casé era muy alto, casi un gigante; atlético y moderadamente guapo, aunque para mi y mi caprichoso corazón, nadie igualaba la belleza de la pálida poeta que se había marchado con mi corazón.

Pero Shawn era un buen narrador y le gustaba contar historias en las reuniones familiares. Aunque su trabajo no le proporcionaba los ingresos que le permitieran darnos el nivel de vida decoroso que a mi madre le hubiera gustado.

Por ese lado resultaba igual que Lauren, y también por su vocación literaria, pues él también pasaba mucho tiempo escribiendo teatro y novela, lo que era muy estimulante para mi, pues yo siempre había abrigado el deseo de ser actriz, lo que para mis padres era una locura, pero no para mi esposo, que incluso escribió una pieza para mi, misma que pudimos llevar a escena durante una temporada.

La noche del estreno llegó un arreglo de flores a mi camerino.

“Sigues siendo mía…”

Era todo lo que decía la tarjeta. Sin nombre, sin una explicación más, pero yo supe de inmediato quién era la responsable, no por la tarjeta, sino por la corona hecha con lilas blancas desecadas, lo que interpreté como una premonición de que mi trabajo como actriz fracasaría; un detalle como ese, sólo podría ser obra de Lauren y su naturaleza perversa.

-Estuviste excelente, mi reina- me dijo Shawn una vez que el telón había bajado.

-Gracias, cariño- contesté emocionada

-Ve a cambiarte, debemos celebrar esto…-

Dejando un fugaz beso en los labios, me aparté de él y caminé en medio de felicitaciones hacia el fondo de un pasillo, donde sólo estaba mi camerino. Estaba terminando de arreglarme frente al espejo cuando vi sus ojos en medio de la oscuridad de aquel camerino y me petrifique al instante.

-Debo decir que te veías exquisita en ese personaje…- dijo con su voz rasposa.

-¿Qué… Qué haces aquí, Lauren?- pregunté girando a verla. Ella salió de las sombras y entonces pude notar que lucía aún más pálida de lo que la recordaba.

-Vine a verte, cariño… No podía perderme tu gran debut en el mundo del espectáculo - dijo con su típica sonrisa arrogante - además, quería asegurarme personalmente, de que te había llegado mi regalo- dijo mirando la corona de flores que estaba en el rincón tras la puerta.

-¡Vete al infierno, Lauren!- exclamé molesta.

-Cariño, vengo de ahí y lo encuentro hermoso- contestó con descaro. Como quería borrar su estúpida sonrisa de su cara.

Ante Mori (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora