Oportunidad

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Parte dos.

Al entrar una baja melodia se puede escuchar en la recepción, me hacerco a la persona que está detrás del mostrador regalandole una sonrisa que ella corresponde.

— Buenos días. —saluda

— Buenos días, vine por lo de la entrevista.

Ella asiente y teclea algo en su computadora, de inmediato suena la impresora y de ella saca una pequeña hoja que me tiende, al revisarla me fijo en el número 128.

— En el último piso podrá esperar su turno. —me avisa

Agradeciéndole me encamino hacia el ascensor y presionó el último botón, me limpio el sudor de mis palmas y en el espejo que se encuentra repaso mi mirada una y otra vez simulando que ya estoy en la entrevista.

Al llegar al último piso me sorprende que una gran cantidad de mujeres entre en el, se me complica un poco al poder salir pero lo logró, todas las mujeres que se encuentran algunas se les nota lo enojada y otras con algo de tristeza y decepción.

Frunzo mi entrecejo pero no puedo mirar más porque las puertas se cierran, al caminar por el largo pasillo puedo notar que este ya esté vacío, en el fondo veo una gran puerta de color negro. La misma sensación de ayer en el supermercado al salir se vuelve a hacer presente, no se si mi corazón late tan fuerte por mi nerviosismo o por otra, como si me fuera a dar un infarto en este momento.

Veo a una señora en el escritorio y me hacerco, esta cuando me ve deja salir un suspiro de cansancio.

— El puesto ya esta ocupado. —avisa sin siquiera mirarme

Me quedo en mi lugar quieta sin decir una palabra, la tristeza me domina por ni si quiera poder llegar a intentarlo, la señora se levanta de su escritorio y me rodea con unos papeles en la mano para tomar el ascensor y bajar.

Por un momento pienso en regresarme pero otra parte de mi no me lo permite, más que nada es mi orgullo. Decidí regresar a la gran puerta negra que me imagino que debe de estar ahí la persona que la contrato.

Sin tocar la puerta la abro y me adentro en ella. No puedo negar la vista tan hermosa de la ciudad en este punto. Pero mi objetivo no es ese, visualizo a una persona sentaba en un escritorio del mismo color de la puerta.

Sus anchos brazos son apretados por una camisa azul claro, el cabello un tanto despeinado por lo que me imagino que es por la frecuencia de pasar sus dedos pos ahí. Conecto con unos ojos grises que me quitan el aire, puedo ver una pequeña barba asomarse de aproximadamente dos días, la persona que está sentada deja los papeles con lentitud y se recarga en su silla.

— ¿Puedo ayudarla en algo? —al momento de escuchar su voz es como si regresará de mis pensamientos.

Me doy una cachetada mental y decido hablar.

— Necesito el puesto.

— Ya esta ocupado.

— Yo lo quiero. —me acerco al escritorio

—No puedo hacer nada señorita...

— Myers, Emma Myers.

— Señorita Emma, la candidata ya esta ocultada, lamento haberla hecho perder su tiempo pero no puedo hacer nada.

Me siento en una de las sillas y cierro los ojos por un momento echando mi cabeza hacia atrás evitando llorar, al abrirlos carraspeo intentando quitar el nudo de mi garganta que se va formando.

— Lo siento solo que necesitaba el trabajo —lo miró—. No siquiera lo conozco pero es que estoy tan desesperada por tener otro trabajo que me permita pagar todas mis deudas para no quedarme en la calle que enserio haría cualquier cosa por....

Un año y más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora