Equidna

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En la mitología griega, Equidna (en griego antiguo, Ἔ Εχιδνα - Ekhidna: «víbora»; en latín, Echidna) era una monstruosa ninfa, considerada en unas fuentes literarias descendiente de Forcis y Ceto, en otras de Tártaro y Gea y también se le ha asignado como madre de Calírroe y Medusa. Equidna tenía cabeza de mujer, en la que destacaba un bellísimo rostro, pero su cuerpo era el de una enorme serpiente. Precisamente el nombre de Equidna significaba víbora, o serpiente, según el eminente mitólogo británico Robert Graves.

En la leyenda de Equidna que se incluye en el Diccionario de Mitología Universal del mitólogo francés Jean Francois Michel Nöel, se explica que la forma monstruosa de Equidna (cabeza humana y cuerpo de serpiente) se debía a que sus padres fueron la ninfa acuática Calírroe —hija del dios Océano y de la diosa marina Tetis— y Crisaor, el guerrero fabuloso que nació de la sangre de Medusa cuando Perseo le cortó a ésta la cabeza, y después aquel se transformó en una enorme serpiente.

Mito

Cuando atacaron el monte Olimpo ella y su compañero Tifón, Zeus los derrotó, pero les permitió seguir viviendo, así como a sus hijos, como desafío para los héroes futuros. Equidna moró desde entonces en una cueva del país de los Arimoi, un remoto lugar desértico situado en Asia Central, probablemente Siria.

En una ocasión, Equidna asaltó a Héracles durante uno de sus viajes para robarles los bueyes de Gerión, y cuando éste fue a reclamarlos Equidna le dijo que no se los entregaría a menos que él tuviese sexo con ella. Héracles lo hizo, y de esta unión nacieron Agatirso, Gelono y Escites.

Equidna vivió largamente causando grandes estragos en Arcadia. Pero un día, Argos Panoptes, el mítico guardián que tenía cuatro ojos para realizar muy bien su labor de vigilancia, la sorprendió durmiendo en su guarida y la mató.

 Pero un día, Argos Panoptes, el mítico guardián que tenía cuatro ojos para realizar muy bien su labor de vigilancia, la sorprendió durmiendo en su guarida y la mató

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