Capítulo tercero: La calma tras la tormenta... tal vez

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Al día siguiente las cosas iban más o menos bien. Siendo los nuevos alumnos que entraron a mitad de año todos en su grupo parecían empeñados en conocerles, aunque a diferencia de Kale y Caulifla Frost con ellos no llegó a ser tan abierto, era extrovertido más no un estúpido.

Conforme hablaba entre clases con las chicas que conoció más le agradaban. Caulifla era una chica muy extrovertida, abierta, carismática y muy alegre mientras Kale si bien era mucho más reservada (y algo apegada a su mejor amiga) también era muy agradable, a Frost su forma de ser le recordaba un poco a Kyabe, aunque sin la parte de los traumas ¡incluso compartían algunos gustos! Le sorprendió el fanatismo que compartían hacia ciertas cosas tales como vestirse como si estuvieran por asistir a un funeral o peor aún, a algún ritual satánico en donde terminaran sacrificando animales o gente. Aunque al inicio el de flequillo parecía renuente a convivir con el par de chicas el interés de Kale le hizo olvidar al menos momentáneamente el enojo de haber sido expulsado y de paso se mantuvo cerca de él.

Durante el almuerzo no hubo nada resaltable, los hermanos Ursa parecían interesados en convivir más con Kyabe pero este decidió quedarse con el grupo conformado por Kale, Caulifla y, por supuesto, él, su mejor amigo.

Las cosas permanecieron tranquilas hasta que el grupo salió de la escuela, momento en el que todo ese ambiente agradable de arruinó por completo. ¿La razón? Simple, el progenitor del delgado pelinegro había ido por él.

De inmediato, el peliazul tomó a las dos chicas del brazo y las jaló lejos de Kyabe, ellas se quejaron pero poco pudieron hacer cuando sintieron la pesada e inquisidora mirada del tipo cuyo parecido a Kyabe era asombroso. Sin embargo, a diferencia de su hijo, él poseía un semblante menos flexible que el que Kyabe poseía; ese hombre de traje y corbata color negro era mucho más rígido y hasta denotaba desprecio en cada expresión que hacía.

Luego de alejarse lo suficiente para desaparecer del campo de visión del señor, pero sin perderlo de vista por completo, Caulifla fue la primera en opinar al respecto.

-¿¡Quién era ese tipo y por qué nos miró así!? - Cuestionó la chica casi gritando, la morena rápidamente intervino en la conversación. - Por el parecido debe ser su padre o hermano.

- Es su padre, pero yo no le caigo bien. - Respondió Frost suspirando con pesadez, para luego mirar a las otras dos. - Piensa que soy un delincuente y una mala influencia para su hijo. Digo, no lo culpo pero no es del todo bueno con Kyabe.

Concluyó, la morena volteó nuevamente hacia donde se encontraban padre e hijo, notando que ya se habían subido a un auto color azul marino y estaban en una especie de fila de múltiples coches que esperaban a salir de la calle.

Luego, volvió su mirada tanto a su mejor amiga como al chico de cabellos añiles, quien no mostraba su semblante relajado con el que le vio el día anterior, al contrario; ahora lo notaba tenso y hasta enojado.

- ¿Por qué? ¿Le hace algo muy malo? - La morena pudo notar como el peliazul negaba con la cabeza. - No me gusta hablar de eso.

- Ya veo... - Volvió a murmurar la chica de coleta, Frost suspiró. - Me tengo que ir.

- Claro, adiós. - Luego de la sobria despedida el peliazul se fue a toda prisa y su figura desapareció al doblar la esquina.

(...)

Miércoles, todo parecía ir más o menos bien aquella mañana. Frost tomó el autobús en la parada como lo había estado haciendo y como lo haría el resto del año escolar, esto como una "lección de humildad" por parte de su familia; aunque humildad era lo que menos le faltaba, pues no es como si haya tenido gran oportunidad de disfrutar los lujos de los que su privilegiada ascendencia gozaba debido a su problemático comportamiento.

Frost... eres un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora