Frost... eres un idiota

Capítulo cuarto: Decisiones estúpidas con resultados inciertos

La primera semana en esa escuela se había pasado rápido y las tensiones entre Kyabe y Frost no mejoraron mucho. El pelinegro evitaba a su mejor amigo hasta cuando iban a hacer equipos de trabajo, cuando era bien sabido por el peliazul que ellos siempre se juntaban para cualquier actividad; y en cambio el chico se mantuvo cercano al grupo de Yumba y Botamo como si su vida dependiera de ello.

Llegó el viernes

De las clases solo se podía resaltar que eran aburridas, aunque Frost se vio obligado a prestar más atención porque si sus suposiciones eran correctas Kyabe probablemente fue forzado (casi podía asegurar que a través de la violencia) por su padre a no dirigirle la palabra, incluso si era para pasar apuntes o para un trabajo en equipo.

En fin, realmente no importaba relatar las varias horas de tortura, mejor conocida como clases de química y biología, que habían recibido hasta que llegó el almuerzo de ese día. Momento en el que decidió quedarse solo justo como lo hizo el miércoles, solo para poder observar más a detalle como le estaba yendo a su amigo, y lo que vio le bajó bastante el ánimo.

Kyabe parecía congeniar bien con el "grupo de idiotas" (nombre cortesía de Caulifla) liderado por Yumba y Botamo; cuya presencia ya estaba empezando a irritarle un poco. Intentando levantar sus ánimos sacó su teléfono celular, pero rápidamente lo guardó al ver como 50 mensajes de su tío Cold acaparando sus notificaciones, dirigiendo su mirada esta vez hacia la comida que tenía en su bandeja.

Que se viera como un experimento sacado de algún laboratorio del gobierno no ayudó mucho a su apetito, por lo que decidió alejarse de la mesa en la que estaba para sentarse con Kale y Caulifla a ver si eso ayudaba. No obstante, un fuerte agarre en el brazo lo detuvo, lo que le hizo voltear molesto; sin embargo su rostro pasó a mostrar sorpresa en tan solo unos segundos al ver a la persona que le había detenido.

Exacto, Kyabe estaba justo enfrente sosteniendo su bandeja de comida con una mano mientras sonreía débilmente.

— ¿Puedo sentarme contigo? — Frost no respondió, pero no tardó tampoco en volverse a sentar dejando un espacio para su amigo; ambos se mantuvieron sumidos en un incómodo silencio sin siquiera mirarse durante... ¿cuánto? ¿Tres minutos? Tal vez cuatro, hasta que el más alto decidió hacer algo al respecto.

— Entonces... ¿qué piensas de este lugar? — El peliazul preguntó lo primero que se le vino a la mente en ese momento, el pelinegro soltó una risa bastante suave. — No está tan mal como imaginé.

— Ah... que bueno. — El incómodo ambiente volvió a instalarse casi al instante, pero el de flequillo no dejó que este durara demasiado al pasarle una bolsa de papel a su amigo de pinta desaliñada; lo cual sorprendió a este último. — ¿Qué es esto?

— Los almuerzos que dan en la cafetería no me gustan mucho, así que traje uno para los dos. Considéralo una forma de disculparme por ser alto imbécil contigo. — Frost rió un poco por lo último, tomando la bolsa y revisando su contenido; sonriendo al ver un recipiente de plástico con comida en este, comida que podía deducir fue hecha por Kyabe. — Disculpa aceptada mi estimado amigo alcohólico y depresivo.

— Idiota. — Murmuró el pelinegro mientras abría su propio recipiente de comida, comenzando a comer de este y dejando de lado la bandeja que llevaba hace un momento. Conforme comían, el ambiente dejaba de percibirse tenso como hace unos minutos, al contrario, ahora era uno mucho más cálido y cómodo para ambos adolescentes.

En eso, el sonido de un megáfono siendo encendido captó la atención de todos. Una chica de cabello platinado, tez morena y uniforme bien cuidado se encontraba parada sobre una mesa ubicada en el centro de la pequeña cafetería sosteniendo el aparato previamente encendido con una de sus manos, apoyando la otra sobre su pronunciada cadera.