Capítulo 5

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La noche había caído, la imagen de su mejor amigo tirado en el suelo muerto había conmocionado al cobalto, Tails estaba nervioso en su cabaña y Amy seguía llorando en la suya. Todo parecía perdido, ¿entregarse era la opción?

Sonic estaba sentado debajo del árbol cerca de dónde su maestro custodiaba la esmeralda grande de color verde, estaba tan confuso y temeroso que tenía miedo de perder a alguien más que quería. Nunca pensó volver a pasar eso tan rápido, menos verlo cómo remataban a su ser querido. Golpeó el piso con fuerza dejando caer sus lágrimas de tristeza e impotencia, ¿ese era el destino de todos los que se acercaban a él?

—Sonic...

La voz del zorrito le sacó de sus pensamientos, le miró ganándose una sonrisa del menor, el cual, se sentó a su lado tomándole la mano y recostadose en su hombro.

No decían nada, solo el sonido de la brisa y los grillos acompañaban su entorno, Tails miró a las estrellas del cielo nocturno y dejó salir un suspiro.

—¿Sabes?, desde que decidí salir del castillo a escondidas sólo he conseguido ver el mundo real y salir de la burbuja que mis padres me habían puesto. — explicó sin apartar su cabeza del hombro del mayor. —Pero agradezco más que pude conocerte, sin ti aquí no sé si podría soportar todo lo que está pasando.

El menor se acercó aún más al cobalto, éste último solo se limitó a escucharlo.

—Sonic... Sé que esto se vé mal, pero mientras estemos juntos sé que estaremos bien. — diría bajando la mirada. —Yo cumpliré mi promesa, no voy a dejarte sólo.

El menor escabulló su rostro por el pecho del cobalto para mirarlo y sonreír. Sonic le dedicó también una sonrisa, a pesar de que sus ojos escurrían lágrimas, el menor bostezó y volvió a recargar su cabeza en el hombro del cobalto, combinándolos con sus colas el menor de apoco se fue quedando dormido.

Sonic suspiró acariciándole la mejilla, nunca había sentido tan cercano a alguien que no fuera Shadow, pero esta cercanía se sentía... Diferente. Knuckles salió del bosque viendo a su aprendiz mirando el sueño del menor, se acercó con algo en la mano, parecía un collar con un cristal de color azul.

—Hey Sonic. — saludó el equidna en voz baja para evitar despertar al menor.

—Hola maestro. — habló de la misma forma, aunque un poco más entristecido.

—Sé que ver morir a un colega puede afectar de manera significativa, pero si algo debe aprender un equidna es aprender a llevar el dolor de perder un ser querido. — explicó susurrante y tratando de ser sereno en sus palabras. —Este collar es la última prueba para sacar tu potencial al máximo, eres un guerrero valiente, pero no muchos consagrados cómo guerreros equidnas lograron pasarla.

El guardián del Caos le dio el colar al cobalto, el cual, lo recibió confundido.

—Sonic, estoy más que orgulloso de haber sido tu maestro... Lleva el nombre de mi linaje a lo más alto. — le menciono haciéndole una reverencia yéndose poco después.

Sonic se colocó el collar y volvió a lo suyo, sin embargo, de apoco el sueño le iba ganando, sintiendo los párpados pesados y pestañeando de vez en cuando. Bostezó, cerró los ojos y sin darse cuenta se quedó dormido.

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—Sonic, despierta holgazán.

Se escuchaba la voz de una fémina que despertaba a Sonic.

—Vamos, se te hace tarde. — diría la voz haciendo abrir los ojos al erizo.

Al abrir sus ojos notó a su madre despertándole, Sonic se frotó los ojos incrédulo.

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