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Los siguientes días transcurrieron en un mortífero silencio. Aneliese se ha quedado sola en la tienda, Ásteret solo va a dormir a su casa y se ha acostumbrado a dormir en el viejo sofá y Vyvyan no ha salido de su habitación más que por comida y en las madrugadas y a pesar de que sale de puntitas para intentar no llamar la atención de su padre él la mira haciendo que no la ve.
Nadie quiere hablar de lo sucedido y después del incidente en el muelle los tipos no han vuelto a hablar con el señor Woodlove.

—Rosie... ¿Puedo pasar?—su padre toca levemente, espera respuesta y cuando cree que ella no abrirá se da la vuelta.
—¿Si?—cuestiona cerca de la puerta, sin abrir.
—Hija, abre... Te tengo una sorpresa, por favor—espera paciente pero nervioso.
—Amm...—duda pero algo remuerde su conciencia y decide abrir—Pasa.

Hace dos días, un aventurero llegó a Lassul en un barco pesquero diciendo que venía de la isla Híbisu y que traía aves entrenadas y As le vió vendiendolas en el ágora y se acercó con curiosidad.
—Vea, amigo mío, es un halcón de plumas azules, está entrenado y a muy buen precio—el tipo le mostraba a As la jaula que veía minutos antes.
—¿Le parecen 50 dinores?
—¡Trato hecho!

El padre de la chica entra pesaroso con algo tras la espalda, sabe que no arreglará nada con su hija con el regalo y tampoco lo hace con esa intención pero sabe que será la única forma de comunicarse cuando él zarpe a Suram.

—Yo sé que mamá dijo que no quería mascotas en casa pero... Considero que más que una mascota es un medio de comunicación—dubitativo saca la jaula de detrás de sí y la pone en una mesita cercana a la cama dónde su hija tiene desperdigadas pilas de hojas, carbones, pinceles, óleos y acuarelas.
—Woah... Plumas azules ¿Tiene nombre?—Vyv se acerca a zancadas desde la puerta hasta su mesa, sorprendida y embelesada por el intenso azul de las plumas del halcón quien desde su jaula su porte emana encanto y elegancia.
—Aún no, de hecho esperaba que tuvieras mejores ideas que tu viejo— su risa nerviosa delata que las buenas noticias solo son un preámbulo para lo peor.
—Amm... N-no lo sé, quizá... ¡Seamus! Ese será su nombre— tras dudarlo durante segundos obtiene la respuesta.
—Ese es un muy buen nombre ¿De dónde salió?
—Lo sentí en la boca del estómago.
—Esas son las ideas que más importan.

—No solo estás aquí por Seamus ¿Verdad?—Vyv lo ha descifrado.
—Eh... No, quería hablar contigo sombre...— es interrumpido por Vyv.
—Ya te vas, lo supuse porque no habrías entrado aquí con un regalo si no fuera así, sé que mamá está tras la puerta por si todo se descontrola y también sé que mamá te amenazó para que volvieras antes del festival— no es tan inocente y de eso se dió cuenta su padre con una gran nostalgia mirando los dulces ojos de la que era su pequeño sol y que ahora es ya una señorita.
—Perdóname, Roselyn.
—Haz lo que tengas que hacer, te quiero.
—Aquí estaré al amanecer del primer día del festival, lo juro— Ásteret camina hacia la puerta y la abre, confirma la presencia de su esposa, recargada sobre el marco.
—Enviaré a Seamus 3 horas después del alba, regrésalo con noticias tuyas 3 horas antes del anochecer—Vyv toma la jaula e insta a que sus padres se alejen de la puerta— iré a practicar con Seamus.

—Muy bien, Seamus... Ahora llévale esto a Liv de la panadería— alza el brazo dónde el halcón descansa para que éste emprenda el vuelo.
El ave zurca el cielo rumbo a la panadería que si bien no está tan lejos de su casa pero si del muelle donde ella se encuentra. Vyvyan no había salido en casi dos semanas y la luz del cercano ocaso la cegó por unos segundos, con la jaula en mano y varios pergaminos y carbones comenzó a practicar con el que ahora sería su mejor amigo.
Lassul era seguro tanto de día como de noche y podías ver a todo tipo de personas en el muelle o las callejuelas, montando la venta del día siguiente o simplemente dando una caminata nocturna pero aunque fuera seguro a Vyvyan le causaba un temor un tanto irracional; en cuanto los rayos del sol se opacaban y los naranjas, rosas y violetas iban siendo carcomidos por el intenso azul obscuro de la noche a Vyvyan le empezaban a temblar las manos y sudando frío corría a toda prisa para entrar en casa, siempre dirigiendo rápidas miradas tras ella para asegurarse que nadie le siguiera y aunque mentalmente ella lo creía así en realidad solo estaban ella y su temor más grande, El rapto.

Meinen SeemansroseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora