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El amor, era cuando papá le hacía de comer a mamá, cuando ambos se abrazaban mientras veian televisión, cuando dormían juntos.
Se demostraba con regalos, y atenciones, y con "besos", cuando juntaban sus bocas. El amor era cuando dos personas se querian mucho, al grado de pasar todo su tiempo juntos.
Que ridiculo. Pensaba Katsuki Bakugo de 5 años, al ver a sus padres demostrarse cariño frente a el, era patético el amor, te vuelve un idiota complaciente. Sus "amigos" a los cuales preferia llamar seguidores, ya lo habian pasado.
Se alejaban porque una niña se les hacia bonita, y preferian tomar la mano de ella que seguirlo a el para jugar con lodo en el parque. Les daban flores y dulces, Katsuki preferia comerselos todos el.
Las niñas eran tontas y no se le hacian nada bonitas, eran hirritantes con sus voces agudas y peinados raros.
Preferia estar con los niños, aunque eran bastante quejosos y tontos.
A el le gustaba la atención, las niñas por lo general corrian cuando el llegaba, y los niños lo aguantaban y seguian más, asi de fácil.
Cuando ninguno de ellos quiso ir con el al bosque no se molesto tampoco, eso le sumaba riesgo a la aventura, todos eran unos cobardes. El podía solo.
Salió de su casa con su mochila, tomó un palo que encontró por ahi y se aventuró. Llamandolo "espada".
No necesitaba nada mas, con su don seria suficiente si algo pasaba.
El bosque estaba cerca, aunque lo de "bosque" le quedaba grande. Era pequeño y estaba conformado en su mayoría por arbustos, pero tenia un arroyo el cual despertó la curiosidad del pequeño cenizo en cuanto su padre le contó sobre el.
Caminó hasta ahi, un poco mas lejos del parque donde siempre estaba. Pasó un pequeño arbusto y asi entró.
Habia mucha vejetación y bichos, los bichos eran geniales, con ellos asustaba a quien le caia mal.
A su papá le gustaba tomarles fotos, aunque el fotografiaba cualquier cosa, la verdad.
Siguió de largo, observando al rededor y peleando internamente por cual rama debia escoger ya que había encontrado otra muy buena.
El brillo del agua captó su atención. Un pequelo cuerpo de agua estaba ahi, sus ojos brillaron al verlo, corrió hasta el sentándose al lado y metiendo sus manos en seguida, el agua fria puso sus pelos de punta.
"Que genial" pensó.
- Hola. - Una voz infantil lo sorprendió, tomando de nuevo su palo y una posición de ataque. - Wow, eres rápido ¡Asombroso!
Katsuki vio a su "atacante". Un niño de su edad, con cabello azabache hasta debajo de sus orejas, con los ojos mas grandes y brillantes que habia visto jamás. Este cargaba una roca las grande que su propia cabeza, eso le sorprendió.
El pequeño se levantó del suelo, mirándolo fijamente, riendo y sonriendole mostrando sus dientes puntiagudos.
- ¡¿Tienes colmillos?! - preguntó atonito. El tambien queria colmillos geniales como esos.
- ¿Ah? Si, mi mami también los tiene así, ¿Quieres verlos? - dejo la roca en el suelo, para después sacudirse las manos en su ropa.
- ¡Si! - lanzó su rama lejos de el para acercarse, el otro solo abrio la boca grande.
Katsuki tomo entre sus manos la cara del niño, observando desde todos sus angulos los dientes puntigudos sonriendo fascinado, cuando miro a los ojos de el pelinegro la emocion creció.
Una cicatriz cruzaba el ojo derecho del chiquillo, las cicatrices eran fantásticas, te hacían ver rudo, aunque con la apriencia tonta y adorable que tenia el contrario eso se perdia un poco.
- ¿Tienes una cicatriz? ¡Es increíble!
Apretó las mejillas suavesitas y fijo su mirada en el rosto contario, examinandolo.
De quedo asi unos segundos observando lo grandes que eran los ojos y el color.
- Me llamo Eijiro Kirishima, ¿Y tu? - preguntó el de ojos borgoña.
- Katsuki Bakugo... Ahora vendras conmigo, necesito un compañero rudo y fuerte como tu para mi gran aventura. - posó su mano en su cintura, tomando de nueva cuenta su espada para levantarla em una pose heroica.
- ¿Y en que consiste la aventura?
- En encontrar una bestia de grandes comillos, fuerza inhumana, de color negro como la noche, con sed de sangre.
- ¿Como un perrito?
- Si, pero mil veces mas grande.
Ese niño si lo entendía.
Aunque pensando bien, Kirishima tenía colmillos, fuerza y el cabello negro... ¿Tendria sed de sangre?
- ¿Tienes sed de sangre? -apuntó al niño frente a el.
- Si la sangre es jugo de fresa, si. - respondió tomando su mochila para rebuscar ahi. Sacando dos jugos de dicha fruta.
- Oh, genial...
Ambos se sentaron a tomar juguito mientras dibujaban en la tierra con palitos y hojas.
Y fue asi, un poquito extraña la manera que en que llegó aquella amistad peculiar.