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Breve descripción:

En el camino... No tenian planeado algo así.



"Creo que nada esta planeado en esta vida, el destino para mi... no existe, son solo momentos. Hechos que suceden en una o varias direcciones y crean un camino. "

Eso pensaba Zenitsu.

El humano esta obsesionado con encontrarle la lógica a todo y no entiende que las cosas solo suceden, ellos son los que le dan un sentido.

Pero para un niño que fue abandonado por sus padres y creció en las calles no podía esperar nada del destino, en todo caso solo quería verlo sufrir.

Buscó anclas que lo hicieran mantener sus pies en la tierra, algo o alguien que lo sacara de su miserable vida, buscó a una persona para amar y ser amado, para poder ser feliz. Estaba tan necesitado del amor que nunca recibió de pequeño que se ato a personas crueles que jugaron con sus sentimientos y frágil corazón.

Destino... ¿El destino quería esto para él?

¡Qué se suponía que había hecho para merecer todo esto!

Ser engañado por la persona que amaba, terminar con una deuda enorme, ser salvado por un viejo gruñón que decía ser un cazador de demonios jubilado, entrenar sin descanso en la finca del viejo, lograr sobrevivir a la maldita selección final, ¡y terminar llorando a mitad de un sendero cerca de un cultivo de arroz camino a su primera misión! ¡Rogandole a una extraña que sea su esposa!

Estaba mal, en el fondo era consiente de que volvería a cometer el mismo error de siempre, pero, ¿en verdad podían culparlo?

No era mucho -segun él- lo que pedía, solo quería a alguien que no lo mirara con asco o desprecio, que no le mintiera, que fuera honesto y amable.

Sin embargo todas las personas que se topaba en su camino eran crueles, le mentian descaradamente, él lo sabia perfectamente, podía escucharlos, podía notar el tinte de una melodía temblorosa mezclada con una pizca de maldad.

El único que había sido sincero era su abuelo, ¡al viejo no le importaba decirle sus verdades en la cara mientras lo golpeaba despiadadamente con su bastón en la cabeza! Sin embargo sabia que Jigoro lo quería, pues no importaba cuanto intentara huir, su maestro siempre lo arrastraba de regreso a la finca alegando que tenia potencial, que podía lograr lo que sea si seguía intentando, si no se rendía.

Se quedo, lo intento y ahora... ¡Iba a morir desmembrado por un demonio antes de poder siquiera pisar los 20 años! ¡Tenia que casarse lo antes posible! ¡Ya no le importaba si la persona que tenia enfrente era la indicada!

—¡Oye! ¡¿Qué crees que haces?!

Se quedo congelado por una fracción de segundo y abrió los ojos como platos al percatarse de la melodía que captaron sus sensibles oídos. No era la primera vez que escuchaba la dulce pieza, pero sin dudas ahora podía apreciarla con mayor detenimiento que antes.



En un pestañeo se encontraba de nuevo en marcha, el sendero esta vez estaba oscuro y era estrecho, el cultivo de arroz se encontraba justo a un costado de ellos.

Habían pasado algunos años, ya casi cumplia 18 y caminaba tranquilamente a mitad de la noche con la luna posada sobre su cabeza.

Luego de la muerte de Muzan las cosas se habian calmado un poco, pero aún quedaban demonios, aún existía peligro al ocultarse el sol en el horizonte y darle el paso al manto oscuro de la noche, aún seguian existiendo cazadores y aún quedaba mucho trabajo por delante para librar al mundo de esas criaturas.

One-shot's. 2 [TanZen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora