Capítulo 0.4: Sibilino

7 1 0
                                    

El invierno está mas fuerte que nunca, aunque el pueblo pueda sustentarse sin ayuda de la capital, en situaciones como éstas desearíamos algo de apoyo. Mi restaurante ha sido uno de los ejes del pueblo en los últimos años en el invierno, pero debido a la situación ya no cobramos entre nosotros, compartimos hasta la más miserable cobija para cubrirnos. Sean humanos o duendes, todos nos reunimos en la pequeña iglesia, dónde calentamos la chimenea, pasamos esas frías noches juntos.

-Oye papá - Mery se dirigía a su padre mientras reunía la madera, cargando todo en su débil espalda - ¿Qué hay del señor ermitaño?

-… - Ninguna respuesta fue dada por el mayor al momento, mudo, solo pudo ayudar a su hija con el peso.

-Él no tiene casa, deberíamos invitarlo a la iglesia. ¿No es así? - Con aquella inocente sonrisa abandonaba la carga en el almacén, esperando aún la respuesta de su padre.

-Hablaré con él antes del anochecer, pero no prometo nada. - Sin tapujos respondió a la menor, quién parece haber convencido al hombre.

No puedo negarme tras los múltiples intentos de Mery, pero mi cuerpo solo puede temblar, no sé si estoy tiritando por el frío o el miedo, pero cada paso que doy, causa que sea mayor esta sensación.

Estoy frente al callejón, tan oscuro, mi cuerpo grita que huya, mis piernas no reaccionan, mis ojos no pueden adaptarse a la álgida oscuridad. Sin embargo eso ya no importa, él esta ahí, puedo diferenciar una silueta levantarse y acercarse a mi, y quiero gritar, su presencia es tan aterradora como la de una criatura salvaje. Puedo escuchar el peso de sus pasos, como los charcos congelados se rompen con sus pisadas, ¿Cómo es que un hombre puede dar tanto miedo? No lo entiendo, mi mente no puede entender cómo alguien así no puede ser maligno.

Él me mira, estamos frente a frente, su postura levemente encorvada, sus hombros caídos, sus manos blancas y cubiertas por la blanca harina del cielo, pero su mirada no es igual a antes, no entiendo el porqué.

-El..el.. - Ese nerviosismo, el miedo y el frío condenaban el intento del hombre para hablar, sus palabras se enredan, se comía letras. – El invierno es muy fuerte…ven, ven conmigo.

-… - El ermitaño le miraba, sus ojos sin brillo intentaban reflejar alguna emoción, pero solo pudieron darle una horrida presencia. – El invierno no es lo peor, y lo sabes…Los Orcos están cada día más cerca, al igual que otras criaturas.

-¡Lo sé! Todos…lo sabemos - Un grito desgarrador provino del hombre, se notaba como se rompió, el hecho de que aunque superen el crudo invierno, esos seres estarían esperando para acabar con todo lo que conocía.

-Contraten un Zhánshi…aunque sea barato, podría acabar con esfuerzo unos Orcos.. – Dándose vuelta, volvía a su oscuridad, sus fuertes pasos resonaban, esa acción era una negación, un cierre aquella corta interacción.

Y se fue, decidí volver por mi camino. Llegue a la iglesia, le dije a Mery qué paso con palabras más suaves y me recosté en el frío suelo del lugar. Cuando desperté, se escuchaban fuertes pisadas a lo lejos, salí tan rápido como pude y los vi, en la entrada al pueblo se hallaba una manada, esos gigantes deformes, con sus grandes mazas, los Orcos habían llegado.

El Vagabundo De DulfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora