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En Fordale, Halloween era la mejor fecha del año. Todos sabíamos que ese día sería una oportunidad para divertirnos muchísimo: pediríamos dulces de puerta en puerta, nos disfrazaríamos y, por supuesto, asistiríamos a la fiesta de Liz. Ella organizaba las mejores fiestas cada año y siempre en lugares diferentes, lo que añadía un aire de misterio y emoción.
Ese día, sin embargo, me desperté con el ánimo por los suelos.
―¿No vas a desayunar? ―preguntó mi madre, sosteniendo un plato de tostadas francesas.
―Me llevo una manzana para el recreo, con eso me basta ―respondí sin ganas.
―Debes estar bromeando ―dijo mi hermana al entrar en la cocina. Sin pensarlo dos veces, tomó una de las tostadas francesas que mi madre había preparado.
―No, en serio, una manzana es más que suficiente para mí.
―Espero que luego no me estés pidiendo de lo que yo coma en el recreo ―me advirtió. Gabriela, que estaba en su último año, era conocida en el colegio por sus ocurrencias y su personalidad divertida. Yo, en cambio, era conocida simplemente como "la hermana de Gabriela". Típico.
―No te preocupes, no lo haré ―le respondí de mala manera.
―¿Liz hará una fiesta este año? ―preguntó mi padre desde la mesa, sin apartar la vista de su periódico.
―Sí, el lugar lo anunciará esta tarde.
―¿Estás emocionada? ―preguntó mi madre con entusiasmo. Curiosamente, cada año parecía más emocionada por esa bendita fiesta que yo, lo cual era un poco extraño.
―Supongo que sí ―dije con una sonrisa falsa en el rostro.
La verdad era que este año no tenía muchas ganas de ir. Hoy era viernes, y para el fin de semana nos habían dejado demasiada tarea. Estaba segura de que si asistía a esa fiesta, el sábado estaría tan agotada que no querría hacer nada más. Me conozco demasiado bien para saber que soy terriblemente perezosa.
―¡Suban al carro, que después no las podré llevar! ―nos apremió mi padre.
No entendía por qué mi padre era tan dramático con la hora; no tenía trabajo, así que no debería tener preocupaciones. La única que realmente tenía una excusa era mi madre.
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―¡Nos vemos en un rato! ―se despide mi padre mientras se aleja.
―¡Chicos! ―grita mi hermana al ver a sus amigos, y rápidamente se une a ellos.
Genial.
Entré rápidamente a la escuela y me dirigí a mi casillero. Guardé los libros y cuadernos que no necesitaba para la primera clase y comencé a caminar hacia el aula. Mientras cruzaba el pasillo, los miembros de los Lobos de Fordale, el equipo oficial de la institución, pasaban corriendo a mi lado, todavía celebrando su victoria del sábado pasado. Puse los ojos en blanco; nunca parecían cansarse de ser tan ególatras.
Giré a la derecha y entré en el aula de español. Allí vi a Liz, mi mejor amiga, sentada en su escritorio con su libro favorito de la saga de Harry Potter. Otra vez estaba leyendo El prisionero de Azkaban.
―¿De verdad vas a seguir leyendo El prisionero de Azkaban? ―pregunté, acercándome a ella.
―Sí, hasta el día en que me muera ―respondió, bajando el libro para mirarme y sonreír.
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𝑬𝑳 𝑨𝑺𝑬𝑺𝑰𝑵𝑶 𝑫𝑬 𝑭𝑶𝑹𝑫𝑨𝑳𝑬 ©
Mystery / Thriller¿𝒬𝓊𝒾ℯ𝓃 𝓂ℴ𝓇𝒾𝓇𝒶 ℯ𝓈𝓉𝒶 𝓋ℯ𝓏? Era la pregunta que se hacía Lia luego de haber empezado uno de los juegos más terroríficos de su vida. Escapar de su colegio sin ser asesinada... En Fordale, el Halloween es la mejor celebración del año, las...