Capítulo 11
IncapacidadMara
Salgo corriendo del trabajo.
—¡Mara! —grita mi hermana desde el segundo piso y debo frenarme para ver qué quiere—. ¡Olvidaste tu bolso, pendeja!
Gruño mi ira hacia el cielo y alzo mis manos, pidiendo que la aviente desde el barandal.
—No seré responsable si algo se rompe.
Es lo único que dice antes de dejarla caer, y es cuando pienso que ha sido una terrible idea, pero milagrosamente la atrapo y no hay tragedias.
—¡Gracias! ¡Nos vemos mañana!
Subo a mi auto sintiéndome ansiosa. Manejo a buena velocidad hasta que el edificio en el que se encuentra el condominio de Eric aparece frente a mí. Llevo dos semanas durmiendo ahí, pues como buena samaritana, me ofrecí a cuidar de él durante su incapacidad... y no, a pesar de las deliciosas noches de sexo que pasamos juntos, no es lo único que hacemos. Nos hemos aprendido a conocer mucho más de lo que habría esperado, y me siento bastante segura al decir que él y yo realmente somos personas compatibles.
Y no, no se trata sólo de sexo.
Mi huella se encuentra registrada en su cerradura electrónica y confieso que estoy realmente halagada por ello.
—¡Llegué! —digo mientras dejo mi bolso en la mesa del pasillo recibidor— ¿Cómo estuvo tu terapia?
—Voy en el capítulo seis —presume sin despegar la vista del enorme televisor de la sala, ignorando mi cuestionamiento gracias a lo enfocado que está en el drama.
Comenzó a ver Grey's Anatomy anoche.
—¿Tan rápido en la segunda temporada? —cuestiono.
Él me echa una mirada, como si de mi boca hubiese salido una aberración.
—Tercera temporada, Mara.
Me atraganto con la uva que recién eché a mi boca, pensando que eso quizá es matemáticamente imposible.
—¡¿Tercera temporada?! ¡¿A qué hora?!
—Ya se murió Denny. Triste pero eventualmente Izzy debe terminar con Karev.
—¿Dormiste anoche?
—Sí, tres horas —responde ingenuo y concentrado en la pantalla.
—Demonios, Eric. —Camino hasta tomar asiento a su lado y enfrentarlo, apagando el televisor con el comando de voz de Alexa—. Se supone que estás incapacitado, deberías aprovechar este tiempo para descansar.
—Estoy aprovechando. Yo no conocía el placer de ver una serie, y es verdaderamente misericordioso.
¿Lo ven? No sólo es sexo.
—Pediré cena, ¿quieres algo en especial?
—A ti, ¿se puede? —cuestiona con un tono coqueto que me hace aventar el celular y olvidarme del hambre que siento.
—Depende —respondo, acercándome mientras me deshago lenta y sensualmente de mi blusa—. ¿Cuánto estás dispuesto a dar?
—Todo lo que mi inválido cuerpo sea capaz.
Y de esta manera, el récord de sexo diario continúa.
***
La luz atraviesa el enorme ventanal que olvidamos cerrar en la noche, a consecuencia, no puedo seguir durmiendo, así que me levanto para hacer mi rutina de yoga en casa cuando el sueño se ha espantado por completo.
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El oficial de mis sueños
RomanceEl cosmos quiere que el oficial más sexy, uno de esos que sólo existen en internet, entre a la vida de Mara. ¿Qué puede suceder?