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Desperté temprano para saber que ponerme, mi closet no tiene tanta ropa y la mayoría es repetitiva, rasqué un poco mi cabeza y comencé a ver todas mis prendas, decidí al final usar pantalones de vestir junto con una camiseta blanca de botones y mi saco de vestir.

Tomé mis dos celulares y bajé. Noté que había un carro negro afuera con un chofer recargado en este, parecía ser un poco más mayor que yo; me miró y saludó, observé a mi alrededor para comprobar que no estuviera saludando a alguien más; no había nadie así que me señalé con el dedo y el asintió. Caminé hacia él.

—¿YoHan Kim? —preguntó el chofer—

—¿Quién pregunta? —cuestioné desconfiado—

—Soy Douglas, el chofer del señor Elijah, vine por usted

—Oh —exclamé comprendiendo todo— lo siento no sabía que vendrían por mí

—No se preocupe, suba. 

Douglas se subió a su respectivo lugar y yo tomé asiento del lado del copiloto, el coche arrancó y todo estaba en silencio. Él es de tez blanca y cabello casi rubio, con ojos azules y un con poco de barba asomando por su rostro. Tengo que estar muy atento al camino para poder saber la dirección de la casa de Elijah. 

—¿Agua? —ofreció Douglas—

—Si, por favor.

—Tómala de la guantera —sonrió amable—

Obedecí sus instrucciones y tome una botella, el líquido estaba un poco caliente, no mucho de mi agrado pero tengo sed; cerré el agua y la dejé en el portavasos, me recargué en el asiento y poco a poco comencé a sentir sueño, mis ojos comenzaban a cerrarse. El agua, seguramente le pusieron algo al agua. 

Con las pocas fuerzas que me quedaban tomé la botella e intenté notar algo raro. 

—Lo siento —me dijo Douglas arrepentido— pero no puedes saber el camino a su casa ya sabes. 

Mis manos ya no pudieron soportar el peso de la botella y  mis ojos terminaron por cerrarse. 

...


Un fuerte golpe en mi mejilla me trajo de vuelta a la realidad. 

—Lo siento no despertabas —Douglas me miro temeroso—

—¿Qué no tienen alcohol en está casa? —pregunté mientras sobaba mi mejilla—

Douglas se quedó sin saber que decir y yo bajé del auto con un ligero dolor de cabeza; miré a mi alrededor y no era nada como lo esperaba. Me imaginaba que estaría en frente de una gran mansión con miles de guardias al rededor pero en realidad solo era una casa grande y elegante, color blanco con grandes ventanales. Las puertas de la casa se abrieron y de estas salió Charles, acomodándose los lentes y caminó hacia mi. 

—Espero y haya tenido un buen viaje

—Si, de cinco estrellas —dije sarcástico a lo que no hubo reacción por parte de él—

—Sígame. 

Charles se dio la vuelta y me encaminó hacia dentro de la casa, lo primero que me recibió fue un pequeño recibidor y dos espacios donde van las puertas que llevan al comedor y a la cocina. Dimos una pequeña vuelta a la derecha y vi las escaleras, unas que llevaban hacia arriba y otras hacia abajo. Charles comenzó a barajarlas y yo iba detrás de él, una puerta de madera se hizo presente y tras unos golpecitos en ella se escuchó un "pase". Charles abrió la puerta y ambos pasamos. 

—YoHan —saludó Elijah feliz— me alegra que estés aquí estrechó mi mano. Sientate no seas tímido. 

Tomé asiento en una de las sillas de cuero que estaba frente al escritorio. Esto parecía ser su oficina. La luz era tenue y las paredes de un color café, tenía detrás de él una estantería con distintas botellas de alcohol. 

—Bien te cité aquí para que podamos hablar de tu contrato —dijo algo serio y chasqueó los dedos—

Charles se acercó con un legajo y lo dejó frente a mi. 

—En resumen del contrato —dijo Elijah— es que si aceptas tienes que mudarte a vivir aquí, gastos de comida van por nuestra cuenta, si te lastimas también pagamos por eso. Y lo que creo más obvio es que todo lo que pase y se diga aquí se queda aquí ¿entiendes lo que te digo? 

—Si, entiendo —asentí—

—Bien, porque me caes muy bien como para que tengas que morir joven —soltó una pequeña carcajada— bueno ya sabes que el puesto es de guardaespaldas, tienes que cuidar muy bien de mi hija y acompañarla a cualquier lugar que ella vaya. 

—¿Su hija? —pregunté confundido—

—Si, tengo una hija de 22 años, a ella es a quien vas a cuidar así que te advierto —se acercó a mí— no le toques ni un solo cabello a menos de que sea necesario, no le hables a menos de que ella te pregunte algo ¿entendido?

—Si señor —dije algo nervioso—

Elijah me sonrió. 

—Bien lee el contrato y si te parece fírmalo, como verás la paga semanal es muy buena. 

Leí el contrato rápidamente, aunque me tuvieran durmiendo en el suelo sin nada aceptaría. Tengo que lograr esta misión. Tomé la pluma y firmé en la línea, Elijah sonrió con satisfacción y Charles tomó el contrato. 

—Puedes ir a casa y tomar todo lo que necesites. Mañana comienzas. 

—Claro, hasta luego señor. 

Salí de su oficina y después de su casa. Douglas estaba afuera. 

—Lamento lo de hace rato, ¿una mentita? —me extendió el paquete, lo miré desconfiado— vamos no tiene nada, es una menta normal. 

—Si tu lo dices —tomé la menta y la llevé a mi boca—

Subí al carro y después de cierto trayecto comencé a sentir los mismos síntomas que hace rato. 

—Douglas —hablé furioso— ¿Qué tenía la menta? 

—Lo siento —volvió a decir nervioso— es que no puedes ver el camino. 

Ya resignado dejé que el sueño me llevara. 

Guardaespaldas KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora