Capítulo 7. Dos corazones separados.

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Durante tres años estuvimos bastante tranquilos viviendo en la misma cabaña, se había rumoreado que Muzan perdió sus poderes pero que no estaba muerto, solamente debilitado por el último encuentro que tuvo con los cazadores de demonios. Ésto era algo bueno para nosotros aunque sabía que no podíamos estar confiados, pero realmente la felicidad nos llenaba por completo, Reiko crecía tan bella y sana, aunque sabía que era mitad demonio, ella parecía estar tan bien sin la necesidad de comer y beber sangre y eso me alegraba mucho.

Pronto comenzó a hablar más y caminar y Kotoha por otro lado estaba más encantada con verla crecer y criar, seguramente le recordaba a Inosuke y no era para más, sabía que lo extrañaba, así que me di a la tarea de ir en su búsqueda por las noches, después de unas semanas lo logré encontrar, ahora vivía con una familia de mediana clase y estaba más grande, se veía feliz y contento, así que no decidí intervenir, con saber que él se encontraba bien, era más que suficiente.

Aunque nunca le dije el paradero de Inosuke a Kotoha, de vez en cuando lo iba a visitar para saber que todo se encontraba bien, después de todo Kotoha ya no preguntaba abiertamente por él pero sabía que estaba presente en su mente y su corazón en todo momento y si algún día quisiera saber de él, ya sabría que podría decirle. Lo importante para mí es que los tres estuvieran bien, comenzamos a salir más con la confianza de que Muzan no nos estaba buscando, creo que ese fue uno de los peores errores que pude cometer.

Una noche después de que regresaba de comer, noté como alguien me estaba siguiendo, sabía que era un demonio por su presencia así que lo confronté, para mí sorpresa volvía a ver a Akaza, alguien a quien también pensé que ya estaría muerto, pero de solo verlo sabía que no era nada bueno.

- Akaza, ¿Qué quieres? -. Dije tras ponerme en alerta y de inmediato estar al pendiente sobre si había más demonios cerca.

- Me sorprende que no sepas a qué he venido -. Él respondió con burla, algo de seguro le había hecho Muzan.

- Si vienes por mí, aquí estoy -.

- Oh no, Douma, no solo por ti, tu bastarda es especialmente importante para el señor Muzan, así que después de matarte iré por tu familia -. Akaza respondió tan sanguinario que me sorprendió, sin duda Muzan le había quitado esa última humanidad que tenía.

- Eso lo veremos -.
Y tras decir eso, la pelea comenzó, cabe mencionar que si dos lunas superiores luchan será una batalla a muerte completamente y justamente Akaza no pensó en otra cosa, cada uno usaba sus técnicas de sangre y sus movimientos especiales, Akaza llegó a darme varios puñetazos que me dejaba casi sin aliento pero mis técnicas seguían siendo superiores. Estuvimos luchando casi por dos horas sin detenernos hasta que Akaza se descuidó y aproveché para romperler los miembros y solamente dejar su torso, aquello al menos lo detendría ya que mi técnica de sangre iba a impedir que se regenerará rápido, pero no lo mate, algo me detuvo y lo dejé ahí, de inmediato me fuí corriendo para ir con Kotoha.

El aliento se me fue cuando ví todo el pueblo se encontraba siendo atacado, las personas corrían de un lado a otro intentando huir, aquel pueblo tan pacífico que habíamos encontrado ahora era destruido por varios demonios, de inmediato no quise perder más tiempo y fuí hasta donde se encontraba nuestra casa, el exterior de ésta estaba destruido y la barrera que había dejado Tamayo se había roto, sabía que solo podía ser obre de Muzan o alguna luna superior, pero lo extraño es que no sentía ninguna presencia de ellos.

Me encaminé dentro de la casa buscando a mi mujer y mi hija, adentro todo estaba de cabeza, los muebles volteados y destruidos, antes no incendiaron la casa, corrí hasta la habitación de ella pero el escenario que ví era desolador, también la habitación estaba toda destruida, había manchas de sangre en el suelo y temí lo peor, Kotoha no estaba ahí pero sabía que era su sangre. El corazón que apenas me servía latio nuevamente con fuerza, con miedo mi cuerpo se movió y salí por la ventana, el rastro de sangre conducía fuera de la casa y se esparcía por el bosque.

Más allá de la sed de sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora