Capítulo Veintiuno

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-¿Puedo acompañarte? -preguntó Cathie, flotando a mi lado.

-No me importa.

-Vale, solo se me ocurrió preguntar. ¿Estas bien? No vas a llorar, ¿verdad?

-No prometo nada -pude oír como sonaba el teléfono mientras bajaba las escaleras.

Oí a Nia y Lena volver. Lo cual era malo porque significaba que en alguna parte de esta gran casa, Nia corría para contestar antes de que colgasen.

-¡No estoy! -chillé. Lena estaba al pie de las escaleras levantando la mirada hacia mí, aún con el abrigo puesto.

-Puede que sea importante -bromeó, bien enterada de mi lema antiteléfono. Enseguida arrugó la nariz- ¿A qué huele?

-Es una maldita larga historia, y solo te lo contaré de camino...

-¿De camino a dónde?

-¿Pero me abrazarías ahora mismo?

-Cariño, eres todo... -Casi se tambaleó cuando le lancé los brazos alrededor. Intenté aplastar el traicionero pensamiento (porqué no me salvaste) y concentrarme en las cosas buenas: los brazos de Lena rodeándome y su olor a limpio, el polo opuesto al zombi. Cathie tosió. Para ser honesta, me había olvidado de que estaba allí.

-Esto, uhhh, te veo luego. ―Desapareció en las escaleras. Lena me frotaba la espalda.

-¿Qué pasa?

-James tiene que ser castigado. - Se echó atrás y me miró.

-¿Esto tiene algo que ver con que Imra te haya rechazado? - Ahora era yo la que la miraba fijamente.

-¿Como sabías...? vale, al parecer viajo a través del tiempo más o menos a la mitad de velocidad que el resto de ustedes, ¿pero cómo sabías que diría que no?

-Porque -replicó- es una multimillonaria que trabaja, aunque no tiene que hacerlo. No me la imagino echándose atrás y dejando que intentes arreglar nada por ella, y mucho menos algo como esto.

-Bueno, no quiero hacerle nada. - Su frente perfecta se arrugó.

-¿Nada?

-Es parte de una larga historia. Pero si te estuvieras muriendo, tú...

-Afirma que no se está muriendo, solo está enferma. ¿Por eso estamos discutiendo?

-De ninguna manera. Sólo desearía haberlo averiguado un poco antes. ―Apoyé la cabeza contra su cuello-. Supongo que pensé que quizás al ver como me recuperaba tan rápidamente después de que Roy me disparará...

-Nadie debería decidir ser convertido basándose en tus experiencias, mi amor. Tú eres única.

-¡Pero quizás un vampiro al que convirtiera sería como yo! -¿Dios, qué estaba diciendo? ¿No había aprendido nada del Desagradable Incidente del ático? No, no quería convertir a Imra. Pero tampoco quería verla morir, Era demasiado horrible, tener que elegir la forma de morir: Ah, ¿Srta. Danvers, hoy elegirá decapitación o la desangramiento?

-Nadie es como tú. Puedes examinar el libro de los muertos -añadió- si necesitas de otra fuente.

-Ugh, paso. ―El libro de los muertos era difícil de leer.

-Así que te rechazó.

-Repetidamente.

―Y menos mal. - Se encogió. ―Tiene fé en la medicina moderna. No anda totalmente desencaminada.

-Si. -enderecé su solapa, que ya estaba perfectamente recta, y sentí su brazo de acero alrededor de mi cintura. La aparté suavemente. -Tienes que encontrar a Nia. He tomado una decisión sobre James.

-¿Confió en que me hagas partícipe de ella? -me preguntó a la ligera, aunque me estaba lanzando una mirada rara―. Si no es mucho... - Se interrumpió. Ambas observamos como Nia salía precipitadamente de la cocina y casi corría atravesando el vestíbulo, de hecho deslizándose sobre los pies cubiertos de calcetines para detenerse delante de los escalones.

-¡Majestades!

-Wow, ¿Quién se ha muerto? ―Era una broma, pero entonces recordé en compañía de quién estaba, los eventos del pasado, uh, año, y mi vida―. ¡Oh Dios! ¿Quién se ha muerto?

-Nadie. Oí que me buscaban y vine lo antes posible. Y James llamó para decir que estaría aquí en una hora.

-No es lo bastante pronto. ―contesté-. Vamos.

-¿Espera, vamos a reunirnos con él?

-Sí. Ahora mismo. Tomen los abrigos. En marcha.

-¿Qué esta pasando? -preguntó Nia

-No era consciente de que fueramos a reunirnos hoy con él-dijo Lena. Yo tampoco. Bueno, si James estaba abierto a una reunión, por mí perfecto.

-Escucha, él mató a Ava, y tiene que haber consecuencias. No una consecuencia Snapper, pero algo. Así que tiene que pagar. Pagar literalmente. Y he estado pensando, que probablemente haya reunido un pequeño patrimonio con el paso de los años. ¿Verdad?

-Verdad -replicó Nia, y Lena asintió.

-Vale. Pues: tiene que entregar todas sus propiedades y su dinero a Ava. Y tiene que hacerlo ya. - Lena parpadeó.

-Oh, majestad, -empezó Nia lastimeramente- Eso es... estamos hablando de millones. Posiblemente billones. ¿Y se quedaría sin nada?

-Tendrá más de lo que tuvo Ava. Una hermana, amigos que lo ayuden. Una forma de volver a ponerse en pie. O quizás nunca lo consiga. Ese no es mi problema. Tiene que pagar por lo que hizo. Y así es como debe ser.

Lena me estaba mirando como sino me hubiera visto nunca antes. Los ojos de Nia prácticamente se salían de sus órbitas por la sorpresa.

-Te apoyaré, Kara, si estás tan convencida de esto.

Y Nia dijo,

―Tu voluntad es nuestra voluntad, majestad.

Y eso fue todo.

Aparcamos en el hotel, Lena (renuente) entregó las llaves de su Mercedes al aparcacoches, y entró en el hotel. Era uno de esos hoteles que parecen esas casas adosadas de ladrillo, un lugar donde podían vivir familias. Costaba, Nia me lo había dicho, mil doscientos dólares. La noche. Asumí que las camas estaban hechas de oro y el personal te traía cada noche cacao caliente y besos.

-Un zombi -murmuró Nia. Parecía que estaba teniendo problemas para procesar todo lo que estaba sucediendo. Esperaba que disfrutara de ser miembro del club "No tenía ni idea de que existían".

-Nos ocuparemos de ello...

-Demasiado tarde, -dije.

-... después de ocuparnos de esto. Quizás debería decírselo yo. -Estaba diciendo Lena mientras íbamos hacia el ascensor-. Hazte la dura, o lo que sea.

-No me da miedo decirle a James que lo estamos castigando, -repliqué. Mierda, después del Desafortunado Incidente Del Ático, no le temía a casi nada.

-Mordiscos pequeños, Majestad, - murmuró Nia.

El ascensor llegó... ¡Ding! Las puertas se abrieron. Antes de que pudiera introducir a Nia en mi nuevo rollo mental "sin miedo a nada", Lena murmuró un extraño epíteto. Nia miró. Yo mire. Mirábamos todas. Y después de la noche que llevaba, realmente no me sorprendió.

―Está bastante muerto ―observé.

Vampira & No PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora