Capítulo Seis

272 62 7
                                    

Lancé un gemido mientras conducía por el camino de entrada. No eran ni siquiera las nueve y ya la noche estaba hecha pedazos. Odiaba como habían ido las cosas con Ava... ¿y qué iba a hacer si me desobedecía? "Desobedecer" ¡ja! Hasta la palabra sonaba tonta. Todo el mundo decía que yo era la Reina, pero en mi mente, todavía era Kara Danvers, amante de los zapatos y temporalmente trabajadora a media jornada. Había transcurrido casi un año desde que el Aztek me había atropellado, pero yo seguía sintiendo que sólo habían pasado dos días. Mientras tanto, había un Ford Escort en mi entrada, uno que olía a chocolate. El nuevo novio de Imra, el Detective Mike Matthews. El Stratus destrozado de Winn estaba estacionado al lado. El afortunado Winn, la noche anterior se había perdido toda la emoción, pero parecía que se tomaría unos días libres otra vez. Y un coche alquilado... Nada menos que un Cadillac. Los europeos habían regresado. Me tomé un largo momento antes de abrir la puerta de mi coche. Estuve condenadamente cerca de ponerlo marcha atrás y largarme a la mierda, lejos de allí. Al final, me apeé y caminé fatigosamente hacía la mansión. De cualquier forma, ¿a dónde se suponía que iba a ir? Este era mi hogar. Dirigí mi atención hacía la conversación del tercer salón, el que ocupaba un buen trozo del primer piso. Podía oír a Winn cloqueando como un ganso sorprendido:

―¿Queeeee? - Me apresuré por el corredor tenuemente iluminado. ―¿Has visto a Dorothy Dandridge? ―Estaba diciendo cuando entré en el salón. Parecía encantado y sorprendido, saltando sobre los cojines del sofá ―. ¿La viste en vivo, en el escenario?

―Sí, en una visita a la ciudad de Nueva York. ―James observaba a Winn como un gato divertido. Parecía brillante y sereno con su traje negro, camisa negra y calcetines y zapatos negros. No sabía la marca, para mi todos los zapatos de hombre parecían iguales, los de él parecían impecables y tan lustrados que brillaban, con los nudos de los cordones perfectamente atados―. Estuvo increíble... una delicia.

―Fue la última vez que te vi ―comentó Lena. Estaba vestida informalmente, con una blusa de cuello abierto y pantalones de mezclilla. No llevaba calcetines ni zapatos. Y llevaba el cabello suelto. Eso era un mensaje para James, lo sabía: No estoy lo suficientemente preocupada por ti como para acicalarme.

―Correcto, Majestad ―dijo Nia cortésmente―. Partimos hacía la Costa Oeste justo después de eso.

Se me ocurrió, no por primera vez, que no tenía mucha idea de lo que Lena, mi prometida y actual consorte, había estado haciendo en las décadas anteriores a conocernos. Una de estas noches tendría que sonsacarle toda la historia de su vida. No sería fácil. A no ser que hubiera una crisis a mano, era tan conversadora como un ladrillo.

―Tú la viste. ―Winn no podía superarlo. ―. En vivo y todo. ¿Lograste conocerla?

―¿La mordiste? ―pregunté. No tenía idea de quién era Dorothy Dandridge.

―Esa es tu tragedia ―dijo Imra. Estaba en el sofá al lado de Winn, tratando de no ser arrojada al piso con todas sus payasadas. ―. Que nunca oíste hablar de ella.

―Yo no dije eso ―señalé.

―Oh, por favor, se leía en tu cara, totalmente en blanco. ―Su amplia sonrisa era forzada, estaba claro que su comentario afilado era genuino, y para nada un chiste.

―Que pasa contigo estos... ―empecé, olvidándome de James, Ava, y pies descalzos, solo para ser interrumpida cuando el Detective Mike regresó a la habitación.

―Gracias ―dijo alegremente―. He estado en la camioneta de vigilancia la mitad del día... Sin tiempo para... oh. ―Se frenó―. Hola, Kara. - Reprimí un gemido. Mike era todo un nuevo problema, podría decirse que tenía su propio compartimento. Lo conocí antes de morir. Lo mordí inmediatamente después, y eso lo había vuelto loco. Literalmente loco. Lena había tenido que intervenir realizando un pequeño conjuro de vampiro para curarlo. La historia oficial era: Mike nunca se enteró de que había muerto, no sabía que todas nosotras éramos vampiros. Pero todas nos preguntábamos si nos seguía la corriente, o nos estaba engañando. En general creo que nadie puede engañar al radar que tiene Nia para las mentiras, pero Mike era policía. Le pagaban para mentir. e Imra había decidido salir con él. Porque, sabes, mi vida no era lo suficientemente estresante. Extendió la mano, y se la sujete mientras lo escoltaba a la puerta del salón.

Vampira & No PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora