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"Aquí el capitán de la Libre Occidente Sam Stones. Estación Espacial Internacional, ¿me reciben? ¿me reciben? Aquí el capitán Sam Stones, llamando desde la Libre Occidente, en órbita a Saturno, ¿me reciben?".

No obtenían respuesta. Tampoco la Central Espacial terrestre había dado señal alguna. La última comunicación ocurrió una semana antes, justo antes de encontrar la Concordiay su tripulación. Adkins acompañaba a Stones, visiblemente preocupado, en la cabina de mando de la Libre Occidente.

—Ni una sola transmisión Steve, ni una sola —negaba con la cabeza—. Desde que encontramos esa maldita nave. No puedes decirme que es una casualidad. ¡No! No lo es —Stones se encontraba bastante nervioso. Adkins no sabía que decir—.

Tras un momento, Stones se levantó y salió de la cabina de mando. Atravesó la pasarela y entró en la Concordia. Allí, en uno de sus estrechos pasillos a la salida de la pasarela, se encontró con Emma Armstrong.

—¿Seguimos sin noticias? —la voz de Emma era fría y cansada—.

—Ninguna, por el momento. ¿Cómo se encuentran Hicks y O'Neill?

—Hicks aún sufre algún que otro ataque de impotencia y frustración. Dice que está vacío, que toda su vida ha desaparecido —hizo una pausa—. Victoria está mejor. No tenía casi familia en la Tierra y, bueno, es una mujer muy fuerte.

Los dos astronautas se miraron en silencio, como esperando que alguno soltara por fin la respuesta que consiguiera animarlos y solventar la situación. Nadie pudo hacerlo. Emma volvió a hablar:

—Está siendo muy difícil asimilar todo esto. Es muy doloroso y complejo. Entendemos que en algún momento hemos hecho un salto temporal de 108 años. Para nosotros el tiempo continuaba transcurriendo de forma natural pero de alguna manera se aceleró para vosotros en La Tierra. Quiero decir que...

—Sí, sí –intervino Stones—. Vuestro tiempo se ralentizó en comparación con el de La Tierra, aunque no percibierais nada distinto. Sí, me conozco la teoría. –Stones dirigío su vista a través de la pasarela hacia su nave–. Ahora mismo me preocupa mucho más no conseguir establecer contacto.

—¿Qué vamos a hacer, Stones?

El capitán de la Libre Occidente calló durante un breve momento. Luego, habló con gravedad.

—Dada la situación en la que nos encontramos lo mejor que podemos hacer es volver a casa.

Perdidos en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora