Nombre

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Esa persona apareció con el rostro cubierto, llevaba una cimitarra en cada mano y se puso en posición de ataque tan pronto como pisó la arena. Pensé que sería rápido, ya que no llevaba ninguna protección. Agarré mi katana y mi wakizashi, me arrodillé y me puse en posición defensiva.

El nuevo comenzó a correr hacia mí, muy rápido. Era lo que esperaba. Nuestras espadas chocaron y me di cuenta de que también era muy fuerte. Cometí un primer fallo y recibí un corte en el brazo. Mi rabia regresó y el sol se escondió tras las nubes.

Pensé en Lois, lo que me distrajo, y cometí un segundo fallo, un corte en mi muslo. El cielo se volvió negro y de mis manos comenzaron a saltar chispas. Oí al nuevo reírse y me dijo que no fuera tan temperamental, porque si no, todos moriríamos por mi culpa.

Mi cuerpo comenzó a envolverse en pequeños rayos y perdí el control. Miré a mi alrededor y vi a la gente de la tribu observando la lucha que parecía durar horas. Sin darme cuenta, el instructor se acercó por detrás y me lanzó un cubo de agua.

Recobré la compostura y el instructor me dijo que me concentrara, porque no podía permitirme perder el control. Sentía cada músculo en tensión. Respiré hondo y cambié de estrategia; ahora sería yo la atacante. En mi primera embestida, el nuevo acabó en el suelo. Lo miré y le dije que yo ganaba.

El nuevo comenzó a reírse más. Cuando mostró su rostro, mi sorpresa al encontrarme con ella fue indescriptible. Le ofrecí la mano para ayudarla a levantarse. Se acercó a mi oído y me susurró que le encantaba que estuviera empapada.

Mis mejillas se sonrojaron al instante. Me preguntó si ya había averiguado su nombre. Con toda mi seguridad, le dije que se llamaba Lois. Ella sonrió y me recordó que, siendo descendiente de Kara Zor-El, Lois era la compañera de Kal-El. Me dio una oportunidad y me ofreció dos horas para seguir buscando información.

La dejé en la arena con una expresión de sorpresa por mi reacción, pero salí corriendo hacia los archivos.

Busqué en todos los documentos que pude sobre Kara Zor-El y Supergirl. Encontré el nombre de Lena Luthor. ¿Luthor?

Seguí investigando... Lex Luthor fue enemigo de Superman, pero su hermana menor, Lena, era todo lo contrario. Encontré el Mayarah entre ellas, su vida, la familia que formaron y la cantidad de veces que Lena había ayudado a la superheroína.

Una Super y una Luthor... ¿Por qué no?

Era la coletilla de su relación. Ya era muy tarde cuando averigüé todo esto, pero aún así volví a la arena. La morena me estaba esperando con una sonrisa y me preguntó si ya lo sabía.

Cuando mencioné su nombre, me respondió que no tenía más remedio que cumplir su promesa. En la cantina, le pregunté por qué había desaparecido. Me explicó que era una prueba que tenía que realizarme y que a duras penas la había superado. Mi carácter era demasiado impulsivo, y eso era muy peligroso para todos. Tendría que aprender a controlarme o la oscuridad me dominaría y, en vez de salvarlos, los destruiría.

Me recorrió un escalofrío por la espalda. Lena explicó que su labor era guiarme, pero que esta vez Rao lo había puesto más difícil que nunca. Me miró fijamente y muy seria me dijo que o ponía de mi parte, o ella misma me castigaría. Cuando soltó esto último, se le escapó una sonrisa que me hizo sonrojar de nuevo. No podía dejar de mirarla; me perdía en sus ojos verdes mientras me hablaba.

No sé cuánto bebí, pero cuando me fui a poner de pie, me fallaron las piernas. Lena me miró mientras caía al suelo y se empezó a reír a carcajadas. Desde el suelo, la miré sin saber qué había pasado y también comencé a reírme. Me ayudó a levantar, me hizo poner mi brazo alrededor de su cuello y ella el suyo alrededor de mi cintura. Me ayudó a salir de la taberna, pero no en dirección a casa de mis padres.

Le pregunté a dónde me llevaba, y me respondió que íbamos a nuestra casa. Cuando desperté, me dolía horrores la cabeza.

¡Vaya borrachera había pillado!

Me encontraba en ropa interior, en una cama que no conocía, y recordé lo que me había dicho Lena la noche anterior. Nuestra casa... ¿Habíamos dormido juntas?

La simple idea me puso nerviosa. Me levanté de un brinco y vi que tenía ropa limpia en una silla. Me vestí rápidamente. Cuando estaba lista, Lena apareció por la puerta con dos tazas de café (en realidad era un sucedáneo, ya que no podíamos cultivar café). Me ofreció una de las tazas, me deseó los buenos días y me pidió que me tranquilizara.

Le dije que estaba tranquila, pero ella entornó los ojos y respondió que podía sentir mis emociones. Dejó su taza en la cómoda de la habitación, me retiró la mía y se acercó a mí en silencio. Me abrazó. Me sentí tan bien, fue tan reconfortante, que si hubiera podido, no la habría soltado...

Lena me dio un pequeño beso en el cuello y me susurró que así le gustaba más, centrada y tranquila. Le di las gracias y me acompañó a la puerta. Me recordó que debía dirigirme al templo y después ella me vería en el entrenamiento.

Mientras caminaba hacia los sabios, me sentía en una nube. Todas estas sensaciones eran nuevas para mí. Después de las lecciones, le pedí consejo a los sabios, quienes me dijeron que simplemente debía seguir mi corazón y apartar las dudas.

De camino a la arena, empecé a sentir un cosquilleo en el estómago. Los nervios de acercarme a Lena me sacaban de mis casillas. Comencé a sudar, y sabía que no era por el calor. El instructor estaba listo. Los otros guerreros esperaban a que Lena y yo nos enfrentáramos de nuevo.

Cuando estuvimos una frente a la otra, respiré hondo, me tranquilicé y me preparé. Pude ver cómo Lena sonreía. Al principio, el combate fue con espadas y cuerpo a cuerpo. Hablamos con el instructor para despejar la zona, ya que íbamos a usar nuestros poderes. Los presentes se fueron saliendo entre quejas.

Lena y yo nos deseamos buena suerte. Me preparé cubriendo todo mi cuerpo con rayos, incluidas mis espadas. Ella, por su parte, soltó sus armas y cerró los ojos. Vi cómo se envolvía en un aura de luz. Ante mí apareció un gran felino prehistórico. Me sorprendió, ya que no esperaba ese tipo de animal, aunque reconocí su bonita mirada verde.

Vi un brillo en sus ojos y comenzó a correr hacia mí en zig-zag. Chica lista. Lo primero que hice fue despejar el cielo y que el sol la deslumbrara. Frenó en seco y le lancé un rayo, que la alcanzó de lleno.

Pero eso no la detuvo. Mientras corría hacia mí, se envolvió en el aura de luz y apareció un reptil prehistórico que solo había visto en los libros. Creo que se llamaba velociraptor. Tenía la ventaja de los párpados para protegerse del sol y con esa piel me sería muy difícil hacerle daño con los rayos.

Solo me quedaba intentar ser más rápida que ella. Fue una lucha encarnizada. Ambas resultamos heridas y exhaustas, tendidas en la arena. Ya era de noche cuando el instructor entró y nos vio. Hizo llamar a los servicios médicos, que rápidamente nos trasladaron al hospital.

Vi la cara de felicidad de Lena y empecé a reírme. Me dolía todo, pero también me sentía feliz. Había podido usar mis poderes sin miedo y sentí cómo la energía fluía a través de mí. En el hospital, me limpiaron y cosieron las heridas. Me dormí a causa del agotamiento.

Al día siguiente, cuando desperté, vi a Lena durmiendo en la cama de al lado. Me sentí embriagada por una sensación de paz. Percibía que con ella a mi lado, nada podría salir mal. Por la puerta apareció una enfermera, deseándome los buenos días. Me dijo que venía a vigilar que todo estuviera bien antes de que el médico nos diera el alta. Me reprochó las heridas que nos habíamos infligido mutuamente.

Dijo que no era necesario llegar a ese nivel en un entrenamiento. Me preguntó si quería morir antes de tiempo, y le respondí que esa no era la intención; solo quisimos poner en práctica nuestros poderes. La enfermera suspiró resignada y me dijo que tendríamos que guardar fuerzas para cuando realmente las necesitáramos.

En ese momento, Lena abrió los ojos y me sonrió. Parecía que todo estaba bien entre nosotras, hasta que toda la habitación comenzó a temblar...

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora