Adelanto

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Todo a nuestro alrededor comenzó a caer al suelo debido a la sacudida que sentíamos a nuestros pies. Los objetos se estrellaban y el caos se desató rápidamente.

Lena reaccionó con rapidez y atrapó a la enfermera justo antes de que cayera al suelo. Yo salté de la cama y salí de la habitación corriendo.

El pasillo del hospital estaba en completo desorden. La gente corría y gritaba, tratando de encontrar algún refugio seguro.

Regresé a buscar a la enfermera y le pregunté desesperada dónde estaban mi ropa y mis armas. Me dirigí al armario, me vestí y me armé con la mayor rapidez posible. Por el rabillo del ojo, vi que Lena hacía lo mismo con eficiencia y determinación.

Salimos corriendo del hospital, con Lena pisándome los talones. Al mirar alrededor, me di cuenta de que no solo era un terremoto; algo más estaba provocando el desastre. El suelo se abría ante nuestros ojos, y lo que estaba dentro parecía moverse con una amenaza latente.

Miré a Lena, y vi en su rostro la misma preocupación que yo sentía. Le pedí que se convirtiera en halcón para que pudiera volar y determinar hasta dónde se extendía la apertura del suelo.

Lena asintió y se transformó rápidamente en un majestuoso halcón antes de elevarse por el cielo. Regresó unos 10 minutos después con una expresión grave. Me explicó que la grieta se extendía hacia el norte, atravesando todo el poblado.

La situación era más grave de lo que imaginábamos. Ese monstruo no debía despertar hasta dentro de 10 años, pero algo había ido terriblemente mal.

Le pedí a Lena que se convirtiera en un corcel para llevarme hasta las afueras. Debíamos eliminar al whuffa, el gusano gigante que ahora estaba a punto de salir de su guarida.

Lena me miró con sorpresa y preocupación. "Es imposible que el whuffa se haya despertado tan pronto", dijo, claramente alarmada.

Llegamos al final de la grieta, donde encontré la entrada de la guarida del whuffa y se la mostré a Lena. Tomé una rama gruesa, la envolví en un trozo de tela, y la encendí para usarla como antorcha. Entramos en la cueva con cautela.

Al principio, tuve la extraña sensación de haber estado antes en este lugar. De repente, oí un ruido que se acercaba a nosotras. Susurré a Lena que permaneciera inmóvil, ya que los whuffas eran ciegos pero extremadamente sensibles a las vibraciones del suelo.

El gigantesco gusano pasó a pocos centímetros de nosotras, su tamaño era impresionante, alrededor de 10 metros de largo. Su piel era de un blanco lechoso, adaptada para camuflarse en la nieve. Sin pensarlo, levanté la mano derecha y hundí la katana en su carne.

El whuffa soltó un quejido gutural mientras intentaba moverse sin éxito, incapaz de maniobrar debido al dolor y al corte que le abrí. Su cuerpo era tan ancho que no podía girarse, así que comenzó a abrir un agujero hacia la superficie. Mi espada dejó un rastro de fluido viscoso mientras cortaba su carne.

Me sentía invencible mientras absorbía la energía que me transfería Lena. Ella se transformó en ave y voló fuera de la cueva para evaluar la situación del gusano. Yo salí por la entrada original, tratando de hacer el menor ruido posible, pero no fue suficiente.

El whuffa detectó mi presencia y se dirigió hacia mí con furia, pero su velocidad había disminuido considerablemente por la herida que le había causado. Aproveché la oportunidad para acumular electricidad y, cuando abrió la boca, lancé un potente rayo directo a su interior.

El monstruo se detuvo en seco, retorciéndose mientras se electrocutaba. El olor a carne quemada llenó el aire. Finalmente, el whuffa se desplomó y dejó de moverse.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora