Capitulo 4

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—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó sin darle espació para decir algo

— ¿De qué hablas? —nerviosa dijo.

—Esto —en sus manos traía una hoja color crema, con bordes en dorado. Al reconocerla sus ojos se ampliaron. Había escrito eso hacia un par de días pero dudaba en enviarla, al punto de que tenía que reescribirla porque en la parte de atrás había escrito un breve poema. Si, quería enviarle esa carta a su padre en donde decía que había recibido el recado de Ding Dong en el que aceptaba el compromiso con un desconocido solo para cumplir el acuerdo de su difunto abuelo, y finalmente irse de ese reino. Mientras que al otro lado la hoja tenía escrito:

En la noche distinguía una vida sin amor,

Noche y día, noche y día anhelaba su corazón

Que aquel ser que dentro de ella,

tanto espació poseía,

la viera con algo más que solo alegría.

Pero un día la rosa roja un mensaje recibió,

Irse lejos la respuesta a todos sus problemas era

Y alejarse de su razón de que su corazón latiera

Era su mayor dolor

Más sabía que eso era algo tan tabú

Pues quien era ella, una rosa con espinas,

contra un ramo de girasoles

que con el sol brillaban y sin parar giraban.

Así que un día

Muy decidida, sus maletas tomó

Y soltando un suspiró

A sus esperanzas abandono

Y del lugar en donde su corazón el amor descubrió

Se alejo.

Y del lugar en donde su corazón el amor descubrió, se alejo. —Dijo viéndola — ¿Te suena?

—Eso es mío. Y nadie te dio permiso de tomarlo —intento quitarle la hoja pero la diferencia de altura no se lo permitía —¡Daring! —exclamo molesta, aunque lo único que intentaba era ocultar era su nerviosismo.

— ¿Qué amor descubriste? ¿Estás con alguien? ¿Por eso ya ni siquiera me hablas?

— ¿Qué? —Pero, ¿De qué se supone que hablaba? ¿No había entendido sobre quién se refería ella al escribirlo?

—Dime, Rosabella. ¿Es por tu novio que ya no nos vemos? —la chica estaba demasiado confundida y eso ponía aún más alterado al rubio.

Alguien... alguien le había robado a su Rosabella... si, a su Rosabella. Algún tipo oportunista... o quizás ella en realidad si conocía a su futuro esposo... y eso no solo enfurecía a Daring, también provocaba que le doliera el corazón de una manera indescriptible.

—No entiendo de que hablas, lo que si te voy a pedir, es que te retires, por favor.

— ¿Me estas echando?

—No, pero tendré que hacerlo si no te retiras de buena manera.

— ¿Acaso él está aquí? ¿Es por eso que quieres que me vaya? —su voz cada vez sonaba más molesta.

— ¡Dios, Daring! ¡No hay nadie aquí!

— ¿Entonces por qué me quieres lejos?

— ¡Porque me duele! —ella explotó —¡Me duele verte! ¡Me duele guardar mis sentimientos, me duele verte cada vez y saber que tengo que alejarme! ¿Crees que es fácil? Pues déjame decirte que no lo es, más cuando te veo en todos los lugares a los que voy. No es fácil, es difícil y mucho. Es difícil todo y tú no ayudas. Y para que dejes de preguntar, no, no tengo novio pero si me casaré en unos meses, mi padre ha acordado una reunión y yo lo aceptaré, ¿Feliz? —preguntó ella soportando la humedad de sus ojos, sabía que su matrimonio no era obligación pero tal vez eso por fin la haría olvidar a Daring.

—No —respondió él.

— ¿Qué?

—No estaré feliz hasta que me digas por qué has aceptado casarte con un desconocido?

—Eso... eso no es de tu interés.

—No me moveré hasta que me lo digas.

—Entonces quédate de pie —ella tuvo intención de irse pero él la tomó del brazo.

—No nos moveremos hasta que lo cepa, Rosabella. Quiero... necesito saber por qué... ¿Por qué te quieres casar? ¿Lo conoces acaso? No, no lo haces...

—¿Y qué si no lo hago? En un futuro lo haré.

—Dime, ¿Por qué? —Él susurro acercándose a ella —¿Por qué estas tan nerviosa conmigo cerca? ¿Por qué intentas evitarme? ¿Por qué... por qué él y yo no? —y la primera lagrima de su ojo derecho cayó. Mordió su labio y mirándolo tan cerca, a centímetros de él, dijo:

—¿En serio quieres saber sobre quien hablo? — el asintió con desesperación en sus ojos —De mi y de... de ti, perdón —se intento zafar del agarre de Daring pero él la pegó más a él.

—No, ya te deje una vez, otra no, por favor. —y la besó, no sabía cómo reaccionar ni uno ni otro, él sabía que estaba comprometido, joder en 3 semanas se casaba pero ningún beso habían sido como este, mientras que ella experimentaba eso por primera vez y le gustaba... hasta que recordó el lugar de ambos y se separó.

—No —negó —Por favor, no.

—¿Por qué? —preguntó buscando algo coherente para haber roto ese bello momento.

—Tú estás comprometido y yo lo estaré pronto.

—Pero...

—Pero nada Daring. Te casas en unas semanas y yo parto pronto, no lo compliquemos más —sus ojos picaban, mientras que los de ella sostenían las lagrimas para no dejarlas caer.

—Rosabella...

—No... —respondió y le abrió la puerta —Vete... por favor... y no vuelvas. — no lo miró más.

—¿Estás segura? —Como pudo él pregunto, anhelando un <<No, tonto, quédate>>

—...No, pero es lo mejor.

Y él viéndola salió, en ese momento alma y corazón se rompieron, pues dos almas destinadas, caminos diferentes siguieron.

❥︎Tú y yo, ¿𝓼𝓲?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora