-El príncipe ha tenido otro ataque- Una mucama le susurró a otra, cubriéndose la boca con la mano mientras que llevaban toallas para el mismo. Su acompañante abrió la boca en sorpresa soltando un pequeño suspiro. Al llegar hasta la habitación del mencionado, ambas se asomaron por el marco de la puerta de oro viendo la caótica escena.
El príncipe Sunghoon estaba recostado en su cama de sabanas esmeralda, las cortinas estaban levantadas dejando ver el panorama de un cielo grisáceo y deprimente que le daba una atmósfera más escalofriante al ambiente. El joven estaba temblando descontrolado como un loco, llorando en el colapso sus mejillas completamente empapadas relucían y el rostro rojizo de tanto llanto asustaba. Sollozaba y gritaba como si estuviera fuera de sí mismo, y de hecho no era él mismo. Tenía las pupilas minimizadas, le costaba respirar y por ende los gemidos de su llanto eran más fuertes. Habían al menos diez sirvientes revoloteando por toda la habitación como palomas tratando de calmarlo, pero lo aturdían el doble. La bulla que provenía de lugar era colosal, con los gritos de las mujeres, zapateos y los lamentos ese escándalo probablemente era audible hasta los jardines.
Por el pasillo se pudieron oír acelerados pasos acercarse cada vez más. Era el médico real a toda velocidad seguido de sus ayudantes, cargando una gran bolsa de tela café junto algunos tubos y vasos en las manos. Se les desbordaba la alteración con solo oírlos, las colas de sus capas revoloteaban en el aire y a uno de ellos casi se le cae un zapato en medio camino. Al llegar casi tropiezan al entrar y echaron lejos a las sirvientas que chismorreaban en la puerta gritando un grave "Abran paso". Como si fuera una revuelta popular sacaron a la gente pateando y vociferando con violencia. Echaron a todas las criadas fuera, cerraron la habitación de un portazo y se dispusieron a sacar todos los implementos para calmar al joven de una buena vez pero más apresurados que nunca, el estado del príncipe era aterrador a ese punto.
Ataron al príncipe a la cama con sábanas para que dejase de convulsionar, o al menos se controlarlo un poco, aunque sus llantos se incrementaran. Con la desesperación a tope Sunghoon se removía entre esos estrechos nudos como un loco tratando de zafarse y huir lo más lejos posible, lastimándose en el proceso El medico sacó del enorme bolso una extraña mezcla de hierbas silvestres, especias y químicos primitivos que se usaban para calmar a las mujeres con histeria o a enfermos mentales. Por ende, el uso de tal medicamento en él era un secreto bajo llave por el bien de la corona que solo lo conocían la familia y los doctores reales.
El alto y viejo hombre le daba de beber la mezcla y todo cambiaba al instante. Las terroríficas convulsiones cesaban inmediatamente, sus manos se relajaban y su llanto se calmaba. Prácticamente el príncipe era adormecido en un sueño posesivo tan pesado como la piedra se Sisifo que imitaba la muerte. Así solo quedaba tirado en la cama un jovencito mojado de sudor y lágrimas, pálido, con la ropa desordenada e inclusive un poco rasgada respirando en extremo pausado por un largo tiempo.
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-¿Cómo se encuentra Sunghoon?- Preguntó Jake a Wonyoung caminando a su lado por el largo pasillo de la Galerie des Glaces. Él tenía las manos en los bolsillos de su pantalón blanco y estaba ligeramente inclinado hacia delante para alcanzar la estatura de Wonyoung. La princesa en cambio mantenía una postura perfecta tomando sus manos entre si sobre su vientre con elegancia dando pasos tan delicados como una pluma.
-Todavía no despierta, pero supongo que se encuentra bien. Escuché que está vez el ataque fue más fuerte. - Dijo manteniendo el contacto visual por un momento y después volvió a fijar la mirada en el suelo con amargura. Jake copio su expresión y asintió con la cabeza. Estaban uno al lado del otro, caminando con la mirada gacha y en silencio, pero cada uno estaba encerrado en su propia burbuja de pensamientos revoltosos.
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𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 ❛𝓢𝓾𝓷𝓼𝓾𝓷❜
FanfictionSunghoon era el príncipe heredero al trono en la Francia del siglo XVIII pero vivía aterrado a tomar la corona y tener al reino en la palma de su mano. Y Sunoo un simple y misterioso vendedor de lavandas tenía todo aquello que siempre había buscado...