Permanecieron un largo rato esperando en silencio… escuchando los sonidos, que el extraño y desconocido ser, producía en el techo. Primero, se fue al centro del techo; luego, se fue a la derecha, golpeó el techo —como si buscase una debilidad— y volvió sobre sus pasos; después, caminó hacia la izquierda y bajó por la pared, volviendo a producir aquel extraño golpeteo rítmico.
Todos en la habitación guardaron silencio, conteniendo el aliento, esperando que aquel animal se fuera. Luego de unos momentos, en que un tenso silencio dominaba el ambiente, empezaron de nuevo con un parloteo temeroso en forma de susurros.
Cristopher, que había permanecido inmóvil y mudo, agradeció en silencio porque su hija no estaba ahí para escuchar aquel sonido lúgubre. Pensaba en todo el terror que le hubiera causado a su pequeña, el escuchar aquellos sonidos misteriosos y sin explicación.
En ese momento, el silencio fue bruscamente interrumpido por un grito de terror que venía del baño; eran las mujeres que gritaban atronadoramente emitiendo chillidos y gritos espantosos, como si luchasen con algo al tiempo que intentan pedir ayuda.
Cristopher, se llenó de temor y desesperación y, aterrado por su pequeña, corrió hacia el lugar en donde se habían ido las chicas. Atravesó la sala por el lado izquierdo buscando el baño.
— ¡maldito! —se escuchó un grito, que parecía ser la voz de Sofía.
El grito le sirvió a Cristopher de guía, cruzó por la sala corriendo y se detuvo frente a dos puertas, que estaban una a la derecha y la otra a la izquierda. Detrás de él se escucharon varios pasos rápidos de personas que lo habían seguido: unos, estaban temerosos en la parte de atrás; los otros, se habían armado con lo que tuvieran a mano, palas y mazos, para defenderse. Luego un chillido es escuchó, como si viniera de una garganta más pequeña, y gracias a eso lograron darse cuenta de que estaban en la puerta de la derecha.
Cristopher fue el primero en llegar a la puerta, giró rápidamente la manilla, sólo para comprobar que estaba cerrada por dentro. Luego retrocedió agitadamente, solo para volver sobre la puerta con una potente patada, en la que cargo todo su peso. La puerta cedió, se abrió con violencia y produjo un sonido seco al chocar contra la pared del interior.
Al entrar al baño pudieron darse cuenta de que Sofía estaba luchando, a duras penas, con el joven punk que no se había unido a ningún grupo. Fanny estaba acurrucada en la esquina de la habitación, sentada sobre el suelo, aterrada, con los brazos envolviendo sus rodillas.
Todos entraron corriendo y, a punta de golpes y patadas, lo separaron de la mujer. La paliza siguió cuando el punk, al verse superado en número, se cubrió la cara con los brazos y retrocedió hasta la esquina de la habitación. Todos se le fueron encima, Cristopher y los demás… incluso el sujeto religioso que se las daba de tan piadoso, golpeándolo hasta dejarlo en el suelo sin resistencia.
Entonces, el dueño salió de entre toda la multitud…
— ¡paren, lo van a matar! —dijo, mientras intentaba separar al grupo del ahora desfallecido rockero. Luego de que logró calmar a algunos, se paró frente al grupo con los brazos extendidos— con eso ya es suficiente…
— ¡suficiente mis cuernos! —Dijo Cristopher, a quien la rabia y la adrenalina se le empezaban a subir a la cabeza— ¿sabes lo que estaba intentando? Estaba intentando…
— ¡es verdad! —Interrumpió el religioso— en estos casos es mejor imponer mano dura… “no tengas en poco la disciplina del señor, ni te desanimes al ser reprendido por él, porque el señor al que ama, disciplina y azota”.
— ¡ya, calma todos! —Grito el dueño— lo que haremos será lo siguiente: lo dejaremos amarrado en la sala, y cuando termine esta locura de ahí afuera, lo entregaremos la justicia.
Cristopher pareció recuperar un poco la compostura, corrió rápidamente hacia la esquina del baño donde estaba Fanny y abrazó a su pequeña fuertemente. Luego, la tomó en brazos, la meció tiernamente y acarició su cabeza, dando gracias al cielo de que estuviera bien.
—Ya pasó mi pequeña… ya pasó —le decía una y otra vez.
Sofía, intentando recuperar la compostura, se acercó a Cristopher, arreglándose con los dedos los cabellos desordenados. Respiró agitadamente intentando controlar su respiración y se apoyó en la pared con una mano para sostenerse.
—creo que vino detrás de nosotras al vernos solas —comenzó a contar mientras todos guardaban silencio para oírla—, se coló detrás de nosotras en el baño y, sin hacer ruido, cerró la puerta por dentro mientras nosotras estábamos en el lavabo. Al parecer, pensaba que podría dejarme inconsciente y abusarme sin alertarlos a ustedes. Al salir del retrete me golpeó con algo en la cabeza; pero, no me noqueó. Lo demás que recuerdo es pelea y gritos…
—Entiendo… —dijo Cristopher. Mientras miraba al sujeto en el piso con una cara de odio, estaba convencido de que la historia era verdad; sin embargo, tenía sus dudas de que fuera a Sofía a quien intentaba abusar— hagamos lo que dice el dueño.
El dueño junto con uno de los que se habían unido al grupo del religioso, tomaron al punk por debajo de las axilas, uno de cada brazo, y lo sacaron del baño hacía la sala de la ferretería. Ahí lo amarraron fuertemente a la barandilla de la escalera, usando abundante huincha aisladora sobre las muñecas del tipo, asegurándose de que no se escapara.
Los demás fueron saliendo uno a uno del baño, dejando a Sofía, Cristopher y Fanny a solas en el baño.
—muchas gracias por cuidar a mi pequeña —dijo Cristopher.
—No fue nada —respondió Sofía. Mientras se pasaba una mano por la cabeza, como buscando un lugar que le dolía… al encontrarlo, retiró la mano de prisa emitiendo un pequeño quejido.
— ¿estás bien?
—sí, solo necesito un pequeño momento a solas, y estaré de lujo.
— ¡oh! Por supuesto —dijo Cristopher mientras tomaba camino a la salida.
Sofía puso ambas manos sobre el lavamanos y se miró en el espejo agotada. La pelea no había dejado ninguna huella —visible por lo menos— aparte de unos cabellos alborotados y un gran chichón en la cabeza.
Cristopher iba saliendo con Fanny en brazos, empujó la puerta con suavidad y apenas al llevar un segundo afuera del baño escuchó otro grito que lo hizo estremecer…
— ¡espera un segundo, vuelve! —gritó Sofía desde dentro del baño.
Cristopher, por el tono del llamado, supo que no era una broma. Se imaginó nuevamente algo horrible y aterrador, dejó a Fanny en el suelo.
—Espérame justo aquí —le dijo a la niña.
Luego… Entró rápidamente…
— ¿qué pasa?
— ¡trae una luz! —le dijo Sofía sin explicarse.
Cristopher sacó su celular y alumbró a Sofía, que estaba parada mirándose las manos… las tenía cubiertas de sangre.
— ¡¿Qué pasó!? ¡¿Estás herida?! —preguntó confundido.
—No es mía, parece que viene de ahí… —dijo ella mientras apuntaba al lavamanos.
Todo el lavamanos estaba cubierto de sangre. De la llave del agua, corría aquel líquido rojizo y viscoso, como si se hubiera estado coagulando.
Ambos quedaron mirando el satánico fluido salir, mientras cada uno intentaba darle alguna explicación a lo que veían…
Sofía se limpió rápidamente las manos, lo mejor que pudo, usando las toallas higiénicas que estaban colgadas al lado del espejo; estaban situadas dentro de su caja, de tal forma que al halarlas salían de una en una. Usó cuatro, cinco, seis toallas, pero aun no lograba quitarse del todo el tono rojizo de sus manos. Finalmente, cuando sus manos tomaron un tono más normal, decidió dejarlas así.
— ¿qué está pasando? —preguntó Cristopher.
Sofía simplemente se quedó en silencio y omitió una respuesta que podría sonar tonta. La verdad era simple, no tenía idea de qué estaba pasando.
—quiero salir del baño, he pasado aquí unos minutos; pero han sido los peores de mi vida —dijo Sofía.
—Entiendo —dijo Cristopher—, pero quiero discutir una última cosa…
— ¿qué cosa?
—creo que sería lo mejor, que no dijéramos nada del agua convertida en sangre. Por lo menos por ahora… creo que eso pondría los ánimos aún más turbios por aquí, y ya están lo suficientemente turbios. Ahora salgamos— le apuraba salir pues Fanny estaba afuera esperándolo después de haber pasado un susto tremendo.
—sí, entiendo —dijo ella.
Apenas abrieron la puerta del baño, la pequeña Fanny corrió a los brazos de su padre. Lo rodeo con amos brazos por la cintura y apretó su cabeza contra su estómago.
— ¡papá…! —dijo la pequeña en un tono que anunciaba un llanto contenido.
—Tranquila… no ha pasado nada —le mintió Cristopher.
La niña hizo un intento de seguir con la conversación, pero las palabras se le enredaban en la garganta; se le entremezclaban con el miedo y susto que había vivido. Al final, solo salió un llanto de sus ojos y unos gimoteos de su boca.
Cristopher la tomó de nuevo en brazos y la abrazó fuertemente, caminó con ella, de un lado a otro, consolándola y secándole las lágrimas hasta que, finalmente, la niña se calmó.
— ¿sabes que te quiero más que a nada en la vida? —Siguió diciéndole a la niña, aun después de que ésta se calmó— yo te protegeré, sin importar lo que pase… siempre estaré para ti— le importaba mucho que la pequeña se sintiera segura; aunque fuera todo una gran ilusión. Él se encargaría de hacer que esa ilusión se convirtiera en realidad.
—Tengo una idea —exclamó el dueño de la tienda. Metiéndose a buscar algo entre los cajones que tenía detrás del mostrador.
Cristopher se acercó, con Fanny aún en brazos, y pudo notar que, en la barandilla de la escalera que conducía al segundo piso, se encontraba el punk amarrado por las muñecas.
El grupo se juntó curioso, observando al dueño de la tienda que revolvía las cosas.
— ¿dónde lo dejé…? —murmuraba. Mientras seguía buscando.
— ¿qué busca? —preguntó la voz de un hombre que venía desde el grupo.
El dueño simplemente levantó una mano con el dedo índice alzado, nadie supo si lo hacía para demandar silencio; o si lo hizo como un acto reflejo de que había recordado algo. Luego se inclinó y buscó en un cajón, el del final abajo a la derecha.
— ¡ajá! ¡Lo sabía! —anunció triunfante. Luego se levantó con una pequeña radio entre las manos, de esas viejas y cuadradas, con antena larga, y grandes y gruesos parlantes —ahora sólo hay que buscar las baterías.
—Esas baterías ya no se encuentran en ningún lado —dijo el sujeto que tenía un ojo muy abierto y otro muy cerrado.
—de hecho… yo las vendo —dijo el dueño, mientras se ponía a caminar hacia el lado izquierdo de la tienda, encendió la linterna del celular y se puso a examinar un mostrador de vidrio, de esos que contienen pequeños artículos. Luego de un momento, volvió con un paquete de baterías de esas gigantes, de aquellas que parecen suficientes para encender un reactor atómico, las sacó de su envoltorio y las fue acomodando en la radio—. La tenía hace años, pero luego la dejé de lado porque me compré el celular… entonces la guardé y jamás la usé.
Todos pusieron atención esperando que a través del aparato se escuchase algo que les diera un poco de esperanza. El dueño buscó el botón de encendido, examinando el radio de izquierda a derecha con la linterna. Luego de un momento, lo encontró.
—funciona pequeñita… lamento haberte abandonado —dijo ansioso, cruzando los dedos. Luego… presionó el botón.
De los parlantes salieron unos chirridos; al tiempo que el dueño celebraba, levantando el puño en señal de triunfo. Luego comenzó a ajustar la perilla, buscando una emisora activa. En la sala el silencio era total… todos estaban a la expectativa.
Finalmente, la radio hizo una especie de “crack” y luego de ella salió la voz de un hombre. Todos en la sala se emocionaron y comenzaron a escuchar con atención a lo que el hombre decía…
— ¡repito, ataque masivo y total! —Dijo la voz del locutor— ¡eso es lo que hemos sufrido! La capital del país está en ruinas… ¡literalmente en ruinas! No tenemos información de quién o qué nos está atacando. Sabemos también que varias ciudades del país han sido destrozadas, en cosa de minutos. La poca información que nos llega es confusa y trae noticias alarmantes, por decirlo menos.
«tan confusa es la situación que ni siquiera sé si alguien me está escuchando… a todos los espectadores que estén escuchando esto: no salgan de sus casas, repito ¡NO-SALGAN-DE-SUS-CASAS! O en donde sea que estén. Si están en el trabajo, en la oficina, en una tienda… no importa, solo quédense ahí. Afuera, es una masacre…
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la trompeta del apocalipsis
HorrorUna historia lovecraftiana, de terror, que se produce en el planeta luego de que un eclipse, combinado con una alineación de los planetas, parece desatar el infierno en la tierra. El protagonista, Christopher, intentará por todos los medios poner a...