Prologo

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Hace tiempo comencé cuestionarme mi vida, quizá más de lo que desearía. Me cuestione desde la cosa más pequeña como que comería cada mañana hasta por qué existimos, que hacemos aquí en este mundo cuando no tienes ya metas, propósitos ni sueños como me paso a mí.

Sucedió cuando decidí incluirlo en mi vida siendo ese gran detonante que arraso con todo lo que yo aspiraba en la vida, me dejo creyendo que él era lo único por lo que vivía. Que él era unas de mis metas y la realidad es que así fue. Pero una de las metas que nunca cumples, una de esas por las que haces sacrificios y recorres largos caminos deseando encontrar al final el resultado que esperas, aunque al llegar te decepcione un gran muro de concreto sin más detrás, haciendo que tu esfuerzo y todo el camino no hayan valido la pena, porque no estaba en tu destino seguirlo, porque te forzaste a seguir caminando, en dejar atrás todo lo que alguna vez te hizo feliz en lugar de renunciar a eso que tanto te destruía por dentro.

Eso lo aprendí con el tiempo después de vivir, de dejar de sufrir y sobrevivir con sobras de alguien que nunca me eligió aunque dijo siempre lo haría, de alguien que prometió estar siempre para mí y nunca contesto cuando llame con desesperación por las noches, alguien que juro hacer mis días los mejores con el único propósito de ver esa sonrisa que tanto le gustaba, pero ese alguien nunca lo cumplió y solo entendí que todo fue mentira cuando se fue después de decirle que lo amaba, desapareció sin dejar rastro. Solo me dejo a mí.

Pase meses creyendo que ya no tenía sentido seguir sin él, meses en los que llore ríos, mares y lagos, aquellos en los que me cuestione que hice mal, en los que pensé una y otra vez sus razones para huir. No creí volver a ver la vida con colores vivos como lo eran cuando él estaba aquí, no podía ver las fotos, videos y recuerdos que dejo porque se volvieron oscuridad, no había tomado un pincel en meses, no pinte, no hasta que decidí acompañar a mi amiga a la galería de arte donde lo vi, el rojo, el negro,el blanco, a él...

AnartiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora