¡Coleccióname esta! [CaitVi / Arcane]

Como la pólvora

PROMPT DAY 2: CHILDHOOD AU (INFANCIA)

—Había pensado que la celebración de nuestra próxima reunión podría tener lugar coincidiendo con el último Consejo de la temporada, Tobías.

—Oh, sí; por supuesto. Es una buena idea. Podemos divertirnos con varias actividades de tiro al blanco y organizar algún tipo de cóctel después.

—Como siempre, los chicos se lo pasarán en grande. Y nuestras señoras también, por supuesto.

—De eso no me cabe duda. Cassandra adora demostrar lo bien que se le da quedar por encima de mi puntuación.

Las estruendosas carcajadas de los caballeros que se habían adueñado de los jardines exteriores en la mansión Kiramman estaban amargando de más a la pequeña e ignorada asistente que jugueteaba con un libro de cuentos en el rincón de, como ella misma la llamaba, "la bola de cristal" aunque aquella construcción ni siquiera tuviese forma de esfera: se trataba de un mirador de construcción octogonal techada, repleta de columnas de piedra y ventanales con vistas al exterior desde la que se podía divisar perfectamente la plenitud de los edificios emblemáticos de Piltover en su lejanía. Harta ya de tanta risa, de tanto ruido y de tantos comentarios inexplicables sobre nocturnidades que nuestra adorable protagonista no entendía, Caitlyn se levantó de golpe, ofuscada, abrazando el libro contra su pecho con toda la indignación que su pequeño cuerpo fue capaz de contener y se alejó del grupo de barones para abandonar el recinto y sentarse en los escalones exteriores. Las barandas de piedra adornadas con hiedra verde la saludaron amablemente en metafórica presencia, como cada tarde que solía pasar sola por allí.

Los ladridos de los perros le llegaron desde un punto distinto de los jardines. El servicio debía estarlos sacando a pasear. No hacía mucho que su padre había añadido al grupo de caza a dos preciosos ejemplares de dóberman pura raza (o eso les había oído comentar a sus progenitores una de las escasas tardes libres del Consejo en las que se juntaban para tomar el té), pero a Caitlyn solo le habían permitido observarlos un par de veces: la primera desde la absoluta distancia, la segunda en compañía de los cuidadores y de su niñera, la tercera... la tercera todavía era una promesa vacía que no acababa de tomar forma.

Una oleada de carcajadas más, de las que estaba tan harta ya, llegó a sus oídos desde el interior del edificio. La pequeña refunfuñó con creces, se levantó de golpe y empezó a caminar en línea recta; cansada ya de tanta tarde de mayores, de tanto aburrimiento y, sobre todo, de tanto esperar a su madre. Le había dicho que volvería en cuanto la junta del Consejo terminase y que leería con ella mientras el resto de mandatarios y nobles organizaban las citas oficiales más próximas en el calendario; sin embargo, la señora Kiramman no llegaba. A Caitlyn se le estaba haciendo eterna la tarde, eso sin contar que las voces de aquellos señores tan mayores y tan escandalosos la desconcentraban y, desde luego, tampoco la dejaban avanzar en el libro de cuentos. Quería enseñarle a su madre lo mucho que había progresado en la lectura en voz alta de la última leyenda que había practicado con la institutriz, pero si no podía ensayar, quedaría fatal delante de ella y todo su esfuerzo no valdría para nada.

Sus pequeños ojuelos rasgados se llenaron de agua ante la idea de fallar de una manera tan vergonzosa delante de la señora de la casa y estrechó el libro aún más fuerte contra sí hasta casi hacerse daño en un arrebato que, cualquier adulto, habría catalogado como rabieta. Refunfuñó durante todo el camino, echando de vez en cuando un vistazo por encima de su hombro para comprobar que los "mayores gritones" seguían lejos y que no habían salido corriendo tras ella para seguir amargándole la tarde y, de paso, llevarse una regañina. Sorbió por la nariz, indignadísima con el proyecto mocoso en el que podría acabar convirtiéndose su rostro si no cortaba la llorera. Sacudió la cabeza en un reclamo automático de orgullo propio y sus pasos, cada vez más rápidos, terminaron convirtiéndose en carrera.