Solo un corazón

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PROMPT DAY 5: DOMESTICITY – HURT – COMFORT (SITUACIÓN DOMÉSTICA CON DOLOR Y MOMENTO RECONFORTANTE)


Las tardes de los domingos no resultaban ser verdaderas tardes de domingo si Caitlyn no tenía trabajo que adelantar, y digo adelantar porque era remotamente imposible que acumulase gestiones de papeleo atrasadas por cualquier motivo; no se lo podía permitir a sí misma, no podía dejar cargos laborales pendientes antes del fin de semana en posible previsión de lo que pudiese ocurrir en dichos fines de semana. La nueva Sheriff de Piltover era así de severa consigo misma y a veces también con sus subordinados, aunque irónicamente, a ellos les permitía ciertas libertades y descansos que rara vez se concedía a sí misma; y si lo hacía era, en parte, obligada por su oficial ayudante: esa que la sacaba de quicio a la vez que la hacía sentirse como una adolescente hormonada y visceralmente enamorada. Caitlyn tenía la sensación de que aquella idiota e impertinente zaunita conseguía darle la vuelta a su fachada de severidad como si fuese un calcetín viejo y sacaba de ella toda la ternura agazapada en el interior más recóndito de su corazón.

Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing.

En aquellas cavilaciones se hallaba —aunque cada vez menos inmersa en su trabajo sin darse cuenta— cuando el teléfono fijo de la oficina improvisada que montaba cada jornada de supuesto descanso en la sala de estar resonó sobre el escritorio con su molesto timbre, ese al que Vi le gustaba apodar "rechinador" por lo mucho que, según sus palabras, "le reventaba la cabeza todos los días". Caitlyn pensaba que tampoco era para tanto; al fin y al cabo, ella estaba relativamente acostumbrada a atender el teléfono en el cuartel oficial cuando no le tocaba salir a patrullar. Porque sí, nuestra querida Sheriff seguía patrullando a pesar de que sus labores podían limitarse perfectamente a exigir a los guardias que tenía a su cargo velar por el cumplimiento de la ley y el orden en Piltover. Pero Cait estaba hecha para la calle. Adoraba su trabajo y adoraba pringarse hasta las caderas de problemas para otorgar soluciones a los mismos. Todavía recordaba aquel momento en el que sus padres intentaron apartarla del peligro, de limitarla al servicio de oficina en la casa Talis; ese disgusto inicial al enterarse... esa angustia de la desesperación que le producía comprobar el hecho de que sus padres seguían sobreprotegiéndola sin importar los años que pasasen.

—¿Dígame? —descolgó finalmente; y, a decir verdad, disimuló muy bien el resoplido de fastidio. Después de todo, a ella también le "reventaba la cabeza", especialmente cuando la sacaba de su especial estado de concentración laboral o reflexiva.

—¿Qué tal, Caity? ¿Todo bien por allí? ¿Está todo como esperabas? ¿Necesitas algo?

Directa, sin saludos.

Con las preguntas lanzadas a bocajarro.

Al otro lado del teléfono habían apuntado con las palabras en la garganta y disparado con la lengua en un abrir y cerrar de ojo.

—Hola, mamá.

Devolución de la bala, rebotando contra el hielo ahora deshecho de su pecho.

Un disparo desviado a última hora con un contrataque real.

—Hola, cariño —y el tono en la voz de Cassandra pareció relajarse mínimamente durante un par de segundos. Cait pudo notar el descenso de nerviosismo y de incertidumbre en la manera en que le devolvió el saludo y la introducción de aquel pequeño apelativo al margen de su habitual y privado "Caity" reservado única y exclusivamente para cuando no había nadie más alrededor.

—Estoy bien. —Hizo una pausa, alzando la vista al techo momentáneamente y ahogando un suspiro de cansancio para evitar preocuparla—. Estamos bien —se atrevió a matizar.

¡Coleccióname esta! [CaitVi / Arcane]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora