Yatsuri Y. Mejías

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Yatsuri se encuentra en una habitación oscura, amarrada a una silla de madera, tenia cinta adhesiva pegada a su boca y una venda que tapa sus ojos.

Comienza a moverse de lado a lado y en ese tambalear de la silla, cae al piso en intenta arrastrarse hasta la puerta, pero no puede. Hizo tanto ruido que se escuchó fuera de la habitación y de pronto entra un hombre.

Ella empieza a llorar asustada, el extraño individuo enciende la luz en el cuarto.

El hombre es alto, moreno y con una cortada en su rostro. Este toma a Yatsuri por uno de sus brazos, la levanta del piso y la vuelve a colocar en su posición original.

Luego con una medio sonrisa en el rostro, una mirada de loco psicópata, pasa su mano derecha por su cara y le dice en voz baja;

—Si, continuas haciendo ruido. ¡Te voy arrancar la cabeza!

Ella no paraba de llorar, el levanta su mano y con un gran impulso le suelta una fuerte bofetada en la cara. Este le quita la venda en sus ojos, ella lo mira directo al rostro y en ese instante le vuelve a dar otra cachetada más. El le pregunta en voz baja;

—¿Te gusta, perra?

Yatsuri, continúa llorando amargamente, mientras el extraño hombre apaga la luz y sale de la habitación.

Pasaron unos 15 minutos.

Después de este lapso corto de tiempo el hombre regresa al cuarto. Al entrar cierra la puerta y enciende la luz nuevamente. En su mano traía una taza con chocolate caliente, pan y queso. Se acerca a ella y le quita la cinta adhesiva de su boca.

Yatsuri continúa llorando y este le pregunta un poco apenado;

—¿Quieres chocolate?

La chica levanta su mirada para posicionarla directamente a los ojos de su captor y le responde entre lágrimas;

—No quiero nada, ¿Porque me tienes encerrada en esta habitación?

Este hombre se pone de pie, sitúa el plato en una mesa de madera que estaba a su lado, coloca el vaso con chocolate justo encima de otros platos que contenían comida que no fue tocada, y algunos alimentos ya estaban descompuestos. Regresa hasta donde está la mujer, la toma por el pelo, se lo hala fuertemente y le responde con voz baja, pero con mucha ira mientras lo hace;

—Tu sabes que no puedes decir nada de lo que ocurrió o está ocurriendo acá, y si hablas. ¡Te mato! Relájate que nadie va a venir en tu ayuda.

Ella llorando le responde;

—Solo quiero salir de aquí, no tienes ningún derecho a golpearme de esta manera, no sabes...

El la interrumpe mientras habla, le da varias cachetadas y varios golpes. Ella cae al piso con todo y silla. Ya en el suelo le sigue dando patadas en la cara, patadas por el cuerpo y sale de la habitación.

Yatsuri llorando amargamente, grita de desesperación y el hombre regresa con un cuchillo en su mano.

Ella al ver el arma blanca en la mano del hombre se queda cayada. Este toma el cuchillo, corta las cuerdas que la ataban a la silla, la vuelve agarrar por el pelo y la lanza sobre la cama.

Regresa y cierra la puerta con seguro. Comienza a quitarse la ropa y quedando totalmente desnudo. (Apaga la luz)

En la oscuridad se escuchan gritos, golpes y gemidos de dolor.

Unos minutos después.

El enciende la luz y se podía ver a Yatsuri llorando en la cama, él se viste, toma un cigarrillo y lo enciende. Mientras fuma se sienta en el lecho, frente a ella y le dice de una manera irónica;

—Debes comer, porque te puede pasar algo malo, recuerda que no quiero hacerte daño y si no pones de tu parte, no te voy a dejar salir.

Ella continúa llorando y no le responde. Él la toma por uno de sus brazos y le grita como un loco;

—¿Crees que quiero hacerte daño? Nunca eh querido hacerte daño y lo sabes. (La suelta) Pero tu, no colaboras con tus oficios de la casa.
¡Estoy muy molesto! Si no te controlas, voy a tener que separarme de ti.

Yatsuri llorando le responde;

—No me dejes, recuerda que te amo. Por favor te lo pido, por el amor de Dios no me dejes. Prometo portarme bien y hacer mis cosas.

El rostro del hombre cambia repentinamente a uno de amor y calma. Ella comienza a pasar su mano en su cara, lo mira a los ojos y le dice;

—Te amo, eres lo único que me queda en la vida. Prometo ser mejor mujer cada día mi rey.

Los dos se miran entre sí y se dan un beso apasionado.

—El hombre sale de la habitación y ella lo sigue hasta la puerta principal de la casa. Este enciende su moto, Yamaha modelo 115, arranca y la levanta en su rueda trasera.

Yatsuri se queda mirando en la puerta como su esposo se aleja y a la distancia se da cuenta, como sube a otra chica en la moto.

Yatsuri, suspira y entra a la casa.

Fin.

Notas del autor;

Este hecho de locura, es algo que no podemos comprender, que va más allá de nuestras mentes concientes.

El ser humano es algo totalmente sorprendente e impredecible en cuanto a sus emociones se refiere.

El síndrome de estocolmo es una realidad y pasa día a día en nuestros alrededores.

¿Serás tú, alguien que sufre de este mal y no lo sabes?

¡Mujeres! Relatos para reflexionar. [Redactando, editando y corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora