Capitulo 2

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          El timbre de la puerta suena ¿Quién coño será ahora? No es el mejor momento para tener visitas, tengo que hacer algo con toda esa ropa ensangrentada. Vuelve a sonar, está vez durante más tiempo ¡Joder que insistencia!

          —Tranquilízate, imbécil y abre. Sólo tienes que poner la ropa bajo la cama—. Esa maldita voz otra vez.

          — ¡Déjame en paz!— Grito dirigiéndome a la puerta.

          Al abrir ella estaba allí. Aquella chica de la discoteca, la morenita que con sólo tocarme me había puesto a mil.

          — ¿Qué haces tú aquí?

          — ¡Joder que borde eres! Se te cayó la cartera en tu huida en el bar, sólo quería devolvértela. Por cierto, ¿Qué te pasó? Parecía que habías visto un fantasma.

          —Gracias por traerla, has sido muy de amable. Gracias, de verdad—digo cogiendo mi cartera e intentando cerrar la puerta. No iba dar explicaciones a una tía que no conocía de nada, de hecho ya no tenía que dar explicaciones a ninguna tía. Pero la puerta no se cerraba, ella había puesto el pie y no me dejaba cerrar.

          —Podías agradecérmelo con una cerveza por lo menos. No tengo nada que hacer hasta dentro de tres horas y ya que estoy aquí...—Me dice acercándose a mí, no tiene ningún sentido que una tía como esta se tome tantas molestias para ligar conmigo, pero a caballo regalado...

          —Dame un minuto que recojo un par de cosas y estoy contigo. En la nevera hay cervezas, sírvete tú misma.

          Voy como una flecha a por la montaña de ropa negra que está tirada en medio del piso y la escondo con cuidado de no mancharme, en el armario del baño. No sé qué voy a hacer con ella, pero bueno eso es un problema para luego, ahora tengo una tía que está buenísima en mi cocina bebiendo una de mis cervezas, esperando agradecimiento. Al salir del baño la veo quitándose la chupa de cuero y dejar algo sobre mi mesilla. ¡Joder es una pipa y una placa! ¡Es una jodida poli! ¿En qué marrón me he metido?

          — ¿Eres poli?—Acabo de matar a dos personas y tengo una poli en mi puta casa, ¿Cuándo se ha complicado tanto mi mierda de vida?

          — ¿Tienes algún problema con eso?

          Se coloca de rodillas frente a mí abre mi pantalón y se mete mi polla en la boca, ahora sí que no tengo ningún problema con ello. Pero me va a costar mucho controlarme para que esto no acabe en dos segundos. Piensa en cosas que no te exciten, piensa en bandas de rock, en tíos sudando en el escenario, en... ¡Hostia es buenísima! Tengo que empezar a controlar el ritmo de sus embestidas o me voy a ir, la retengo cogiéndola del pelo, pero ella no quiere ser sumisa. Se pone de pie pero yo no quiero mirarla, no me apetece volverla a ver con el cuello rajado.

          —Túmbate en la cama, voy a taparte los ojos, no quiero que veas fantasmas como antes en el bar y me dejes a medias—. Esta tía me lee la mente.

          Me saco la camiseta por la cabeza, la tiro a un lado de la cama y me tumbo. Ella no tarda en ponerse a horcajas sobre mí y taparme los ojos con el pañuelo que lleva al cuello mientras me besa metiendo su lengua en mi boca. Me va a estallar la polla, está tía es un jodido regalo. La noto moviéndose encima. No veo nada y eso me hace sentir todo el doble, su aliento en mi cuello, su lengua en mi oreja y de repente me mete dentro de ella. ¡Joder! Está tan empapada que me hace casi llegar al final. Esto va a ser rápido, no voy a poder contenerme mucho.

          —Me voy a correr, lo siento—digo arqueándome debajo de ella y sintiéndome un perdedor una vez más—. ¿Qué haces?—Se está volviendo a meter mi polla en la boca, estoy flipando.

La mirada en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora