Capítulo 6

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          Todo está a oscuras a mi alrededor, aun así sé que no estoy en mi habitación. Sé que estos ojos me están jugando una mala pasada, una vez más, y que me han traído a su realidad aunque yo solo soy un mero espectador, no controlo nada. Mi cuerpo se mueve pero no porque yo quiera. No me gusta nada esta sensación de estar encerrado siendo una simple marioneta de una mente tan sádica y retorcida.

          Avanzo por la estancia. Esta casa es más pequeña que la primera en la que nos colamos, aunque estoy seguro de que la gente de aquí tampoco es pobre.

          — ¿Qué te pasa con los ricos?—Pregunto.

          — Tú, ver, oír y callar. No me vas a joder esto.

          — ¿Me oyes?— Pregunto asombrado—. Para por favor, no quiero hacer daño a nadie, yo no soy así.

          — Tú no sabes quienes son estas personas. Tú no sabes la mierda que existe realmente en el mundo y la verdad, yo no te lo voy a explicar. Así que cállate de una puta vez y déjame hacer mi trabajo. No te conviene enfadarme.

          Algo me decía que debía dejar de intentarlo. No le iba a convencer para parar, eso estaba claro. Debía buscar la forma de librarme de él, pero ahora no podía hacer más que ser testigo, una vez más, de su mundo de mierda.


          Me adentro en la casa sintiendo como la ira crece en mi interior según voy pasando por las fotos familiares de los inquilinos. Parecían felices y eso me pone de muy mala hostia aunque no sé el motivo.

          Sigo mi camino sintiendo como mi cuerpo se va tensando cada vez más, mi estómago arde y las sienes me van a estallar. Tengo la mandíbula completamente apretada, tanto que temo poder romperme alguna muela, pero no controlo nada. Solo puedo sentir esa rabia recorriendo cada parte de mi ser, mientras ando por el pasillo. No sé cómo, pero conozco esta casa y sé a dónde tengo que ir.

          Al entrar en la habitación veo a la mujer de las fotos durmiendo plácidamente, pero falta alguien, su marido no está con ella. De repente se escucha la cisterna del váter. ¡Joder, le he pillado meando!

          Retrocedo saliendo de la habitación para mezclarme con la oscuridad e intentar que no me vea, aunque sacó mi cuchillo como seguro. No quiero joder la escena pero sé que este tío podría tumbarme de una hostia.

          La puerta del váter se abre y él sale hacía la cama, pero algo le hace darse la vuelta. ¡Mierda! La puerta estaba cerrada del todo y le ha sorprendido verla abierta. Se dirige hacia mí. La escena ya no va a ser perfecta, pero aún puedo conseguir lo que quiero...

          Avanzó hacia él en el último segundo antes de ser descubierto y entierro mi cuchillo en su estómago, veo la sorpresa en sus ojos, noto el calor de la sangre traspasando incluso mis guantes. La rabia por haber jodido aquella escena hace que saqué el cuchillo y vuelva a clavarlo, mientras con la otra mano le agarró por la nunca apoyando nuestras frentes, haciéndolo íntimo, teniéndole cerca para que note mi respiración calmada, haciendo que sepa que es su final, pero no, no puede ser así. He tenido que improvisar pero la puesta en escena puede seguir siendo perfecta, solo tengo que parar.

          Cuando comienzo a ver el inició del miedo en sus ojos, lo llevo hasta la cama. Amordazándole con mi mano, tumbándole junto a su esposa, para después atarle sus muñecas con las cuerdas que ya tenía preparadas en el bolsillo para atarlos a las patas de la cama. ¿Cómo podía saber que no iba a ser posible atarles al cabecero? ¿Cómo puedo venir con la medida perfecta para atarlo a la pata de la cama? Esto cada vez es más extraño.

La mirada en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora