Capricornio

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El sol se alzó, así como los caballeros de la Corte de Yeney. Poco a poco, se fueron preparando para sus jornadas.

Un caballero con el cabello del color de la arena lleva despierto desde hace mucho tiempo. Observaba con sus ojos del color más azul que se haya visto en Yeney el amanecer. Los amaneceres hipnotizaban a ese joven. Tanto, que a veces se olvidaba de sus deberes.

-¡Isildur! ¡Vamos, tenemos guardia real!

Isildur Ax era ese joven ensimismado  por el sol. Se levantó del césped, seco por una inexplicable oleada de frío, y se puso en marcha.

Cada día que pasaba habían más criminales sueltos por el reino, era un fenómeno totalmente indescriptible.  La última vez que había pasado algo así en el pacífico reino de Yeney, había sido en 2300 de la era del sol, es decir, hace 4000 años. 

Isildur y su compañero no paraban, pero justo en ese placentero segundo del día en el que tuvieron tiempo para descansar y sentarse, alguien tocó la cabeza de Isildur.

—Isildur, caballero de la corte real, su majestad el rey Donaldo requiere vuestra presencia en el palacio real.

Era uno de esos estirados mensajeros reales. Isildur los odiaba. Con resentimiento y cansancio, Isildur siguió al mensajero al castillo.

Hijos de YeneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora