—¿Por qué? —preguntó con los ojos acuosos.
—Ignacio. —dije avergonzada.
Ignacio era un chico un curso mayor que nosotros, que había sido mi novio.
—Y creo que perder a mi mamá fue la gota que colmó el vaso, mi vaso.—terminé diciendo.—Ignacio decía que me amaba, yo lo creía y empecé a amarlo también. Y resultó no ser así.
Francisco solo miró para abajo, pensativo.
—¿Perder a tu mamá?
—Hace tres meses, ella murió, la mataron, —apreté fuertemente mis párpados, tratando de contener las lágrimas—A la semana siguiente mi papá empezó a salir con una mujer llamada Natalia, a la semana que seguía ella empezó a vivir con nosotros y mi papá empezó a salir todas las noches con ella, se olvidó de mi, me convertí en un estorbo en su vida.
—No digas eso, el te quie...
—¡NO! —grité —perdón, el no me quiere, mi mamá si me quería, me amaba, pero murió, y mi papá no me quiere, y esta bien para mi, ¿y vos? ¿cuál fue tu gota?
—Nosotros somos 4 hermanos, mi hermana mas grande, Celeste, yo, mi hermano mas chico, Matias y mi hermanita, Renata. Renata tiene 3 años, cuando ella nació mi mama murió, y mi papá entró en una depresión muy grande, hace unos cuatro meses mi hermana, Celeste, cumplió 18 y un día después de su cumpleaños mi papá se suicido, se colgó de la ventana del baño—hizo una pausa para tragar saliva y contener las lágrimas que asomaban de sus ojos—Como mi hermana tenia 18 se hizo cargo de nosotros tres, mas que nada de Renata y Matias, estamos todos...
—Destrozados—terminé la oración por él.
—Exacto.
Hice que se recostara sobre mis piernas, apoyó su cabeza en mis muslos y sonrió, esa sonrisa... empecé a tocarle su suave pelo ondeado...
—¿Tanto daño te hizo ignacio?—dijo tocando suavemente las cicatrices de mi antebrazo.
—Si, va no, bah, no sé.
—¿Lo amas?
—Lo amo. Pero a la vez lo odio. Quiero ir y quiero pegarle, quiero destruirle el cuerpo con mis propias manos, porque lo merece, merece que lo destruya, pero después de pegarle lo voy a querer abrazar, abrazarlo como nunca antes y decirle que lo amo, por que es la veredad.
—Te entiendo, a mi me paso algo parecido.
—Contame
—Yo jugaba con las chicas, estaba con muchas a la vez, les tiraba onda a todas, ellas sufrían por lo que yo les hacia y a mi me daba igual porque sabia que me amaban y estarían ahí siempre, y si no estaban daba lo mismo porque yo no las quería, ellas no me importaban, pero había una, llamada Juana, no podia estar mal con ella, aunque quizás yo no la amaba, verla con otro me dolía, yo quería estar con ella y a la vez quería estar con muchas hasta que un día ella se cansó de que de tantas vueltas y nos peleamos, al tiempo ella me volvió a hablar, me llenó de ilusiones, me dijo que podíamos tener algo juntos y a la semana siguiente me dijo "me gusta otro" como si nada. Y a los dos días se puso de novia. Lo hizo a propósito, y no la culpo, pero mi mundo simplemente se cayó.
Baje la cabeza y bese sus labios, por dios, estaba enamorada.
—Yo no te voy a hacer eso, mientras vos no me hagas todo eso a mi.
—No podría, jamas podría lastimar a una persona que se corta, seria como hacer que mi mama vuelva de la vida para decirle "te odio" seria algo inútil.
—Fran...
—Decime
—¿De donde sacaste la primera cuchilla?
—De Juana, un día estábamos hablando y me dijo “viste que es re fácil cortarte? le sacas el tornillo al sacapuntas y la cuchilla que te queda corta al toque” obviamente que en ese momento me importó poco y nada ese comentario porque fue uno al pasar, pero dos años después eso empezó a dar vueltas en mi cabeza hasta que lo hice, el primero, y ya después no pude parar.
Lo miré con compasión, lo amaba.
—Vení, vamos a comer algo
—No tengo hambre.
—Si tenes—y dicho esto se paró y me agarro de los brazos.
Bajamos la escalera y el empezó a inspeccionar la heladera mientras yo me sentaba en la mesa de la cocina.
—Hmm—dijo con la mitad de la cabeza adentro de la heladera—Veo que tu papá te dejo mucha comida...
—Con un café voy a estar bien— dije con la cabeza gacha.
—No, con un café no vas a estar bien, el café te llena, no engorda, no nutre, nadie quiere que la persona que mas ama en el mundo sea anoréxica, ¿entendes?
—Esta bien...
Fuimos directamente a la cocina y Francisco empezó a mirar todas la alacenas a ver que encontraba y fue poniendo distintos ingredientes en la mesa, como azúcar, leche, chocolate y más cosas.
—Capuchino con crema y tostadas con mermelada de frutilla —Dijo por fin llevando todo a la mesa.
Comimos todo y nos quedamos mirando infinitamente, pensando en la nada, en el vacío eterno que teniamos adentro, o por lo menos eso pensaba yo.
Eran las 8:00 pm y decidimos irnos a acostar...